La duna du Pilat: visita a la duna de arena más alta de Europa
El verano pasado cuando estaba trabajando en un hostal en Burdeos, decidí hacer un viaje a la duna du Pilat, la duna de arena más alta de Europa. Fue un día inolvidable y os recomiendo que visitéis la zona también, si es posible. En este artículo, repasaré todo lo que tienes que saber acerca del viaje a este increíble destino turístico, así como te contaré cómo llegamos mis amigos y yo arriba.
¿Qué tienes que llevar?
No es necesario llevar muchos bultos a este viaje (¡y menos mal!, porque la subida hasta la cima de la duna ya es dura como para sumarle una mochila pesada), pero sí te recomiendo los siguientes objetos:
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Cámara (vas a querer hacer fotos de camino a la cima, así que tanto si es un móvil como una cámara réflex digital, no te olvides de llevar algo para documentar tu viaje).
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Dinero en efectivo (la entrada en la duna es gratis, pero si has pensado dejar el coche en el aparcamiento del sitio o por si te entra hambre antes o después de la subida, llévate algo de dinero en efectivo).
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Bañador (si te ves con ganas, baja corriendo hasta el punto inferior de la duna y date un chapuzón en el Océano Atlántico. Quienes no sean temerarios, por favor deben abstenerse).
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Toalla (para secarte si te has metido al agua o para usarla como esterilla para tomar el sol en la cima de la duna).
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Calzado adecuado para la playa (porque lo último que quieres es tener las zapatillas con arena durante las próximas semanas).
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Ropa de abrigo (incluso en los días calurosos de verano, puede hacer un poco de frío arriba).
¿Cómo llegar?
Cuando fuimos, los billetes de autobús de la estación de tren de Arcachón a la duna costaban 1 € el viaje y el viaje duró aproximadamente media hora. Si vas, asegúrate de comprobar el horario para no perder el último bus de vuelta.
También se puede acceder a la duna en en bicicleta y coche. Consulta el sitio web de la duna para conocer las direcciones y más información acerca de dónde aparcar tu vehículo.
¿Qué hicimos?
Mis compañeros de Workaway y yo fuimos a la duna du Pilat el día después de una gran noche de bares, así que no nos levantamos tan pronto como hubiéramos debido. Llegamos a nuestro destino a las 16:30. Tomamos algo en una pequeña cafetería que hay justo antes de subir a la duna. Pedí un panini de tomate y mozzarella, pero había todo tipo de opciones en cuanto a tentempiés calientes. Después de terminar de picar algo (hazlo antes de subir, sino quieres comer bocadillos rebozados en arena) y dar una vuelta por la tienda de recuerdos, nos decidimos a emprender la subida.
El camino hasta la cima solo nos llevó tres minutos, pero equivale a una intensa caminata: cada vez que das un paso hacia delante, te hundes y parece que todo el trabajo que has hecho es en balde. Sin embargo, por supuesto que conseguimos llegar a la cima y, ¡madre mía, las vistas merecían la pena! A nuestra izquierda, podíamos ver kilómetros de bosque y a nuestra derecha, el mar reluciente. Estábamos cansados de la subida, así que decidimos echar una siestecita en una esquina de la duna, pero al final acabamos enterrándonos en la arena. ¿Puedes distinguir mi cabeza asomándose entre la arena?
Después, fuimos por turnos haciéndonos las típicas fotos saltando en el borde de la duna. Es sorprendente lo abajo que llegas en ciertos puntos tan inclinados.
Después de hacer unas cuantas fotos grupales, estuvimos charlando al sol durante un rato, comentando sobre todo lo impresionados que estábamos con el paisaje. Por desgracia, no nos dio tiempo a bañarnos (iba preparada con el bikini debajo), hacía tanto aire en la cima de la duna, que no estoy segura si hubiese sido una idea muy atractiva, aunque hubiésemos llegado unas horas antes.
Después, quizá vino lo que sería la mejor parte del viaje: ¡bajar la montaña! Parecía que constantemente nos íbamos a caer de lleno, pero era una sensación emocionante y por suerte, nos cansamos mucho menos que para subir. Volvimos desde el aparcamiento hasta la parada de autobús, estuvimos esperando unos veinte minutos (el bus iba con retraso, ¡menuda sorpresa!), estuvimos quitándonos la arena de los pies y repasando las fotos que nos hicimos.
No me suelen gustar los autobuses, pero en este disfruté por las bonitas vistas de los lugares que íbamos atravesando de vuelta a la estación. Tanto La Teste-de-Buch como Arcachón, tienen un ambiente playero agradable, las calles comerciales de esta última me recordaron a las de California. Me hubiese gustado dar una vuelta por la ciudad, pero ya estaba anocheciendo y la cena nos esperaba en el hostal. ¡No pasa nada, siempre hay una próxima vez!
Conclusión
¡La duna du Pilat es un lugar realmente increíble para visitar! Durante el mes que pasé en Burdeos, conocí a muchos turistas y absolutamente todos hablaba maravillas sobre este regalo de la naturaleza. Solo me hubiese gustado que los autobuses tuviesen servicio hasta más tarde, para así poder haber visto la puesta de sol. Aunque, creo que es una buena excusa para bajar.
Galería de fotos
Contenido disponible en otros idiomas
- English: La Dune du Pilat: visiting Europe’s tallest sand dune!
- Français: La dune du Pilat: visite de la plus grande dune d'Europe!
- Italiano: La Dune du Pilat: visita alla duna più alta d'Europa!
- Polski: La Dune du Pilat: zwiedzanie najwyższej wydmy piaskowej w Europie!
- Português: La Dune du Pilat: Visitando a duna de areia mais alta da Europa!
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