VIAJE A ÁMSTERDAM – DÍA 2: Visitando la ciudad
En la anterior entrada os contaba el primer día de mi viaje a Ámsterdam, en el que después de unas cuantas horas de tren y autobús, llegamos a la capital holandesa por la noche.
En esta entrada os contaré lo que hicimos el segundo día de viaje, en el que pasamos todo el día descubriendo la ciudad.
Día 2
Este día nos despertamos temprano para aprovechar al máximo el único día entero que íbamos a pasar en la ciudad. Después de que mi acompañante desayunara en el hotel (el bufé libre del desayuno esta abierto de 6:30 a 10:30), nos dirigimos a la estación Amsterdam Sloterdijk que estaba a cinco minutos andando. Allí cogeríamos el tren hasta la estación Amsterdam-Centraal.
Cuando llegamos a la estación central, no teníamos ningún itinerario que seguir, así que empezamos a caminar para llegar a la plaza Dam. Por el camino, pasamos por el puente Sint Nicolaasbrug y vimos de lejos la basílica de San Nicolás, la principal iglesia católica de Ámsterdam.
Al llegar a la Plaza Dam, vimos el Palacio Real que pertenece a la Casa Real Holandesa.
Además, pudimos ver el Monumento Nacional, un pilar blanco de 22 metros construido en homenaje a las víctimas de la Segunda Guerra Mundial.
En la plaza también se encontraba el museo de cera Madame Tussauds.
Una cosa que nos hizo gracia es que la plaza estaba llena de palomas en ese momento.
Después nos acercamos por curiosidad al Barrio Rojo de Amsterdam. Por supuesto, hay muchos mitos sobre este sitio, pero más allá de lo que esperábamos (muchos turistas), salvo por algunos locales con carteles bastante luminosos, el barrio es muy parecido a otros cercanos. De todas formas, fue agradable pasear al lado de los canales.
Siguiendo con nuestro paseo, encontramos una estatua de Spinoza, el filósofo originario de la ciudad.
También llegamos a la plaza Rembrandt, donde encontramos una estatua del pintor holandés Rembrandt van Rijn, que da nombre a la plaza por haber vivido cerca de allí. En ese momento la estatua estaba rodeada de las esculturas de unos soldados, una representación de su cuadro más famoso La ronda de noche.
Antes de seguir nuestro camino buscamos un sitio para comer. A pesar de que queríamos probar algo de la ciudad, solo encontrábamos restaurantes de especialidades de otros países, por lo que terminamos en un restaurante argentino llamado Al Argentino Steakhouse, donde obviamente acabamos pidiendo carne. El camarero, de origen argentino, fue bastante amable con nosotros. Al saber que era española y que estaba haciendo un Erasmus en Francia, me empezó a hablar en español y así fue más fácil pedir. Por supuesto, la carta estaba también en inglés, por lo que no hubiésemos tenido mucho problema tampoco.
Después de comer nos dirigimos a uno de los sitios más importantes de la ciudad: el Museumplein o la plaza de los Museos. Pasamos por el Rijksmuseum, el museo más grande de arte de los Países Bajos, para llegar las famosas letras de I amsterdam. Hoy en día estas letras no están en la plaza, pero en su momento atraían a muchos turistas, por lo que no era de extrañar que el sitio estuviese llenísimo de gente, ya que era sábado y estábamos en vacaciones escolares.
Después de intentar sacar una foto decente con las letras sin que saliese mucha gente detrás (imposible), nos subimos a una plataforma que había encima de la pista de patinaje sobre hielo situada en invierno enfrente del museo. Desde allí pudimos sacar una foto decente del panorama.
Nos planteamos ir al Museo Van Gogh que se veía a lo lejos, pero ya era tarde y no teníamos mucho tiempo para visitar más cosas, por lo que decidimos seguir nuestro camino.
A continuación pasamos por la plaza Max Euweplein, nombrada en honor a Max Euwe, un profesor de matemáticas y en su momento campeón mundial de ajedrez. En esta plaza había un tablero gigante de ajedrez en su honor.
Nuestra siguiente visita fue la Casa de Anne Frank, que tampoco pudimos visitar por falta de tiempo y por la enorme cola de personas que había.
Decidimos en su lugar merendar en un local próximo llamado Pancakes Amsterdam Westermarkt, donde pudimos probar los famosos Pannenkoeken, los panqueques típicos holandeses. Aunque estaban bastante buenos, también fueron bastante caros. Además, el local estaba llenísimo y tardaron bastante en atendernos.
Cuando salimos ya se había hecho de noche y ya era bastante tarde, por lo que nos dirigimos al centro para volver al hotel. Ámsterdam de noche era preciosa y nos dieron bastante ganas de hacer un tour en barco por los canales, pero hablamos de dejarlo para el día siguiente.
Antes de coger el tren en la estación central para volver al hotel, pasamos por un supermercado para comprar la cena. Cogimos un paquete de pasta, una lata de atún y un bote de tomate, y volvimos en tren. Una vez en el hotel, hicimos la pasta en la cocina común (donde había bastante gente cocinando) y cenamos en las mesas que hay en el hotel.
Después de cenar volvimos a la habitación para dormir temprano y así aprovechar la mañana del siguiente día que sería el último.
Así se terminó el segundo día de nuestro viaje, en el que visitamos la ciudad de Ámsterdam. En la próxima entrada os relataré el siguiente día y el último de nuestro viaje, en el que aprovecharemos la mañana para visitar un par de sitios que nos quedaron y en el que volveremos a Francia.
¡Hasta la próxima!
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