Aberystwyth, preliminares

Aberystwyth, preliminares

Recuerdo que era invierno, día soleado, cuando supe mi destino Erasmus: Aberystwyth. Si os soy sincera, cuando tuve que elaborar la lista de destinos, escogí Aberystwyth al azar, ni siquiera sabía que estaba en Gales. No había visto ni una foto ni leído alguna experiencia ni tan siquiera buscarlo en Google Maps. La ley del mínimo esfuerzo, lo llama mi madre. Además, con ese nombre, cualquiera se echaría hacia atrás. Una locura, ya. Simplemente lo escogí como primera opción porque estaba en Reino Unido y quería practicar el inglés. Eso sí, cuando empecé a interesarme por mi destino, me quedé maravillada. Esas típicas fotos que vais a ver en el Google Imágenes son 100% fieles a la realidad. No existe el Photoshop en Aber porque no hace falta. La bahía, el paseo, las vistas, el mar, las luces... Todo es así de idílico, os lo juro.

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(Atardecer en Aber, breathtaking! )

Pero bueno, al grano, a muchos a los que les preguntéis os dirán que vuestra experiencia Erasmus no empieza hasta que estéis acomodados en vuestro piso o residencia y ya no echéis de menos a mamá y a papá, pero eso no es cierto. El Erasmus empieza una vez cogéis el avión y estéis más solos que la una. A unos cuantos esta idea ya os asustará, horrorizará y probablemente no os deje dormir por las noches, pero no temáis, es fácil. Todo fluye. Y si en algún momento os veis más que perdidos, preguntad. Hablando se entiende la gente. Tendréis vuestros momentos de bajón: ¿y ahora qué hago? ¿Cómo voy a solucionar esto? Estoy solo. A ver cuándo me llega la beca. Etc, etc. ¡No temáis!

Yo soy de Pontevedra, Galicia, noroeste de España, así que para mí la forma más fácil de viajar hasta ese recóndito lugar era irme a Oporto (Portugal) y desde allí coger un vuelo a Birmingham y desde este hermoso aeropuerto (porque es hermoso, qué queréis que os diga), coger el interminable (para colmo, no puedes echar una cabezadita porque hay que estar atento/a para bajar en las paradas) tren Birmingham International - Aberystwyth que os llevará hasta este agradable pueblecito donde pasaréis, mínimo, vuestros próximos tres meses.

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Me bajé del tren y en la estación (compuesta por solo un andén, ay) ya había un grupito de chavalitos muy majos que recogía estudiantes Erasmus perdidos y desorientados. Hablé con ellos durante cinco minutos, me indicaron qué tenía qué hacer y adónde ir y después cogí un taxi por dos libras que me llevó a la residencia. Estaba agotada. Desde que bajé del avión no había comido nada y menos aún, descansado. En aquel momento no sabía si prefería una Big Mac asqueroso y grasiento o un humilde colchón. Llegué al Campus de la Universidad y entre pitos y flautas, allí me dieron la llave de mi habitación, Bloque B, habitación 65, Cwrt Mawr. Tuve que cargar con mis dos maletones por las escaleras de TRES PISOS para llegar a la habitación: vacía, sosa y con un par de grietas en las paredes. Me eché a dormir. Fue algo como "llegué, vi, vencí". En conclusión, mi experiencia Erasmus empezaba tan fuerte como los retortijones de mi barriga, que nada pudo calmarlos hasta la mañana siguiente (porque los supermercados estaban cerrados).

Espero que esta introducción os haya gustado.

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