En el corazón de Barcelona (1)

En el tren que me llevaba desde Vilanova hasta Barcelona (trayecto que duraba solo 40 minutos) para visitar por primera vez esta increíble ciudad, estuve recordando todo lo que mis amigos y conocidos me habían dicho antes de irme. Obviamente, no faltó el típico "¿vas a estar cerca de Barcelona? ¡Guauu! ", inevitablemente seguido de una mirada llena de envidia, y puede que también de admiración. Por no mencionar eso de "tienes que ir al Camp Nou a ver un partido", de parte de mis amigos y la correspondiente recomendación de mis amigas "tráeme algo de la tienda Desigual y visita las Ramblas". No quiero parecer injusto, así que también tengo que añadir que hubo varios consejos más serios. Pero creo que los que acabo de citar resumen bastante bien la idea que los italianos tenemos de Barcelona.

Por alguna extraña razón que no sé explicar, la capital de Cataluña parece fascinar a mis compatriotas. Como he podido comprobar, si dices que vas a visitar una capital europea, como Lisboa, la gente te felicitará. Sin embargo, si les dices que vas a Barcelona, se te quedarán mirando asombrados. Ya sea por los libros del autor italiano Fabio Volo, que narran la vida bohemia en un piso de las Ramblas, o por el especial ambiente de libertad y diversión que parece desprender, en opinión de mis compatriotas, Barcelona es el mejor destino para un viaje. Ahora se me está ocurriendo que, cuando estaba en el colegio, la mayoría de mis compañeros siempre estaban dando la lata a los maestros para que hicieran un viaje de estudios a Cataluña, pero no fue posible.

Bueno, el plan para mi primer encuentro con esta ciudad mágica era pasar el día visitando el centro, ya que creía que habría bastantes cosas para visitar en esa zona. Y, de hecho, no me equivocaba. Al bajarme del tren en la parada de Passeig de Gracia, no sin antes haberle echado un vistazo rápido a mi guía de confianza, me puse en marcha con mi recorrido turístico.

Si empiezas tu visita en el punto que he dicho, no tardarás demasiado en encontrar el primero tesoro: en la esquina de abajo, a 200 metros de la parada, se encuentra la Casa Batllò. Esta joya es una de las obras maestras del genio Antoni Gaudí. Se trata del arquitecto que contribuyó en gran medida a crear el mito de Barcelona, gracias a una serie de maravillosos edificios, con un estilo único que se definió como "modernismo", que construyó entre finales del siglo XIX y principios del XX. Junto a la Casa Batllò, se encuentra la increíble e igualmente preciosa Casa Amattler, construida por otro famoso arquitecto, Puid i Cadafalch. Merece la pena pararse a contemplarlas durante unos minutos, para poder apreciar así las peculiaridades de ambos edificios, pero también el contraste entre dos interpretaciones distintas del modernismo. Ambas coexisten literalmente, la una junto a la otra. En mi caso, no podía parar de echar fotos. Al final, un poco a regañadientes, seguí con mi paseo por Passeig de Gracia.

Esta amplia y elegante avenida es una de las principales calles de la ciudad. Conduce desde la céntrica y concurrida Plaza de Catalunya hasta el elegante barrio de Gracia. Pasa también por el barrio del Eixample, la zona en la que se encuentran la mayoría de los edificios modernistas. Al avanzar hacia Plaza Catalunya, es importante que no paséis por alto la Casa Lleò Morera. Está justo a mano derecha y es la tercera obra maestra del modernismo que se edificó en el tramo llamado "Manzana della Discordia". El nombre es un juego de palabras, ya que hace referencia a la mítica "manzana de la discordia" y la palabra "manzana" tiene el doble sentido de fruta y calle. Aunque no es tan espectacular como los otros, merece que le dediquéis un minuto de vuestro tiempo.

Al llegar a Plaza de Catalunya, tuve que presenciar la triste escena de dos turistas chinos echándose fotos mutuamente frente a la enorme tienda de Apple. Lejos de guardar ningún tipo de rencor, ni a los chinos, ni a Apple, no pude ayudarlos porque tenía planes muy distintos.