Supermercados vs. Mercadillos locales
Si algún día me buscas y no sabes dónde estoy, lo más seguro es que esté en un supermercado francés. Siempre me pierdo en esos supermercados. Cuando voy a comprar al Albert Heijn en los Países Bajos, doy una vuelta por todas las secciones y cojo lo que necesito. Cuando voy a comprar en Francia también me paso por todas las secciones, con la pequeña diferencia de que allí las secciones son enormes y hay por lo menos 30. Eso significa que me tengo que parar a ver qué pintaúñas Maybelline han puesto nuevos o a mirar a los cangrejos y las langostas en sus peceras.
La selección de productos en los supermercados franceses es enorme. Y cuando digo enorme me refiero a que puede haber un pasillo entero solo para yogures: yogures para niños, yogures con fruta, yogures de soja, etc. Pero además de comida, en los supermercados franceses también hay televisores, portátiles, utensilios de cocina, ropa, y una infinidad de productos no alimenticios. Tienen una sección donde comprar pescado y carne frescos, e incluso venden sushi recién hecho. Vamos, que si vas a un supermercado en Francia no vas a tener que ir a ninguna otra tienda y eso me hace plantearme lo siguiente: ¿es cómodo o aburrido?
Ahora vayamos a lo bueno: los mercadillos locales franceses. Fui a un mercadillo a unos 20 minutos en coche de Nantes con mi tía, que tiene pasaporte holandés, y su marido Jacques, que es francés.
Al llegar al mercadillo, lo primero que me llamó la atención fue que vendían muchísimas ostras. ¡Había un montón de puestos de ostras! Eran baratas comparadas con las que venden en los Países Bajos, así que nuestra primera compra del día fueron algunas ostras.
Y ya que estamos en Francia, no podíamos ir al mercadillo y no probar los quesos. Había una gran variedad de quesos y se notaba que eran artesanales. En la foto podéis ver los quesos que había.
Continuamos paseando por el mercado y nos paramos en dos puestos más: uno de pescado y uno de aceitunas. El pescado era muy, muy fresco (mi tío lo aseguró) y acabamos comprando una bolsita de gambas. En el puesto de aceitunas compramos una bolsita variada. Lo bueno de ese puesto es que puedes probar las aceitunas; había unos palillos para probar las que quisieras de los cuencos.
En el siguiente par de puestos vendían fruta, verdura y platos preparados. La calidad de las frutas y verduras era increíble. Y si no estás muy seguro, ¡siempre las puedes probar! Hay un platito con trozos de fruta para degustar. El otro puesto vendía platos preparados; como el mercadillo era un domingo, supongo que los franceses no cocinan ese día y van a comer a los mercadillos.
Cuando queda poco para cerrar, todos los puestos venden la comida más barata. Los puestos de pescado incluso subastan lo que les queda de género y es una batalla campal. Cerca del mercadillo había bares y mucho sitio donde sentarse. Nos sentamos en una terraza y mi tía me contó que es perfectamente normal comerte en el bar lo que acabas de comprar en el mercadillo, porque en los bares no venden comida y dejan que la gente se traiga la suya.
Pasamos el resto de la tarde disfrutando del buen tiempo y tomando una cerveza con las aceitunas y las gambas que habíamos comprado. El ambiente era muy agradable, todo el mundo parecía estar a gusto con su familia y sus amigos, e incluso la gente que estaba trabajando parecía simpática y de buen humor, aunque no hablasen inglés.
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