Barbacoa
Barbacoa en Ámsterdam
Trabajo
Todo ha ido muy rápido con lo de buscar trabajo. Gwen, la chica que me hizo la entrevista, me dijo que fuera al restaurante a hacer una prueba. Lo mismo de siempre. Tenía ganas y curiosidad, pero también estaba nerviosa y no sabía qué esperar. ¡Ahora puedo decir que fue mejor de lo que esperaba! De hecho, el restaurante me encantó y me gustaría empezar a trabajar allí. Era totalmente distinto de Adelitas.
Me gustó porque tenían pequeños detalles para la gente. Primero, cuando vienes te sirven nachos con pico de gallo gratis. Creo que es un buen detalle y hace feliz al cliente, aunque sea algo barato. Y me quedé alucinada con el tamaño de las Margaritas, ¡son enormes! Además, siempre lo sirven en jarritas en las que pone «esto es Pilones». Al pagar, damos a los clientes una cestita con caramelos junto a la cuenta. Todo esto son simples detalles, pero mejorar el lugar.
Mi trabajo empezó de forma graciosa porque me equivoqué de sitio. Por suerte, el otro Pilones estaba justo al lado. He de decir que no fue fácil. La mayor diferencia era que todos los restaurantes de Ámsterdam son diminutos, por lo que no suele estar dividido en camareros y baristas. Me resultó raro tomar los pedidos, ponerlos en el ordenador, preparar yo las bebidas, servirlas y esperar la comida. Es decir, hacerlo todo menos la comida. Por otra parte, el bar es pequeñito, así que no pasa nada. Además, habíamos cuatro chicas trabajando allí. Conocí a una chica brasileña que me lo enseñó todo. Todos eran muy majos, echaba de menos el ambiente de los bares así: gente simpática, música latina y buen rollo. Me sorprendió conocer también a una chica checa. Había ido a Ámsterdam a estudiar en la universidad, pero le gustó tanto que se quedó. ¡De verdad, no sé por qué hay tanta gente de la República Checa! ¡También fue genial volver a oír hablar en español! Aunque ya había trabajado en un restaurante mexicano, la comida era totalmente distinta. Es decir, la carta era distinta. En el descanso, probé los tacos con bacon, queso y pollo. ¡Estaban buenísimos! También era gracioso que el ordenador estaba medio en español, medio en holandés. Por tanto, tenía que preguntarlo todo unas diez veces. Al principio, me preocupaba tener problemas por no hablar holandés, pero me llevé la grata sorpresa de que si decía «hello», automáticamente todo el mundo me respondía en inglés.
Antes de Pilones, tuve fui al banco ING y me dieron por fin mi cuenta holandesa. Aún me tienen que mandar la tarjeta auténtica con mi nombre, pero al menos ya puedo empezar a usarla. Ya nos ha pasado alguna vez no poder pagar en efectivo o con una tarjeta no holandesa. ¿Pero qué pasa? No me lo podía creer.
Barbacoa
¡El viernes fue un día estupendo! Por la mañana, fuimos a ver la tienda más barata de Ámsterdam, llamada Dirk. Según el mapa, estaba a «solo» 15 minutos en bici. Fuimos en bici y sí que estaba bastante cerca. ¡Nos sorprendimos nada más entrar! Todo era mucho más barato. Normalmente, no hay nada por menos de un euro en Albert Heijn, pero allí tenían muchas cosas a ese precio. Lo primero que encontramos fue pasta por menos de 1 euro. Y así con todo. Menuda sorpresa. Estuvimos un buen rato comprando. Yo traté de no comprar sin control porque solo llevaba una bolsa y mi mochila. También compramos cosas para la barbacoa de esa tarde. ¡El camino de vuelta fue de locos! Ni siquiera podía pedalear con todo lo que llevaba. Por suerte, llevo un portaequipajes en la bici. El camino de vuelta me pareció eterno, hasta perdimos a Romca. Pero estábamos felices con todo lo que habíamos comprado tan barato.
Para comer, Romca y yo hicimos fajitas. Vimos un par de recetas e hicimos lo que pudimos. Compramos pollo, especias para fajitas, pimiento, cebolla, salsa picante y tortillas. Era bastante fácil. Guisamos las verduras e hicimos la carne con la salsa y las especias. Por último, añadimos queso. Yo usé mis habilidades de Adelitas e intenté envolver bien la tortilla. Para mi sorpresa, estaba riquísimo. Quizás podríamos haber puesto ensalada en el plato para que no se viera tan vacío, ¡pero estaba muy bueno! Estuvimos todo el rato haciendo fotos para tener pruebas.
Quería descansar, pero, por desgracia, tenía mucho que hacer. Teníamos que seguir con los deberes de Valoración y luego, preparar la carne con aceite y especias para la barbacoa. Por tanto, no tenía tiempo para descansar. Antes de las 15:00, decidimos ir a ver el gimnasio de la universidad. He de decir que me sorprendió para bien que la universidad ofreciera distintos tipos de matriculación en el gimnasio y que tuvieran seis locales en Ámsterdam. Tienen de muchos tipos: para 3, 6, 9 y 12 meses y para gimnasio, ejercicio en grupo o deportes. La opción que más me gustaba era la de deportes en grupo por 160 euros todo el año. Creo que es un precio asequible si voy al menos una vez por semana. Además, supongo que lloverá y hará mucho frío, esta es una manera genial de seguir haciendo deporte.
Fui con Kristyna. Normalmente, puedes apuntarte a una prueba gratuita e ir tres veces. Después, si te gusta puedes matricularte. ¡Hasta tienen un lector de huellas en la entrada! No hay manera de colarte. Cuando fui quise apuntarme a la prueba, pero todos estaban ocupados. Me dejaron entrar porque quería ir directa a una clase llamada Fit Fight. Leyendo las instrucciones, sabía que sería pelea y boxeo, pero tampoco esperaba mucho más. ¡Pues cuando empezó, me encantó! Aunque al principio era gracioso porque estaba justo al lado de un tío muy cachas, ¡fue divertido! El profesor llevaba la coreografía ya preparada y cambiaba la música y el ejercicio. La clase duró una hora. ¡Fue muy duro! Tras la clase, decidí matricularme. ¡Estaba muy contenta y llena de energía! ¡Al día siguiente, me dolía todo!
Después del gimnasio, ¡era hora de preparar una fiesta! Teníamos ganas porque la habíamos organizado para conocer gente nueva en el edificio. Acordamos pedir prestadas dos parrillas. Romca me rizó el pelo, ¡me gustaba mucho! También preparamos las verduras, el queso y la carne. Empezamos sobre las 18:00 con Jeremy y unos amigos checos y poco a poco fue llegando la gente. Después, comenzamos a preparar la comida. ¡La carne estaba buenísima!
Me encantan las barbacoas. La gente comió salchichas, carne, queso, verdura, hamburguesas... De hecho, me sorprendió la cantidad de gente que trajo comida. No tuvimos que hacer la verdura, así que con la carne nos comimos el queso. Mucha gente veía raro que comiéramos queso a la parrilla, pero para nosotras era normal. ¡El ambiente era genial! Hacía un tiempo perfecto, se estaba bien de manga corta. Conocimos a unas chicas nuevas españolas muy majas. Por desgracia, tuvieron que irse pronto. Por la noche, me quedé mirando a los demás pasárselo bien y creo que hicimos un buen trabajo.
Después, algunos se fueron a la fiesta oficial porque ya habían comprado la entrada. Nosotras no la compramos porque no nos entusiasman las fiestas llenas de gente. Prefiero estar con mis amigos a ir a una discoteca enorme en la que no se puede bailar y con colas larguísimas. El equipo de Asesores Residentes nos dijo que fuéramos al centro sobre las 23:00. Limpiamos rápidamente y fuimos de fiesta. No sé por qué algunos querían ir andando, pero yo estaba segura de que iba a ir en bici, andando se tardaba mucho. Fuimos a Coco´s. Éramos pocos porque nos habíamos dividido, pero aun así fue un milagro que fuéramos más de 10 personas. Cuando entramos al local estaba casi vacío. Tampoco tuvimos que pagar entrada. ¡Fue genial! Teníamos espacio para bailar. Después, vimos la oferta especial: ¡9 chupitos de Jägermeister a 10 euros! ¡Qué barato! Al instante decidimos pedirlos. ¡Nos los pusieron en tubos de ensayo! Como es mi bebida alcohólica favorita, ¡me encantó! Lo mejor fue que al final la gente se lió a pedir chupitos y acabamos con un montón. Supongo que eso explica lo que pasó después.
Primero, Kristyna se cayó de la bici y su rodilla no tenía muy buen aspecto. De hecho, empezó a sangrar. Después, Romca me dijo que no encontraba su móvil. No sabía cómo había podido pasar porque habíamos estado echándonos fotos con él y de repente no estaba. Ya habíamos oído que en las discotecas era normal que la gente robara, pero aun así era increíble. Intentamos encontrarlo, pero fue en vano. Traté de llamarla, pero el móvil estaba apagado. Lo peor es que se lo acababa de comprar hacía tan solo tres meses. Tampoco era de los más caros, pero me dio mucha pena. Luego nos volvimos a separar y ya no la pude encontrar. Estuve haciendo cola un buen rato para entrar al aseo y luego, al buscar a la gente, no la encontré porque el sitio estaba lleno. Pero la música me gustaba y quería quedarme.
Quería ver dónde estaba mi bici y fui a ver. La encontré, pero me di cuenta de que tenía un problema. Se me había olvidado que Romca y yo habíamos atado las bicis juntas y no sabía dónde estaba. La llamé, pero su teléfono seguía desaparecido. ¿Qué hago? Estaba segura de que no se había ido a casa. No podía haberse ido sin mí. Pero así fue. Supongo que estaba cabreada por lo del móvil. Llamé a Jonathan, que se había ido a casa también. Miraba a mi bici, lo único que quería era poder llevármela, pero no había manera. Luego fuimos a la pizzería más cercana a tomar algo. Recuerdo que nos reímos de muchas cosas. Casi se me olvidó lo de la bici. En ese momento me di cuenta de que debería aprenderme el camino de vuelta porque no tenía ni idea. A Ibi y Jacopo se les ocurrió que podían llevarme en el portaequipajes de la bici. Fui con Ibi, tardamos un montón en llegar. ¡Lo pasé genial esa noche!
¡Menudo dolor de cabeza tenía al levantarme! No hice nada en todo el sábado. Estaba sufriendo. Fui al centro con Romca a que se comprara otro móvil. Fue complicado porque no querían aceptar nuestra tarjeta de crédito extranjera, ni dinero en efectivo. Ese día, vinieron también nuestros amigos checos que este semestre están estudiando en Maastricht. Estaba reventada, pero no podía quedarme en la cama. Por tanto, dimos un paseo por la ciudad con ellos. Me alegraba ver a mi mejor amigo, Matej. No paraba de hablar de su intercambio y parecía contento con las actividades deportivas, fiestas, clases y alojamiento de Maastricht. Se quejaba mucho de tener que estudiar, pero supongo que eso ya sabía cómo iba a ser.
¡Estuvieron todo el día bebiendo! Desde que los vimos después de comer, ¡bebiendo todo el rato! Fuimos al centro y nos sentamos frente a nuestra casa. Jeremy les hizo la comida, pero por la noche estaba tan cansado que se fue a dormir (normal).
Por desgracia, tuvimos que irnos a hacer la cena y a terminar los deberes. Nuestros amigos salieron, pero yo no tenía ganas de más fiesta porque no me quería pasar todo el domingo en la cama. ¡No quiero ni ver una copa! Al final, nadie durmió en nuestra habitación porque es muy pequeña. Los vi un momento esta mañana porque tenían prisa por volver. También nos invitaron a una fiesta especial llamada Cantus el viernes. Tengo que pensar si iré porque he oído mucho sobre ella. ¡Pagas la entrada y toda la bebida va incluida! La cosa es que debería empezar a estudiar... Así que ya veré. De todos modos, ¡fue genial verlos en Ámsterdam!
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