Mi primera caída o cómo estrellé mi bici...
Sé que por el título parece que voy a hablar de mi accidente de bici, pero primero empezaré con mis últimos días y luego iré a lo importante...
Cambio
Es increíble lo rápido que me adapto a todo. No sé si a vosotros también os pasa, pero me siento totalmente distinta respecto a mi estancia en Ámsterdam a como me sentía los dos primeros días. Estoy muy contenta. Me acuerdo de que hace unos días no paraba de quejarme y ahora me siento totalmente distinta, aunque no ha cambiado nada. Simplemente me he acostumbrado. Además, me he dado cuenta de que el tiempo pasa muy rápido. Ya llevo dos semanas aquí. De hecho, me da la sensación de que llevo meses aquí. Lo primero de todo, estoy muy agradecida por compartir la habitación con Romca, me encanta. Por cierto, voy a escribir otra historia sobre nuestro piso. En segundo lugar, puse en orden mis prioridades y creo que hice una buena elección de programa de estudio. Por último, estamos conociendo a gente nueva cada día, lo que para mí es muy importante: estar rodeada de gente con la que me siento bien.
El domingo no hicimos prácticamente nada. Quería haber estudiado porque las clases empiezan a ser complicadas, pero no pude. Necesitaba imprimir unos papeles, así que fuimos en busca de una copistería, que estaba lejísimos. Después, hicimos la colada y nos llevó mucho más tiempo de lo que esperábamos. Encima teníamos que terminar los deberes de Valoración. Comprobamos las respuestas con Jonathan y las pusimos en un solo archivo. De hecho, tardamos un montón. Con un poco de suerte, la próxima vez irá mejor.
Decidí ir al Ayuntamiento sin cita previa para que me dieran un permiso de trabajo pronto. Por desgracia, no funcionó. No sé por qué este año está todo organizado de forma distinta al año pasado. Los alumnos del año pasado no necesitaban ninguna cita para ir al banco o al Ayuntamiento. Un señor nos dijo que la cita más cercaba era para el 29 de septiembre (¡dentro de dos semanas! ). ¡Odio este sistema! Por tanto, habíamos madrugado para nada. Le mandé un mensaje a Gwen, pero parece que buscaremos alguna manera para que pueda trabajar. De hecho, voy a empezar a trabajar aquí oficialmente dentro de poco, pero no quiero hacerme muchas ilusiones antes de empezar de verdad.
El lunes tuvimos «solo» cuatro horas de clase de Mercado Inmobiliario, así que decidimos ir a ver el gimnasio. ¡He pensado en apuntarme! ¡Hasta comparándolo con los precios de las clases en la República Checa, es muy barato! En Ámsterdam tienen seis gimnasios, pero solo cuatro ofrecen clases. Podemos matricularnos todo el año por 160 euros e ir cuando queramos. Yo no tengo que pensármelo porque estoy enamorada del Fit Fight. Me encantó esa clase y dos días después seguía teniendo agujetas, lo cual creo que es bueno. La primera vez que fui a Fit Fight, no sabía qué esperar. Pensé que solo haríamos algo de boxeo, pero el entrenador ya lo había preparado todo. ¡Puso música muy motivadora y fue un entrenamiento duro! Además, no me esperaba que quien diera la clase fuera un hombre, fue un buen cambio.
El gimnasio
Esta vez fuimos directamente de clase al gimnasio y fue un desastre. Odio llegar tarde a los entrenamientos porque no me da tiempo a cambiarme de ropa y tengo que ir con prisas. Al entrar quisimos registrarnos para una prueba gratuita. El chico nos avisó de que llevaría un tiempo, pero que nos daría tiempo a llegar a la clase que queríamos probar, GAP. Eran unos ejercicios que se centraban en los glúteos, el abdomen y las piernas. El chico era muy gracioso. Tardamos un poco en registrarnos, ¡pero porque tuvimos hasta que dar nuestra huella dactilar! Fue muy raro. Normalmente, en la República Checa le dejas tu tarjeta del gimnasio a quien sea y entra, pero aquí lo tienen todo muy organizado para que solo entren las personas matriculadas. Cuando terminamos, el chico nos dijo que empezábamos en cuatro minutos. Echamos a correr hacia los vestuarios. ¡Aquello parecía un laberinto, en serio! Después de cambiarnos de ropa, abrimos por lo menos tres puertas que no eran la correcta. Cuando encontramos la puerta, la gente ya estaba calentando. Nos unimos a ellos y la clase fue bastante bien, ¡menos por el hecho de que la profesora solo hablaba en neerlandés! Qué locura. No me gusta nada ese idioma, ni cómo suena. Además, parecía que estaba muy enfadada. Le dijimos que solo hablábamos inglés, pero le dio bastante igual, siguió dando las instrucciones en neerlandés. Creo que la clase estaría bien si la diera alguien hablando en inglés. Me molestaba mucho tener que mirar a los demás para saber qué hacer. Además, era un entrenamiento de lo más normal. ¡Fit Fight era mucho mejor! Aun así, probablemente me apuntaré. La clase terminó rápido y fuimos a casa a cambiarnos y a comer, ya que después queríamos ir a tomar algo.
Nos encontramos con algunos compañeros de nuestro edificio y cuando el supervisor nos echó, fuimos a un bar. Es gracioso porque sabemos que podemos estar frente al edificio un máximo de 10 minutos, pero nunca hacemos ni caso y siempre tiene que venir el supervisor a decirnos que nos vayamos. Ese día fuimos a un bar llamado Amstelhaven. He de decir que el bar estaba muy bien porque flotaba sobre el agua, pero el servicio no era tan bueno. Tuvimos que esperar un buen rato para pedir. No nos quedamos mucho tiempo porque estábamos cansados y nos esperaba un día duro (8 horas de universidad).
Pensaba que estar todo el día en la universidad iba a ser lo peor, pero al final fue un buen día. Por la mañana participamos en un experimento que hacían en la universidad. Ya había participado en cosas así en Praga y es una buena manera de conseguir dinero porque te registras, estás allí una hora o así y te pagan por responder preguntas. ¡Esta vez el experimento fue genial! Teníamos que hacer una suma de cinco números y luego decidir si creíamos que lo habíamos hecho mejor que la mitad de los otros que habían hecho el experimento o no. Yo me arriesgué diciendo que lo haría mejor y más rápido que la mitad de la gente, lo intenté y me salió bien. Por tanto, nos pagaron 25 euros y nos pusimos muy contentas.
Se suponía que este día iba a ser horrible porque para mí era la primera vez que pasaba seis horas seguidas en clase. ¿Y sabéis qué? No estuvo nada mal. ¡Qué sorpresa! ¡Fue un día genial! Todo es completamente distinto. Recuerdo que en Praga era una estudiante desastrosa. Me daba mucha pereza ir a clase y si iba, no prestaba atención. Me podía pasar las dos horas con el móvil en vez de escuchando al profesor. Rara vez prestaba atención toda la clase, quizás nunca. Por eso no solía ir a clase, porque sabía que era inútil y hacía otras cosas en vez de prestar atención. Tampoco puedo decir que aquí vaya a ser distinto porque solo llevo dos semanas, pero de momento ya estaba actuando de otro modo. Me interesa la materia. No quiero perderme ninguna clase. Lo que dicen es interesante y mucho más práctico que cualquiera de mis clases de Praga. Además, si tenemos cuatro horas de clase, el profesor nos da muchos descansos, lo cual ayuda mucho, y podemos ir a por café. Así que contando el experimento, el martes estuve 8 horas en la universidad y aun así estaba de buen humor. El profesor incluso nos dejó salir una hora antes, pero después teníamos clase de Econometría.
Mientras, fuimos a la cafetería a por un café. Allí vimos a tres compañeros del itinerario de Financiación Inmobiliaria y nos sentamos con ellos. Como estaban bebiendo cerveza, pedimos eso. Fue guay hablar con ellos porque aún no nos conocíamos. Eran muy majos. Eran holandeses y todos estaban en el itinerario doble. Uno de ellos estuvo un semestre en Praga, así que había mucho de lo que hablar. La hora pasó volando y tuvimos que volver a clase. ¡Qué calor hacía ese día! ¡En serio, era increíble! Llevaba pantalones cortos y aun así me estaba asando. Fuimos a otro edificio para la clase de Econometría. Costaba mantenerse concentrado después de las cervezas a las cinco de la tarde, pero el profesor era bastante bueno. Otro más que, comparado con los de Praga, lo explicaba todo de maravilla y respondía a todas las dudas. No sé cómo sentirme respecto a este día porque, por un lado, me gustó mucho, pero por otro me agobiaban tantos deberes e información. Además, me compré el libro más caro que he comprado nunca: Valoración Inmobiliaria. ¡Costó 60 euros! Espero que al menos sea útil.
Dappermarkt
El miércoles, decidimos exploras lugares nuevos en Ámsterdam y fuimos al mercado Dapper, o «Dappermarkt». Nuestros amigos nos habían hablado mucho de él. Fuimos en bici, estaba bastante cerca de la universidad. ¡Qué bien! Había batidos de naranja por 1 o 1, 50 euros, así que nos pedimos unos. Ya echo de menos mi batidora, siempre estaba haciendo batidos.
Vendían muchas cosas, sobre todo ropa y frutas y verduras. Eso último nos interesaba mucho. Tuvimos éxito y compramos mangos enormes a 75 céntimos, aguacates a 50 céntimos, frambuesas a un euro y un gran trozo de sandía a un euro. Normalmente, pagamos mucho más por todo esto en Albert Heijin. ¡Es un lugar estupendo!
Ese día también hicimos un experimento, pero fue bastante aburrido y no nos pagaron tanto como el día anterior. También nos dieron las instrucciones para el proyecto de Valoración y fuimos a ver el edificio que teníamos que tasar. Estaba en el barrio de Java Island. Nos sorprendió que fuera un complejo enorme y no un solo edificio. Comprobamos la ubicación, el estado del edificio, los restaurantes y los alrededores e hicimos unas cuantas fotos. También vimos la playa a la que fuimos la última vez y nos arrepentimos de no llevar bañador porque hacía muchísimo calor y la playa estaba llena de gente.
A la vuelta, tocaba trabajar un poco y como premio nos llevamos la fruta que habíamos comprado y fuimos a estudiar fuera, en un banco. ¡No esperaba que fuera tan difícil! Brillaba el sol y estábamos agotadas. Conseguimos terminar la mitad de los deberes. Comprobamos todas las respuestas, aunque ya lo habíamos hecho en clase, y las pusimos todas en un archivo. Queríamos hacer también la otra mitad, pero al intentarlo nos enfadamos porque era muy difícil y el profesor apenas la había explicado. Mañana volveremos a intentarlo, pero antes tenemos que leer algunos ejemplos.
Cena a la canasta
Romca y yo estamos de acuerdo en que aquí el tiempo pasa volando. Siempre vamos con prisas y no tenemos tiempo para relajarnos. Tenemos un montón de cosas que hacer, muchas cosas que planear y muchos sitios a los que ir. Esa tarde pasaba lo mismo. Nos moríamos de ganas por hacer algo de ejercicio, pero no podíamos porque esa noche teníamos una cena a la canasta. Era un evento que nuestro equipo de supervisores había organizado para la gente del edificio. La idea era que cada uno llevara un plato propio de su país para compartirlo con los demás. No fue mucha gente, ¡pero al llegar nos llevamos una grata sorpresa! Ya había gente sentada en los bancos. ¡No esperábamos conocer gente nueva, pero lo hicimos! Había un chico y una chica nuevos que eran de Bulgaria, muy simpáticos. Luego estuvimos hablando con una chica italiana. Más tarde, conocimos a gente de Turquía, aunque a algunos ya los conocía. ¡La comida estaba riquísima! Me preocupaba pasarme comiendo porque todavía me acuerdo de la degustación francesa que hicieron en Lila. La universidad lo pagó todo y tuvimos comida y bebida ilimitada gratis. ¡Fue una locura! Yo iba de una mesa a otra, no dejaba de comer. Al terminar la cena me sentía fatal, estaba llenísima. Tengo que admitir que me pasé mucho, en serio. ¡No podía ni andar! Desde entonces, me prometí a mí misma que no volvería a comer tanto. Por eso, esta vez intenté controlarme, ¡pero aun así comimos un montón de cosas ricas!
Estuvimos pensando qué plato checo hacer, y tras mucho pensarlo, escogimos uno llamado «bramboráky», que se hace con patatas. Cuando fui a Luxemburgo a ver a Lucy, quisimos participar en una cena internacional a la que cada uno tenía que llevar un plato de su país. Hicimos tortitas de patata sin problema, pero cuando probamos lo que habíamos preparado, no pudimos parar y nos las comimos todas. Como nos quedamos sin nada, al final no fuimos. Pero esa vez era diferente. Preparamos la masa con tres kilos de patatas. Llegábamos bastante tarde. En el piso tenemos una cocina que cuando queremos cocinar calienta de más. ¡Esta vez fue de locos! ¡Esta cocina está fatal! ¡Nos quemamos un montón de veces!
Usamos una segunda sartén y nos pusimos a freír como si no hubiera mañana. ¡Hicimos un montón de tortitas! Tuvimos que cambiarnos de ropa porque en la cocina había unos 35 °C. Supongo que teníamos una pinta graciosa, incapaces de sobrevivir en esa cocina y totalmente agotadas. Cuando por fin terminamos, bajamos con toda la gente que ya estaba cenando.
¡Había un montón de comida! Algunos de nuestros amigos checos hicieron bollos checos rellenos de albaricoque y ensalada de patata con filetes empanados. ¡Estaba buenísimo! También había canapés de salmón ahumado sueco, sándwiches de pollo y aguacate, queso búlgaro, pollo chino, pescado, huevos con pollo, platos turcos, tortilla española y de postre, tortitas polacas y crepes francesas. Por último, pero no menos importante, los platos holandeses de nuestro equipo de supervisores: probamos el frikandel, las albóndigas y el postre. Espero no haber olvidado nada. En mi opinión, ¡lo mejor fueron las tortitas polacas! ¡Y cuando digo tortitas, quiero decir las pequeñas! En la República Checa también las hacemos, pero estas llevaban manzana y estaban riquísimas. ¡También me alegró mucho ver a nuestros amigos polacos porque son muy majos, habladores y se apuntan a todo! Me sentía fatal porque no paraba de mezclar comidas. Primero empecé con algo salado, luego probé un postre. La segunda ronda también fue comida salada y postre. ¡Y así por lo menos tres veces! Estábamos encantados porque vino mucha gente y trajeron mucha comida. ¡Qué calor hacía! Me sentía como si estuviera en España o en Italia porque estuvimos toda la noche con vestidos sin chaqueta ni nada.
Accidente de bici
Agradezco que hayáis leído hasta aquí porque lo he descrito todo al detalle y por fin llego a lo más importante que pasó ayer: me caí de la bici.
Durante nuestra última fiesta, una barbacoa, pasaron muchas cosas malas. Estaba hablando con mi madre por Skype y le estaba enumerando lo que nos había pasado: «A Kristyna se le cayó el móvil y le costó una pasta arreglarlo, después se cayó de la bici y estuvo toda la noche sangrando. Más adelante, le robaron el móvil a Romca y tuvo que comprarse otro. Además, ya nos ha pasado dos veces que atamos dos bicis juntas en una fiesta y luego no encontramos a la otra persona y tenemos que volver andando. Primero les pasó a John y Jeremy y luego a Romca y a mí. ¿Pero qué pasa aquí? Llevamos aquí dos semanas y ya nos ha pasado de todo». Luego añadí: «Aunque yo tuve suerte, atar una bici con otra y luego no poder usarla tampoco es el fin del mundo. A ver qué me pasa ahora». Creo que lo que dije exactamente fue: «Estoy esperando a que me pase algo». Supongo que al decir eso atraje la mala suerte porque...
No teníamos pensado ir de fiesta después de la cena, pero rápidamente la cena se convirtió en fiesta. Como siempre, nos «obligaron» a irnos del patio sobre las 23:00. A Jeremy se le ocurrió una idea brillante: ir a la tienda más cercana a por alcohol porque ya nos lo habíamos bebido todo. Yo me limité a seguir a los demás. No sé por qué, pero todos iban en la bici bastante rápido, o al menos eso me pareció. Fredrick en concreto iba haciendo tonterías, cruzándose de izquierda a derecha, era divertido. Yo iba la última con Mikael. Íbamos a Central Station, al supermercado. De repente, vi que había muchas vías de tranvía frente a mí. Recuerdo todo lo que se me pasó por la cabeza en ese momento. Pensé que debería tener cuidado porque Kristyna había dicho que era muy fácil caerse. Pensé que el día de la presentación, una de las chicas nos advirtió que lleváramos cuidado con las vías del tranvía porque era fácil quedarse atascado en ellas. Recuerdo que mucha gente me había contado que se había caído de la bici. Todo lo que pensaba me indicaba que debería prestar atención e ir más despacio.
Vi que los raíles giraban a la izquierda. Me encontraba justo en mitad del camino y sabía que tenía que cruzar. También sabía que la única manera era con la bicicleta en ángulo recto con la vía. Sabía perfectamente lo que no tenía que hacer y eso es justo lo que pasó. Cuando vi la rueda enganchada en la vía, supe que me iba a caer. Y efectivamente.
¡No os imagináis lo que dolía! Me había sorprendido que Kristuna se cayera la otra vez y pensaba que era por el alcohol, pero ahora veo que no fue por eso. Caerse en la carretera es peligroso, especialmente si llevas las piernas al aire (yo llevaba vestido) y vas rápido. Me levanté enseguida y les dije a todos que estaba perfectamente. Pero no lo estaba. Me dolía mucho. Ni siquiera podía volver a montar, por lo que regresé a casa a pie, empujando la bici a mi lado. Tardamos un montón en volver de Central Station a mi casa. Tyna me dijo que me pondría desinfectante al llegar y cuando echó una gotita sobre la herida, ¡no podía soportarlo! ¡Qué dolor! Quería irme a mi casa, pero me acabaron convenciendo para quedarme con ellos e ir a Coco's. (En la imagen no parece tan terrible como fue en realidad).
Coco's
Fuimos a Coco's, un famoso bar de estudiantes en el centro de Ámsterdam. Desde que llegué, ya hemos ido tres veces. A mí el sitio me gusta mucho. Primero, puedes pedir 9 chupitos de Jägermeister por 10 euros y segundo, la música es genial. Pero esa vez no se estaba tan a gusto, había mucha gente y un ambiente sofocante. Tuvimos que salir por lo menos tres veces a que nos diera el aire del calor que hacía. Tuvimos algunos problemas para entrar porque ¡las chicas y yo aún no teníamos los carnés de estudiante! Esta vez, las chicas decidieron dejar los móviles en casa para evitar perderlos o que se los robaran. Creo que la próxima vez haré lo mismo porque ya me sé el camino. ¡Ya puedo atreverme a ir sola sin mapa! Hasta hace pocos días, aún no sabía dónde estaba, a pesar de haber ido muchas veces. Casi me olvido por completo de la herida, pero cuando la lavé en casa, dolía muchísimo.
Hoy no hemos hecho nada (el día después). Por la mañana fuimos a ver un piso para David y cuando volvimos me pasó una cosa muy molesta. Algunos amigos me habían contado que muchas veces se despiertan temprano después de una noche de fiesta y no son capaces de volver a dormir ese día por muy cansados que estén. No me lo terminé de creer porque a mí nunca me había pasado algo así. Yo siempre tengo ganas de dormir después de una fiesta, donde y cuando quiera. Pero esta vez fue distinto. Tras volver de la búsqueda de piso, tenía ganas de volver a la cama, pero una vez allí no pude dormirme. Estaba reventada, pero tenía muchas cosas en la cabeza y simplemente me quedé ahí tirada. Una hora después, decidí levantarme y hacer algo.
Hicimos algunas compras en Dirk y tuvimos unas cuantas clases. En realidad, el día giró en torno a mi «gran» dilema con la matrícula de mi universidad en la República Checa. Era muy complicado y no podía tomar una decisión. Odio cuando me pasa eso. Y me pasa mucho. Estuve pensando en todas las posibilidades y hablándolo con todo el mundo, pero aún no he encontrado la solución perfecta. Debería volver a Praga a solucionarlo, pero tengo muchas cosas que hacer para la universidad y se supone que empiezo a trabajar la semana que viene. Por otro lado, ya he decidido matricularme en la universidad de Praga y no voy a cambiar de opinión. Mañana tomaré una decisión. Ahora debería irme a dormir, me esperan un montón de cosas. Por la mañana, tienen que venir a arreglar el extractor de la cocina, tenemos que terminar los deberes de Valoración, espero poder ir a clase de Fit Fight y por la noche, ¡vamos a una fiesta mexicana (por fin) para celebrar el Día de la Independencia de México!
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