Colombia: Armenia - Salento
ARMENIA:
Cuando llegamos a Armenia eran las 5 de la mañana, un viaje en bus de unas 6 horas. El viaje ya lo habíamos reservado con anterioridad y ese día solo tuvimos que esperar a que nos dijeran la puerta por la que teníamos que salir al bus que nos llevaría y sin más dilaciones, arrancamos.
Cuando llegamos, ya teníamos a una persona esperando para llevarnos hacia la Hacienda del café “Combia inspiración” en la que íbamos a pasar el día. La visita en la Hacienda hay que reservarla con anterioridad y yo también recomendaría tener reservado un coche que les recoja en la estación de buses con anterioridad, porque aunque hay taxis en la puerta esperando para llevar a la gente, no se sabe hasta qué punto todos son confiables.
Una vez, llegadas a la Hacienda nos recibió con mucha amabilidad el “capataz” de la Hacienda, un empleado que nos permitió descansar en una de las zonas de descanso hasta que fuera hora de la ruta por los cafetales.
A las 9 desayunamos, y a las 10.30, llegó Paola, una chica joven, que se notaba la gran pasión por el café y aquellos enormes campos donde se producía. Su manera de sentir cada palabra, cada olor y su mirada a aquellos magníficos cafetales, nos hizo adentrarnos y sentir en propia persona lo que nos contaba. La recomiendo 100% se portó estupendamente con nosotras y nos permitió entrar en la zona de piscina para relajarnos sin tener que pagar más.
La ruta empezaba con una degustación del café, junto a una muestra de los granos de café recién recogidos hasta su proceso final. La degustación requería de una actividad en la que tendríamos que adivinar ciertas cosas solamente probando 3 tipos de café. La actividad fue estupenda y aprendimos mucho. Lo siguiente fue caminarnos un impresionante campo de cafetal, mientras teníamos tres paradas en las que en cada uno encontraríamos un elemento nuevo. Disfrutamos un montón, llegando a sentir gracias a nuestra guía la sensación que viven todas esas personas que aman el café y que disfrutan trabajando en esto.
Una vez terminada la ruta, comimos en la Hacienda, precio aparte pero razonable. Y todo esto, mientras las vistas eran preciosas.
Al terminar, como nuestra parada era solo de visita a la Hacienda y los cafetales, un día nos bastó y nada más terminar de comer, de nuevo la misma persona que nos había traído allí nos estaba esperando para volver a llevarnos a la estación de bus para ir de camino a la siguiente ciudad SALENTO.
SALENTO:
SALENTO, es una ciudad pequeña pero preciosa. Llegamos en un bus también súper pequeñito y con lluvia hasta que llegamos al hostal.
Nuestro hostal se llamaba “La casa hostal de Lili”. Cuando entras parece más una casa personal más que un hostal, pero la amabilidad y tranquilidad reinan el lugar.
Cuando llegamos nos recibió una señora que con muchísima amabilidad nos ofreció todo lo necesario para el viaje que teníamos al día siguiente.
Decidimos visitar el pueblecito durante un ratito, puesto que al ser tan pequeño y ser temprano teníamos tiempo, pero estábamos muy cansadas, así que una vez hecho un pequeño recorrido y cenar, nos volvimos al hostal y decidimos irnos a dormir para estar preparadas para nuestra excursión del día siguiente.
La excursión se trataba de realizar la visita al Valle del Cocora. A las 7.30 de la mañana salimos desde la plaza del pueblo de Salento en un Jeep hasta la zona. Una vez allí, puedes si no se han alquilado las botas con anterioridad, alquilarlas en este momento o ya directamente entrar al parque y empezar a caminar. Además, también se puede ir en caballo pero se disfruta mucho más andando, puesto que hay zonas que no se pueden subir en caballo y se alarga mucho más.
Nosotras hicimos el camino al revés y olvidamos algún sitio de visitar, pero lo que vimos mereció mucho la pena. Lo peor es que el día estaba muy nublado y la niebla no nos permitió tener unas vistas plenas, pero a pesar de eso, disfrutamos mucho con lo que vimos. Se destacan los arboles que reinan la zona, “palmeras de cera”, espectaculares.
La caminata se llena de especies animales y vegetales, con cascadas de agua y puentes de madera que se deben cruzar con cierto cuidado por su estado. Llegarán a un punto con varios cartelitos indicándoles por donde tienen que seguir y ahí nosotros nos equivocamos y en vez de seguir por la derecha en donde nos encontraríamos la zona de pájaros protegidos, nos fuimos hacia la izquierda, donde llegamos a una casa/restaurante en la que nos mostraron por donde teníamos que seguir la ruta. En cada parte del camino se encontrarán puertas de maderas unas más grandes que otras y aunque las vean cerradas no pasa nada, siempre se puede pasar.
Importante para tener en cuenta es que el último jeep sale a las 17.00h por tanto, el día debería organizarse en torno a no perder el último Jeep.
De vuelta en el Hostal, una ducha y nos cambiamos y nos fuimos a visitar lo poquito que nos quedaba del pueblecito. Acogedor, encantador, precioso… Nos tomamos un café en el hostal con tranquilidad y decidimos bajar a cenamos enfrente del hostal porque estábamos muertas de cansancio. El sitio donde cenamos no había nadie, puesto que estaba empezando a caer una tormenta, pero nos trataron con un amor increíble. Dos chicos salieron a atendernos y pronto, la cocinera con una sonrisa de oreja a oreja, nos dijo que nos podía hacer unas arepas riquísimas para que probáramos lo típico de Colombia. Tengo que decir que tenía razón ¡RIQUÍSIMAS! Muy, muy recomendables, pero no recuerdo el nombre del restaurante.
Ya sólo nos quedaba un día en Salento y decidimos visitar todo el pueblecito con calma. Fuimos a tomar café en “Café Jesús Martín” un sitio con un encanto super particular. Es todo como antiguo y vintage y te sientes por un momento como en tu casa, precioso.
Esa misma tarde ya nos disponíamos de camino a Manizales.
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