Emoción por el gimnasio

El viernes teníamos muchos planes. Por la mañana, estuvimos esperando a que vinieran a arreglar el extractor de la cocina. Cuando llegamos a la casa, no nos hizo mucha gracia ver lo sucia que estaba. Recuerdo que estuvimos todo el primer y segundo día limpiando nuestro «piso». No soy del tipo de persona que se queja y pide otra habitación, pero como habíamos oído que unos amigos se habían quejado el año pasado y equipo de Asesores Residentes había hecho cambios, decidimos intentarlo. Les mandamos fotos de las paredes que estaban muy sucias y nos quejamos del extractor, que daba un asco increíble. De hecho, nos da miedo cocinar por si cae algo del extractor. Además, ni siquiera funciona. Para mi sorpresa, el equipo de asesores nos dijo que mandarían pintores y a alguien que arreglara el extractor. ¡No me lo esperaba! Los pintores llamaron hoy y dijeron que vendrían el viernes a las 7:30, así que tendremos que madrugar. El viernes pasado iban a venir a arreglar el extractor. Fue muy rápido. El tío cambió un botón y ya. Inocentes de nosotras, que pensábamos que iba a cambiarla entera. Por tanto, parece que nos toca limpiarla a nosotras.

Después nos pusimos con los deberes. Me encanta vivir con Romca porque es más fácil poder trabajar juntas cuando queramos. Ese día nos prometimos que terminaríamos los deberes. A veces me gustaría vernos porque somos un espectáculo. Sabíamos que ese ejercicio no iba a ser fácil desde que lo empezamos la otra vez. También encontramos unos apuntes del profesor con ayuda y decidimos estudiar primero esos apuntes y después aplicarlos a los deberes. Íbamos despacio, pero cuando terminamos ya sabíamos cómo hacer el ejercicio de los deberes. Lo terminamos y entonces nos dimos cuenta de que era el ejercicio 1a y que aún nos quedaba el b, c, d y luego 2, 3 y 4. Fue gracioso, pero al menos no estábamos atascadas. Terminamos los ejercicios, hicimos la comida y descansamos un rato antes del gimnasio. ¡Tenía ganas de ir porque tocaba Fit Fight! También me preguntaba qué pensaría Romca de la clase. Era su primera vez.

Esta vez, llegamos a tiempo y nos preparamos para los ejercicios en grupo. El profesor nos dijo que haríamos los mismos movimientos durante 10 semanas y no nos gustó mucho, pero al menos, como nos explicó, así mejoraríamos la técnica. ¡He de decir que esta clase es genial! ¡Me encanta! Te cansa muchísimo y estuve dos días con agujetas. Me gusta tener agujetas después de hacer ejercicio porque así sé que he hecho algo bueno para la salud. Después de la clase, me sentía llena de energía. Lo único que no me gustó es que el profesor hablaba casi todo el rato en holandés. ¿Por qué? La última vez no tenía ningún problema con el inglés. ¿Qué ha pasado? Era un rollo porque no quiero estudiar holandés y aburre no saber qué hacer.

Como no teníamos mucho tiempo, hicimos sopa de puerro. Yo estuve una hora haciendo Skype y luego tuvimos que irnos a la fiesta. Tenía ganas de ir, pero fue distinta de lo que esperaba. Primero, quedamos con unos amigos en un banco. Hacía más frío, no me gustaba nada. Para variar, al día siguiente estaba enferma, a pesar de haberme puesto chaqueta y bufanda. Tardamos mucho en llegar a la fiesta en bici. Me sorprendió lo nuevo y bonito que era el edificio. Me esperaba una fiesta mexicana salvaje, pero todo el mundo estaba hablando y todo estaba tranquilo. Ni siquiera sabía quién había organizado la fiesta. Cuando entré, me alegró ver a algunos amigos de nuestro edificio con los que no había podido hablar mucho. Bebimos un montón. El tiempo pasó volando.

Emoción por el gimnasio

Fiestas

Me lo pasé genial con Romca en la fiesta porque al principio nos sentamos a hablar en un banco. Cuando estuve en Francia, no nos vimos, por lo que tenía mucho que contarle. Empecé con una historia que no sabía nadie excepto los que estaban de Erasmus conmigo. Me costó recordar todo lo que había pasado. Mientras, probamos el guacamole, ¡no podíamos dejar de comer! Diría que era el mejor guacamole que he probado en mi vida. No picaba mucho, era como comer aguacate fresco. No puedo creer que hubiera un tiempo en el que no me gustaba el aguacate. ¡Ahora lo amo, podría comerlo todos los días! ¡Creo que dije por lo menos tres veces lo bueno que estaba! Mientras comíamos, estuvimos hablando y hablando y la fiesta fue bien. Después, decidimos socializar y conocimos a gente nueva que vivía allí. El problema era que no había aseos comunes y cada vez que queríamos ir al baño, teníamos que pedírselo a alguien que viviera allí. Conocimos a gente maja y de repente, les oímos decir algo tipo: «Pues en Eslovaquia... ». Enseguida nos pusimos a hablar en checo con ellos. ¡No me gusta! No sé por qué hay tantos checos y eslovacos aquí. ¡Hablé más inglés el verano que pasé en Praga, de verdad! Ahora entiendo por qué los alemanes y los españoles tienen ese problema, siempre dan con alguien que hable su idioma. Aunque resulta más fácil, es peor cuando quieres practicar inglés. Bueno, pero la gente que conocimos era simpática y hablamos mucho. Mientras tanto, mucha gente se fue y dijimos de ir a un bar con la gente nueva.

Emoción por el gimnasio

No sé cómo pasó, pero acabamos yendo al centro con un tal Peter de Dublín. Tampoco sé cómo lo hice, pero íbamos dos en una sola bicicleta y todo fue bien. Recuerdo ir contando los minutos y fueron unos veinte, pero me divertí mucho y fue genial conocer a Peter y a sus amigos. Cuando llegamos al lugar nos dimos cuenta de que no conocíamos esa zona. Se llamaba Leidseplein. ¡Qué emoción! Había un montón de bares y discotecas. Creo que es la zona con más bares de Ámsterdam. Había muchísima actividad aunque fueran las dos de la mañana. Fuimos a la discoteca Hotshot, pero la cola era larguísima. Luego buscamos a los amigos de Peter y se nos ocurrió la peor idea posible: comer en Burger King.

Emoción por el gimnasio

¡No puedo creer que ocurriera! Normalmente, vamos a Burger King cuando queremos ahorrar, pero esta vez fue diferente. Recuerdo que nuestro amigo Jeremy nos dijo que allí podías pedir una hamburguesa con queso por un euro. Fuimos muy emocionados y le dije a Romca que nos pidiera una hamburguesa con queso a cada una. Pero el encargado nos dijo que a las tres de la mañana no se podían pedir esas y teníamos que elegir entre las hamburguesas grandes. Me enfadé y le dije a Romca que podíamos compartir una, así que pidió una grande. ¡No me podía creer que le hubiera costado 13 euros! Me cabreé un montón. Quiero decir, no me enfadé, pero los que nos conocen se reirían porque siempre calculamos el dinero que nos vamos a gastar porque aquí todo es muy caro. Hasta fuimos 15 minutos en bici a la tienda más barata para ahorrar y ahora me he gastado 6, 50 euros en una maldita hamburguesa. Y lo peor fue que ni siquiera me gustó. Pero bueno, no había nada que hacer. Preferiría haber gastado ese dinero en cenar, pero no podíamos hacer nada.

Mientras comíamos, nuestros «nuevos» amigos se reían de nosotras porque parecía que pasábamos hambre. Cuando el tío que trabajaba allí quiso echarnos, se pusieron a decir que era la primera vez que nos comíamos una hamburguesa y que teníamos que disfrutarla. Cuando terminamos, quisimos seguir en algún bar. Después, de casualidad nos encontramos con Ibi, nuestro compañero de clase de Valoración, y nos separamos. Pensé que nos volveríamos a encontrar más tarde, pero no lo hicimos porque estábamos cansados. Tenía ganas de matar a Ibi porque iba tan borracho que no recordaba dónde había dejado la bici. Estuvimos por lo menos un cuarto de hora buscándola. Al final la encontramos y nos fuimos a casa. El sábado nos levantamos sobre las 11:00 y no hicimos nada. Cómo no, tenía resaca. Encima me había puesto enferma. Ese sábado, la amiga checa de Romca, Sasa, vino a Ámsterdam a verla.

Emoción por el gimnasio

Yo no me encontraba bien, así que me quedé en la cama escribiendo en el blog. De hecho, fue el único momento que tuve para hacerlo. También estuve hablando por Skype con mi madre después de mucho tiempo. ¡Fue genial! Cuando las chicas volvieron, planeábamos ir al centro de la ciudad. Yo también fui, pero me encontraba mal y sabía que no era buena idea. Fuimos a Albert a comprar alcohol y ¡encontramos una licorería nueva! ¡Tenían Capitan Morgan a 10 euros! Deberíamos empezar a beber esto en vez de vino. En Francia era igual. En cada fiesta en Francia, bebía vino. Al menos así me he acostumbrado. ¡Me arrepentí de no haber ido al Festival de Comida porque oí que fue genial!

Estábamos sentadas fuera, bebiendo, pero decidí acostarme porque me preocupaba encontrarme peor al día siguiente. Mientras me quedaba dormida, aún oía a las chicas hablando. De repente, algo me despertó a las 6:00. Eran las chicas volviendo de fiesta. Vaya. ¡No sabía que a Romca también le gustara ir de fiesta! Cuando estábamos en Praga, siempre prefería irse a casa en vez de salir de fiesta. ¡Qué alegría! Cuando las chicas me contaron cómo fue la noche, me quedé alucinada. ¡La próxima vez iré con ellas sin dudarlo! Pero esta vez fue buena idea quedarme en casa porque me ayudó a recuperarme.

Por la mañana, fui a la biblioteca. ¡Por fin! Me sorprendió lo llena que estaba para ser domingo. De hecho, cuando llegamos a eso de las 11:00 estaba casi vacía, pero empezó a llegar más y más gente y se llenó. Creo que debería ir más a menudo. Tynka estaba estudiando y yo tuve tiempo para dedicarme al blog. Era mucho más fácil concentrarse allí, rodeada de estudiantes, que escribiendo en casa. ¡Al final estuvimos allí casi cinco horas! Fue una locura. Por supuesto, nos tomamos un café. Resulta bastante productivo estudiar y trabajar en la biblioteca. Allí no miro Facebook y me gusta estar rodeada de gente, aunque estén estudiando. A veces me da pereza ir, ¡pero siempre viene bien! Tenemos una bonita biblioteca en la universidad, pero está siempre llena. Me molesta que aún no tengamos el carné de estudiante porque ¡ni siquiera podemos pedir un café! Y ya ni hablar del hecho de que no podemos usar la impresora.

Emoción por el gimnasio

Gimnasio

Tynka y yo hablamos y decidimos ir al gimnasio esa tarde. Me sentía mucho mejor porque me hice mi «querida» cebolla con miel. Descubrimos que al apuntarnos podíamos ir a la sauna, pero esa vez no me apetecía. De hecho, no estaba muy convencida de ir al gimnasio en ese estado, pero cuando estaba en cada decidí ir. Por desgracia, el gimnasio más cercano estaba cerrado porque los domingos cierra a las 17:00. ¡Fuimos en bici al sitio de la fiesta y la verdad es que está lejos! ¡Llegamos y el gimnasio era chulísimo! Era más grande. Enseguida supimos dónde ponernos: en la máquina de step. Qué felicidad. Estuvimos allí unos 15 minutos, era la combinación perfecta porque podíamos estar hablando mientras hacíamos ejercicio. La conversación me interesaba porque estuvimos hablando de transformaciones, comida sana y ejercicio.

De repente, un tío muy cachas llegó y dijo algo en holandés. Por supuesto, no entendimos nada. Entonces lo repitió en inglés, nos dijo que nos pusiéramos en el círculo de entrenamiento. No sabía si era buena idea, pero allá que fuimos. ¡Unos segundos después supe que era mala idea! ¡Qué locura! El tío fijó 10 lugares de entrenamiento y teníamos que cambiar de sitio cada 40 segundos. Normalmente, me gustan este tipo de ejercicios, pero aquello era demasiado. No creo que fuera un ejercicio apto para chicas. No me gustaba ningún ejercicio. Había que dar patadas a un saco de boxeo, hacer flexiones y saltar y otras actividades que ni siquiera sé describir. En cinco minutos estaba roja como un tomate. Necesitaba beber algo. Por desgracia, el ejercicio no tenía pausas. Era de locos. Sentía que no podía seguir más. El tío gritó: «¡No pares! ¡Tienes que seguir! ». Y eso hice. Después de un descanso, hicimos otra ronda. Fue muy intenso. Al terminar estaba feliz y agotada. Creo que volveremos a intentar este ejercicio cuando ya esté curada del todo. También hicimos ejercicios de abdominales y luego volvimos a casa en bici. Me preocupaba no poder llegar a casa, pero todo fue bien. ¡Me sentía genial después de aquello! ¡Me voy a apuntar sin duda!

Respecto al gimnasio, es la primera vez que voy en serio. En el instituto hacía baile de competición, así que no necesitaba otro deporte. Cuando dejé de bailar, echaba de menos el deporte. Así que hice ejercicios en grupo, pero era algo muy de vez en cuando, no iba de forma constante. Una de las cosas que más me gustaban era el salto. Luego, decidí salir a correr. Era ridículo porque en el instituto era la que más odiaba correr. Pero las cosas cambiaron y empezó a gustarme. Lo veía como un modo de relajarme y de pensar en todo lo que me pasaba en la vida. Empecé a hacerlo a menudo, hasta participé en una competición. En Lila, salía mucho a correr porque hacía buen tiempo y había un parque cerca con mucha gente que iba también a correr. Me encantaba ese sitio. Cuando llegué a Ámsterdam, me decepcioné porque los parques estaban lejos y hacía demasiado frío como para correr. Por eso pensé en el gimnasio. Además, tienen una oferta especial para los estudiantes, 160 euros por todo el año. Solo fui al gimnasio una vez cuando tenía entrenador personal, pero llevaba mucho tiempo sin ir. Luego lo intenté otra vez con mi ex, pero creo que es importante ir con alguien que te motive.

Tengo ganas de ir al gimnasio porque hasta cuando iba a correr y estaba contenta con mi peso, quería hacer ejercicio en el gimnasio para aumentar la musculatura. Por desgracia, o no tenía tiempo o era muy caro. ¡Por eso ahora me viene genial! Quiero hacer deporte como sea y me encantan los ejercicios en grupo que ofrecen. Además, ya tengo compañera de gimnasio que se venga conmigo y el sitio está cerca de casa. Espero ir a menudo. ¡Creo que gracias a Tyna podré hacerlo! Ya veremos.

Hoy me encontraba sorprendentemente bien y casi recuperada. No hicimos casi nada. ¡Terminé el mango y me encantó! Es el mejor desayuno del mundo: mango, coco, muesli y yogur. Tuvimos clase de Mercado Inmobiliario, es cada vez más difícil. Intentan asustarnos con el examen. Además, sigo sin poder decidir mis planes de esta semana. Nuestro antiguo compañero organiza una fiesta en Róterdam y ya había prometido ir, pero cuando vi que trabajaba jueves y domingo, cambié los planes. Además, tenemos una tarea de Valoración que no es pequeña y está a punto de terminar el concurso de blogs, por lo que creo que me quedaré en Ámsterdam.


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