Escalera al cielo - En lo alto de la catedral

Entrenamiento de limpieza

Así que el día siguiente quedé con mi amiga alemana de nuevo en la plaza de enfrente de la catedral esperando poder subir esta vez. Llevaba horas sin hacer nada de provecho. Había dormido un poco, ordenado mi habitación y había puesto una lavadora, lo cual equivale a hacer ejercicio. Tengo que bajar tres pisos para ir a la lavandería, volver arriba y bajar después de una hora y media a poner la ropa en la secadora. Después tengo que volver a la habitación y vuelvo unos 25 minutos después para coger mi ropa limpia para llevarla a mi apartamento. Podría haber cogido el ascensor por supuesto, pero quería moverme un poco además de que el ascensor tarda un montón en subir y bajar, cuando solo hay 4 pisos en el edificio. Esto podía llegar a ser más molesto cuando había más gente haciendo su colada, ya que solo hay dos lavadoras y una única secadora para toda la residencia. Normalmente lavo mi ropa pronto por las mañanas cuando no hay nadie, así que no suelo tener problema. Después de hacer la colada me prepare algo rápido para comer y vi un capítulo de una serie mientras comía.

Catedral (segundo intento)

Después de coger el autobús al centro de la ciudad me encontré en frente de la catedral, esperando a mi amiga. El tiempo no estaba tan bien como el día anterior, pero no estaba lloviendo y se estaba bastante calentito para ser mayo en el norte de Francia. Cuando ella llegó, fuimos a la tienda de recuerdos de al lado de la catedral y preguntamos si se podía subir hasta lo alto de la catedral. Nos dijo que teníamos que esperar unos 15 minutos, ya que no podía vendernos las entradas antes. Era una norma un poco rara, pero decidimos esperar. Cuando obtuvimos nuestras entradas gratuitas (en Francia siempre tienes que comprar tu entrada, aunque sea gratuita) pasamos al interior de la catedral, dónde empezaba la visita guiada. Aunque no había ningún guía. Solo había una persona que se encargaba de la puerta y que nos dijo que podíamos subir unos 400 escalones. Y eso hicimos. Ya había subido unos 730 escalones cuando subí hasta la segunda plataforma de la Torre Eiffel y había subido por las escaleras del Arco del Triunfo varias veces, las cuales creo que son unas 280. Pero estos 400 escalones eran demasiados, ya que en estos edificios antiguos las escaleras son viejas, muy altas y no hay mucho espacio para moverse. A la mitad del camino teníamos que cruzar por la parte frontal del edificio para poder subir por las siguientes escaleras (las escaleras hacia el cielo). La vista ya era increíble desde aquí ya que se podía ver a la gente que estaba en la plaza de la catedral y había una vista muy bonita de Amiens.

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Sesión de fotos sobre Amiens

Decidimos parar un poco porque subir tantos escalones era agotador. Así que aprovechamos para echarnos fotos en la gran ventana de la catedral. Hacia mucho viento e íbamos sudando, pero continuamos nuestro camino tras descansar unos 10 minutos. Queríamos llegar hasta el final, ya que nos esperaban unas vistas increíbles ahí arriba. La escalera al otro lado de la catedral era mas pequeña que la anterior. No creía que fuese posible. Tras unos 20 minutos de esfuerzo y dedicación llegamos a la parte más alta. Al terminar la escalera y al llegar, la vista era increíble, ya que se podía ver la ciudad de Amiens casi en su totalidad. El camino de 40 minutos fue muy duro y agotador, pero mereció la pena por ver esta increíble vista panorámica de la ciudad. Nos echamos un par de fotos la una a la otra, un par de selfies juntas y nos pusimos a intentar encontrar los edificios que conocíamos. Mi facultad estaba al lado de la catedral, el laboratorio al que asiste mi pareja, la universidad de mi amiga y un montón de sitios más.

Fue increíble poder ver la ciudad que se había convertido en mi segundo hogar desde una perspectiva distinta antes de decirle adiós. Nos quedamos un rato lago en el mirador, porque tras haber subido tantas escaleras no queríamos bajarlas tan rápidamente. Hacía viento y frio, pero la vista era tan fascinante que el clima no nos importó demasiado. Podíamos ver la increíble naturaleza de alrededor de Amiens, los edificios bonitos, los edificios feos, la gente andando por la calle, los coches, los autobuses. Podíamos verlo todo. No podía parar de echar fotos, y gracias al cielo y a las nubes todas parecían cuadros. Antes de terminar echando fotos de toda esquina y edificio de la ciudad, decidimos bajar de nuevo. . No fue tan agotador como la subida, pero bajar escaleras tan antiguas y desgastadas nos exigió bastante físicamente. Fue un reto. Nuestras todavía estaban un poco cansadas de haber subido, así que nos cansamos mucho al bajar.

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Después de 20 minutos y varios parones conseguimos llegar a la salida. Como nos habíamos adaptado muy bien al estilo de vida francés, lo primero que hicimos fue tomarnos un café en nuestra cafetería favorita. Así que fuimos a tomarnos un café como premio por nuestra pequeña aventura en este antiguo y enorme edificio. Hablamos un poco sobre los planes que teníamos para el resto de la semana y sus proyectos universitarios, pero, como iba a quedar con mi pareja poco después, tuve que irme pronto. Nos despedimos pero acordamos en quedar al menos una vez más antes de volver a Alemania. Era muy difícil pensar sobre todas las despedidas que iba a tener que hacer antes de irme. De momento solo quería ir al piso de mi pareja, ya que había salido de trabajar antes y tenía ganas de verle.

Noches sin dormir

Como siempre, fuimos al centro de la ciudad a comer algo. Después, visitamos el Australian Bar para ver un partido de fútbol. Era muy tarde, pero quería venir en autobús conmigo para pasar la noche en mi residencia, algo que me gusto bastante, aunque no sabía porque no podíamos quedarnos en su apartamento. Obviamente parecía que no le gustaba. Así que nos dimos un paseo por el centro de la ciudad hasta que llegamos hasta la estación de tren. Cuando fuimos a coger el autobús vimos que había un retraso y el se rio de mi miedo a perder el autobús (un miedo innato que tengo como alemana). El resto de la noche fue normal. Vimos algo en la tele hasta que estábamos muy cansados y nos quedamos durmiendo. Sé que lo iba a echar mucho de menos, y todo el tiempo que estaba ahí en la cama sin poder dormir solo podía pensar en regalarle algo antes de irme. Algo que hiciera que no se olvidara de mí nada más irme de vuelta a Alemania. Y ya tenía varias ideas. Además, tenía un montón de tiempo para hacer algo bonito y creativo, así que estaba muy motivada para regalarle algo que nunca olvidaría.


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