Vivir en una habitación compartida

Me da la sensación de que he compartido habitación con mucha gente distinta. La primera vez que viví sin mis padres fue cuando me mudé a Praga. Siempre me gustó la idea de compartir habitación con otra persona y así ahorrar para otras cosas como hacer deporte o viajar. La diferencia entre una habitación compartida y una normal es mínima. Por eso, cuando me mudé a Praga, decidí compartir habitación. Estaba con una amiga del instituto y quitando alguna discusión tonta, no tuvimos ningún problema. A veces costaba encontrar un equilibrio porque a mi compañera le gustaba acostarse temprano y levantarse temprano y a mí me encanta acostarme tarde y levantarme tarde. Recuerdo que era muy difícil acostumbrarse a lo molesto que es que dejen la alarma puesta y tener que dormir con ese ruido de fondo. Tuve que aprender a levantarme en cuanto sonaba. A veces era imposible. También conseguía cambiarme de ropa en el pasillo antes de entrar en la habitación cuando volvía de fiesta. La cosa es que funcionó y ambas nos acabamos acostumbrando.

De hecho, solo pudimos compartir habitación el primer año de carrera porque durante los otros años Janca (mi compañera) no pasó mucho tiempo en Praga en general. Era como si viviera sola porque solo dormía allí unas cuantas noches a la semana. A veces me hubiera gustado tenerla allí porque me sentía sola, pero tampoco era un problema porque no pasaba mucho tiempo en la habitación. Más adelante, solo estaba allí para dormir y pasaba el día en el trabajo o en la universidad. Pensándolo ahora, he de admitir que el piso de Praga era horrible. No solo no teníamos horno, congelador ni lavavajillas, es que ni siquiera teníamos lavadora. Las habitaciones eran tan grandes que era dificilísimo calentarlas. El calentador era una mierda. Me pasé todo el invierno helada. Solo teníamos un frigo pequeño para seis personas y la ducha tampoco iba bien, así que tampoco podía disfrutar del agua caliente porque la temperatura del agua cambiaba constantemente. ¡Es increíble que soportara vivir allí dos años y medio! Esto demuestra que al final uno se acostumbra a todo. La cosa es que viví en una habitación compartida y fue bien.

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Cuando fui a Francia, escogí sin dudarlo una habitación individual, sobre todo porque había quedado con David en que iríamos a casa del otro. Además, quería tener algo de intimidad y no conocía a nadie cuando llegué. Por eso era más conveniente tener mi propia habitación y de hecho, de las ofertas que miré, ninguna ofrecía habitaciones compartidas. Cuando encontré una habitación bonita por un precio razonable, no me lo pensé dos veces. ¡Me encantaba tener mi propia habitación! Me recordó a cuando estaba en Hradec y tenía mi habitación, era genial. En realidad, no lo fue desde el principio. Me quejé muchísimo por el alojamiento. Para ser sincera, me prometí que no me iba a quedar con esa habitación ni por todo el oro del mundo. Era diminuta y tenía que subir un montón de escalones para llegar. Pero de nuevo, me acostumbré y llegué a apreciar ver la lluvia desde mi habitación en un ático. Tras un tiempo, me sentía cómoda.

El problema es que cuando pruebas lo bueno, no quieres volver a la opción mala. Por tanto, no estaba muy segura de querer compartir habitación después de haber tenido una propia. ¡Me llevó mucho tiempo decidirme! Consideré todas las opciones y al final decidí compartir habitación con Romca. La verdad es que me preocupaba bastante porque no éramos demasiado cercanas, en la universidad nos veíamos un par de veces a la semana y poco más. Empezar a ver a alguien a diario es muy distinto.

Recuerdo que cuando empecé a estudiar en Praga, conocí a Romca en alguna clase. Después, hablamos un poco sobre las clases o sobre películas. Más adelante, nos hicimos amigas y hablábamos mucho, sobre todo de cosas de clase. Como nuestra universidad era muy dura, muchos de mis amigos dejaron la carrera. Romca fue de las que se quedó. Nos ayudábamos con los deberes y hablábamos de exámenes y cosas así. A veces íbamos a por un café o a comer. Por desgracia, no pasábamos mucho tiempo juntas quitando cuando estábamos en clase. Creo que fue sobre todo porque el novio de Romca vive en Zlín y siempre se iba allí a pasar el fin de semana con él o a ver a su familia. Por eso, cuando había alguna fiesta un jueves o en fin de semana, no se venía. Algo que nos unió mucho fue el examen de Matemáticas. Es gracioso, pero gracias a ese examen pasamos mucho tiempo juntas. Hablábamos de la materia y nos preparábamos juntas. A veces a la gente se le iba la cabeza y estudiaba tanto que yo no quería ni oírlos. Romca era prácticamente la única que mantenía la cordura, estudiaba como una persona normal y aprobaba. Era un ejemplo maravilloso para mí porque no quería pasarme la vida estudiando, pero quería aprobar. Hasta dormí en su casa varias veces antes del examen y hacíamos ejercicios y estudiábamos juntas. Esa época fue uno de los peores momentos de la carrera porque ambas estábamos desesperadas y queríamos salir, pero teníamos que estudiar. Fue muy duro porque estaba muy nerviosa. Pero nos motivábamos mutuamente y al final aprobamos todos los exámenes de Matemáticas. Ahora esos momentos son solo recuerdos.

Como no conocía mucho a Romca a excepción de esos momentos en clase, no sabía qué esperar. Me di cuenta de que íbamos a pasar mucho tiempo juntas porque íbamos a estudiar lo mismo, lo que quería decir ir a la universidad juntas, asistir a las mismas clases y volver a casa a la vez. No sabía qué esperar de aquello.

Después de Francia, diría que es mejor vivir en el extranjero tú solo porque tienes más oportunidades de conocer gente nueva de las que tendrías si vas con un amigo. Aunque no podía influir mucho en esto porque muchos amigos míos decidieron ir también a Ámsterdam. Sé que ambas opciones tienen sus ventajas y sus inconvenientes, pero al irte a vivir al extranjero, la gente seguramente querrá conocerte. Si estás con un amigo, la gente os verá como un dúo y perderá el interés en conocerte. Es decir, es normal que si ven a alguien que está solo, vayan a hablar con él. Del otro modo hay menos interés. Aunque esto es solo mi opinión. Desde otro punto de vista, así es en mi caso. Como ya conozco a alguien y tengo con quien compartir mi opinión, no tengo tanto interés en ir a hablar con desconocidos. Y creo que al contrario pasa lo mismo. Bueno, como ya he vivido esa experiencia en el intercambio, cuando vine a hacer el máster pensé que la otra opción (venir con alguien) sería mejor porque así no me sentiré sola ni tendré que buscar amigos, podré centrarme en estudiar, trabajar, mis aficiones o lo que sea. Además, siempre tengo tiempo para ir de fiesta porque me encanta estar con gente. Supongo que encontraremos el modo de conocer gente nueva. Por otro lado, hay muchos problemas que no tienes cuando conoces a alguien. Ya nos han pasado muchas cosas horribles como caernos de la bici, que nos roben el móvil, deberes complicados o cuando las cosas no salen como queremos. Todo resulta más fácil cuando tienes a alguien cercano con el que reírte de todo. Para mi sorpresa, compartir habitación tiene muchas ventajas.

Primero, no tenemos una habitación compartida normal. ¡Es chulísima! Nunca había visto nada parecido. Cuando entras a nuestro «piso», hay un pequeño recibidor y a la derecha, dos puertas: la cocina y el baño. También hay una mesa y un espejo. A la izquierda, están las escaleras a la primera habitación, la de Romca. Si sigues recto desde la entrada, vas a la mía. Por tanto, la habitación completa está dividida en dos pisos y dos partes. Yo tengo una habitación pequeña junto a la ventana en el piso de abajo y Romca tiene la parte de arriba justo delante. Suena complicado, pero creo que es una organización ideal.

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Gracias a esto, tenemos algo de intimidad porque si Romca no me mira desde arriba, no nos vemos.

Por otra parte, si queremos hablar de algo, nos oímos perfectamente. Tampoco tenemos problemas con la luz, por ejemplo, porque si tengo la lámpara encendida, Romca no lo ve si apaga la luz. Al principio, pensábamos que compartiríamos la cocina y el baño con otras dos personas, pero es todo para nosotras. Como solo somos dos, no tenemos problemas con la ducha o la cocina. Es casi como si tuviéramos un piso. Hay muchas otras habitaciones como esta, por lo que seguimos estando con más estudiantes y hasta tenemos una sala común en la que quedar. Quitando las pequeñas desventajas de nuestra sucia habitación, estoy muy contenta. La ubicación es perfecta, me llevo bien con Romca y me empiezo a sentir muy cómoda en mi habitación.

Estudiar

Una de las grandes ventajas es que podemos ayudarnos a estudiar. Es algo raro que estudiemos lo mismo, supongo que no suele pasar. Como tenemos el mismo horario, ni siquiera tengo que mirar qué clase toca, Romca lo sabe. Cuando tenemos que leer algún documento es muy fácil comunicárselo a la otra. Respecto a los deberes, es genial porque no tenemos que estar yendo a la universidad o a la biblioteca para quedar. Simplemente fijamos una hora y los hacemos en mi habitación. Además, a veces motiva ver a la otra persona estudiar, me hace estudiar a mí también. Sin embargo, sigo prefiriendo estudiar en la biblioteca. Solo quería decir que es genial tener a alguien con quien hablar de lo que tienes que hacer.

Cuando estaba en la República Checa, me preguntaba por qué la gente estudiaba en la biblioteca. Entonces, empecé a hacerlo y vi la diferencia. Probablemente no es igual para todo el mundo, pero a mí me ayudó mucho. En la época de exámenes, odio los días en los que estoy encerrada en casa estudiando y no tengo contacto con nadie. Después de medio día, ya estoy harta y amargada por tener que estar en casa por culpa de la universidad. Encima resulta más fácil no estudiar porque a veces miro la cama y hago un descanso que acaba siendo una siesta de dos horas. Por supuesto, también paso mucho tiempo en Facebook. Otras veces limpio mi habitación, cocino y hago lo que sea menos estudiar. Si voy a la biblioteca es completamente distinto. Veo a la gente estudiando, lo que me motiva, y como la biblioteca suele estar llena, no me siento sola. Además, veo que no soy la única que tiene que estudiar. Claro que no paso todo el tiempo estudiando, pero rindo mucho más que en casa. Sin embargo, me da mucha pereza ir.

Diversión

Algo importante de compartir habitación es que nunca estás solo. Puedes compartir tu felicidad o quejarte con alguien. Nosotras vamos de compras o cocinamos juntas. No es una norma y puedo hacerlo todo yo sola cuando quiera, pero a veces es agradable cocinar con alguien. Ya lo hemos hecho dos veces, una vez fajitas y otra vez sopa de puerro. Además, siempre podemos montarnos el botellón en casa y no tener que preocuparnos por el sitio al que vayamos luego. Romca también ha hecho que sea puntual, cosa que me suele costar mucho. Estoy acostumbrada a empezar a prepararme 10 minutos antes de salir, pero cuando la veo a ella preparándose, empiezo a hacer lo mismo porque no quiero que tenga que esperarme. En resumen, hacemos muchas cosas juntas y lo pasamos muy bien. Por fin hemos tenido tiempo para conocernos mejor y hablar de cosas que no sean solo la universidad.

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Café

¡Qué bien! Al mudarnos, compramos una cafetera porque no nos gusta el café instantáneo. ¡Fue la mejor idea del mundo! La compramos en IKEA y también compramos café en White Label. ¡Está buenísimo! Si llenas la cafetera a tope, el café sabe demasiado fuerte, por lo que siempre lo dividimos para las dos. Nos vamos turnando y es genial que te hagan café y te lo lleven a la cama.

Por supuesto, mucha gente preferirá tener su propia habitación porque puede ocurrir que te enfades con la otra persona. Esto me ocurrió en Praga. Cuando mis compañeros de piso se fueron a Estados Unidos, encontraron a otra gente que se quedara en la habitación. Para mí, esto significó tener que compartir la cocina y el baño con ellos. ¡Fue la peor experiencia de mi vida! ¡En solo una semana ya era horrible! Nunca he conocido a gente así. Eran tan desordenados y descuidados que no podía soportarlo. Además de que dejaban la cocina hecha un asco cada vez que cocinaban, traían a mucha gente al piso y montaban un caos. Se pusieron a fumar marihuana sin preguntar siquiera. Me quemaron la olla y ni se disculparon ni hicieron nada al respecto. Una vez, usaron mi toalla sin permiso y cuando me quejé, me mandaron un mensaje que decía: «Perdón» y ya. Así que estoy contenta de haberme ido ya.

En conclusión, vivir con alguien es la mejor manera de conocer a esa persona. Por eso para mí vivir con tu novio es un gran paso y un gran compromiso que puede cambiarlo todo porque descubres lo bueno y lo malo de la otra persona. Me alegra mucho compartir la habitación con esta chica. Hasta ahora, no hemos tenido ningún problema, solo ventajas. Siempre nos divertimos juntas porque nos pasan muchas cosas graciosas. Hasta ir a hacer la colada puede ser divertido con la persona correcta. Espero que todo siga así. Tenemos mucho tiempo por delante y quiero disfrutarlo al máximo.

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