La última semana en Francia - 2ª parte
Durante mi última semana, el tiempo se pasó volando; no estaba segura de si ya estaba preparada para irme y dejar la vida de Francia, pero no tenía otra opción. Ya había completado el formulario para dejar la habitación de la residencia, y ya les había dicho a todos que llegaría a Alemania el 3 de junio. A veces, era un inconveniente que todo ya estuviese planeado. De haberlo sabido, no habría dicho nada, y a lo mejor me habría podido quedar una o dos semanas más, ya que no sabía cuándo o si volvería a ver a mi novio, y eso lo hacía todavía más difícil. Y por eso intentaba disfrutar muchísimo más estos últimos días y verle tantas veces como fuera posible. Pero como él trabajaba durante el día, tenía que encontrar otras cosas para entretenerme, y como hacía buen tiempo, decidí visitar el zoológico de Amiens.
Visita al zoológico de Amiens
Durante mi estancia en la ciudad francesa, siempre había querido ir allí, pero estuvo cerrada hasta marzo, ya que es mejor ir a los zoológicos cuando hace buen tiempo y así puedes estar fuera más tiempo sin congelarte. El zoológico estaba situado en el Parc de la Hotoie, allí mi novio y yo íbamos a correr de vez en cuando. Me di una ducha, me preparé y desayuné (mi novio había cogido el autobús hacia el centro de la ciudad esta mañana, así que no tenía que llevarlo a casa) antes de salir de casa y después, fui al Parc en coche. Afortunadamente, había un aparcamiento muy grande a un minuto del zoo, así que no tuve que coger el autobús. Estacioné el coche y fui hacia el zoo para comprar la entrada. Claro que hubiera preferido ir con alguien, pero la mayoría todavía tenían clases en la universidad o tenían que trabajar, así que tuve que ir sola. Pero eso no suponía un problema para mí, porque de vez en cuando me gustaba hacer cosas sola, como por ejemplo, cuando viajé a Bruselas o a Londres; la única persona que viene siempre conmigo es mi novio. Pasar tiempo con él era muy fácil y siempre me lo pasaba muy bien. No había ni una sola cosa que no me gustara hacer con él. Y eso es algo que nunca había sentido por ninguno de mis exnovios, así que nuestra relación era especial, y no solo por las diferencias de idioma y cultura.
Pero él tenía que trabajar, así que entré al zoológico sola y empecé a recorrerlo y a mirar a los animales. No era un zoológico muy grande, como los que conocía en Núremberg o Hamburgo, pero desde el principio me pareció muy bonito. Lo primero que vi fueron unos monos que no estaban en jaulas, por lo que podrían haberse escapado perfectamente, pero por una razón desconocida no lo hicieron. Y eso me fascinó, ya que en otros zoológicos, siempre estaban en jaulas grandes con rejillas y todo. Continué andando por el parque, vi todo tipo de animales que se pueden encontrar en los zoológicos: tortugas, pájaros, elefantes, jirafas, suricatas, carpinchos y muchas otras especies. Como era un día entre semana común, no había casi gente en el zoológico. Me sentí un poco sola cuando vi parejas caminando cogidas de la mano y besándose, pero sabía que vería a mi novio por la noche, así que no estaba tan triste. Hice pequeños descansos, me senté en un banco y observé el pequeño río que recorría el zoológico. Disfruté mucho del sol que me daba en la cara, y del ambiente tan agradable, así que me quedé allí bastante rato. Pero después de un tiempo, ya lo había visto todo, así que era hora de irse. Me resistí al deseo de comprar algo en la tienda del zoológico, que estaba a la salida, y otra vez estaba de vuelta al Parc de la Hotoie.
El mejor parque del mundo
Como no sabía si volvería allí antes de irme, di un paseo junto al lago y anduve por el bonito sendero. Echaría mucho de menos ese lugar. Era todo plano, no tenía ninguna pendiente, así que era perfecto para venir a correr. Nunca había corrido más de 25 minutos en Alemania, porque el parque que está al lado de mi casa está lleno de pequeñas cuestas y eso me cansaba bastante, sobre todo si no eres un deportista profesional. Pero en aquel parque de Amiens podía correr hasta 45 minutos, algo que me hacía sentir muy orgullosa, a pesar de que mi novio se seguía riendo de mí, pero sabía que era algo bueno para mi cuerpo y para mi mente. Él me había demostrado que puedo dar más de lo que yo pensaba, porque antes de Francia nunca habría pensado que podía correr más de 30 minutos; y con él corrí hasta 40-50 minutos.
No hay nada que hacer, los últimos días con mi novio
Después de mi breve paseo por La Hotoie, volví al coche y regresé a la residencia para preparar algo de comer. El resto del día lo pasé en la cama, viendo series, hablando por chat y haciendo Skype con mi padre y su novia. Era consciente de que algún día echaría de menos ese tiempo sin estrés, pero de momento me aburría y quería empezar nuevas aventuras, aunque eso significara tener que dejar este maravilloso lugar y a una persona increíble. Pero también me gustaba el (corto) tiempo que pasaba en casa, y el segundo semestre que pasé en el extranjero en Tenerife. Era la primera vez que iba a hacer unas prácticas, y eso me preocupaba un poco, porque no sabía si sería capaz de hacer todas las cosas que me exigían. Pero hice un esfuerzo por ser optimista y me centré en mis últimos días en Francia. Por la noche, fui a buscar a mi novio (antes solo pasábamos algunas tardes de la semana juntos, pero ahora era cada tarde). Creo que era una buena señal para nuestra futura relación, porque parecía importarle mucho. También me preguntaba a menudo por qué tenía que irme y cosas así, y eso me hacía ver que no quería que me fuera. Me sentía bastante culpable por tener que hacerlo, pero tenía que continuar con mi vida y, de momento, Francia no era el lugar donde tenía que quedarme, aunque me imaginaba que algún día viviría allí (quizá junto a él). Él tenía que terminar su tesis y encontrar un trabajo y todo, así que para ambos era una parte muy importante de nuestra vida, pero desafortunadamente no juntos en el mismo lugar.
Los días en los que no podía dormir porque la cama era demasiado pequeña y tenía demasiadas cosas en la cabeza, pensaba en qué podría darle el día que me vaya. Tenía varias ideas, pero quería que fuera algo muy personal y hecho por mí. Como a veces nos poníamos apodos cuando estábamos juntos, a lo mejor podría dibujarle algún animal y otras cosas. También le escribiría una carta con todo lo que pensaba y sentía, para hacerle saber lo que opinaba de nosotros (y tal vez para saber lo que él pensaba). Además, en un momento dado, había comprado un libro en francés sobre "Cómo aprender alemán para tontos", y como no lo necesitaba, también se lo daría. A lo mejor lo veía como una señal o por lo menos le echaría un vistazo. Sabía que no se podía aprender alemán con un libro como este, pero al menos podría ser un comienzo.
Galería de fotos
Contenido disponible en otros idiomas
- English: The Last Week in France Part II
- Italiano: L'ultima settimana in Francia Parte II
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