Una semana de vacaciones

Momentos felices con mi novio

Después de mis viajes a Bruselas y París, pasé una semana en Amiens antes de marcharme cinco días a Londres. Había planeado todos esos viajes antes de enamorarme de mi novio, y ahora me arrepiento un poco, porque a mí solo me quedaba un mes aquí y no tendríamos tanto tiempo para pasarlo juntos. Además, no sabía si estaba interesado en continuar con la "relación" cuando yo me fuese de Francia, ya que nunca habíamos hablado del tema y yo no sabía cómo preguntárselo, las relaciones bilingües tienen algunas desventajas, y una de las más grandes es la comunicación. Puedes hablar muy bien un idioma que no es el tuyo, pero hay cosas que siguen siendo difíciles de expresar.

Pero bueno, en aquel momento no había nada claro, así que disfruté de cada momento con él y decidí centrarme en vivir el presente sin preocuparme demasiado por el futuro. Él todavía estaba en París, así que me tranquilicé, que era el primer día, y me puse a estudiar un poco. Mi examen era el 20 de mayo, y solo estábamos a día 2, así que todavía tenia mucho tiempo, y encima no estaba motivada para hacer los resúmenes y memorizarlos. Así que lavé la ropa, leí un libro, y cogí el autobús hacia el centro para disfrutar un poco del buen tiempo. Paseé por la zona peatonal, entré a algunas tiendas pero no compré nada (¡Londres ya iba a ser bastante caro! ), y me quedé alucinada con la catedral de Notre-Dame, aún habiéndola visto varias veces antes, estaba justo al lado de mi facultad.

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Tres chicas inglesas

Más tarde quedé con tres amigas en el centro, y me invitaron a comer una crepe con ellas y un chocolate caliente en una cafetería que me encantaba. Sabía que después de vivir en Francia tendría que ponerme a hacer deporte para perder alguno de los 1000 kilos de cruasanes, crepes, y de pan con chocolate que (asumo) que he engordado, pero por el momento solo quería disfrutar de mi vida en Francia tal y como era. No podía imaginar que antes de esto, había estado destrozada porque no habían aceptado mi solicitud en una universidad de Finlandia. Amaba mi vida aquí, en Francia, me había enamorado de una persona increíble y me dolía pensar que en un mes tenía que irme de aquí.

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Me lo pasé tan bien con las otras tres chicas en aquella cafetería, que me olvidé por completo de los problemas durante aquellas dos horas. Me encantaba pasar tiempo con ellas, las conocí la primera noche cuando mi tutor me llevó a patinar sobre hielo, y desde entonces tenemos una especie de amistad; obviamente ellas se conocían de antes y quedaban más porque tenían el mismo trabajo, pero una de ellas vivía en la misma residencia que yo, y quedábamos de vez en cuando para cocinar o ir al cine, y me encantaba poder hacer cosas con alguien que no fuera mi novio.

Después de nuestra sesión de crepes, querían ir de compras pero yo no estaba de humor y encima estaba algo cansada, así que cogí el autobús y volví a la residencia. Ya en casa, vi una serie en mi ordenador (a veces echaba tanto de menos la televisión), y acabé de hacer la colada. Luego quise cocinar algo para cenar, pero cuando entré a la cocina daba más asco del que da habitualmente. Había salsa de tomate por todo el fregadero, y todo estaba pegajoso por el aceite y la mantequilla. No tenía ganas de limpiarlo todo, así que intenté tocar solamente lo necesario y me hice algo de pasta. Volví a mi habitación y me comí la cena en la cama. Me empezó a gustar mi habitación de 9m², era pequeña pero acogedora, y no tenías que moverte mucho para abrir el frigorífico o coger algo de la nevera. Además, era muy fácil de limpiar. Pero también echaba mucho de menos mi apartamento de Alemania.

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Las vacaciones pueden ser maravillosas

La primera noche fue tranquila, y yo no hice nada especial, me escribí un rato con mi novio pero no llegamos a quedar. Así que me dormí pronto después de haber acabado de ver todos los episodios de las series que no había visto en París.

Al día siguiente dormí mas de la cuenta, me tomé el desayuno tranquilamente, y no sabía que hacer con mi día. Mi novio tenía que trabajar en su tesis, pero quedamos para comer porque yo no quería cocinar dos veces seguidas en esa cocina asquerosa. Me encantaba pasar tiempo con él, aunque solo fuera quedando una hora para comer. Después fuimos por la zona de la universidad, y nos tomamos un café antes de que tuviese que volver al trabajo. Quizá quedáramos por la tarde, o quizá no, nunca podía saberlo.

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Así que pasé el resto del día paseando por la ciudad, durmiendo un rato y viendo películas y alguna serie. Mi novio nunca acababa de trabajar antes de las 9 o las 10, así que me preparé para otra tarde en casa, porque no sabía si íbamos a quedar o no. Pero a las 9 me escribió diciéndome que había salido de trabajar, y que si quería ir a buscarle; siempre era así, me escribía, le iba a buscar en coche, comprábamos algo para cenar, volvíamos a mi apartamento, comíamos, veíamos una película y a dormir. Me encantaban las noches así aunque no fueran nada especial. Pero se parecía un poco a lo que sería vivir juntos, y eso me gustaba. Al día siguiente nos quedamos dormidos, y antes de llevarle de vuelta a su apartamento tomamos un desayuno francés (lleno de calorías) en una pastelería. Para mí era perfecto como era en aquel período de tiempo, no me importaba que no pasásemos el día juntos, las noches y las mañanas eran suficiente para mí. Y no podía imaginar cómo sería mi vida sin todo ese tiempo juntos. Pero pronto lo sabría.


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