Alicante se (te) remueve en el interior

Publicado por flag-es Vir SN — hace 9 años

Blog: Murcia. Quién me lo iba a decir
Etiquetas: flag-es Blog Erasmus Alicante, Alicante, España

Es un sentimiento difícil de describir ese que se remueve y te remueve por igual cuando regresas al lugar donde has nacido, has crecido o has vivido durante mucho tiempo.

No volvía a Alicante desde junio. No parece mucho tiempo, apenas han sido seis meses, pero ya sólo el camino te sacude por dentro. Menos mal que eché mano de Blablacar para que el trayecto se hiciera más ameno. Las diferentes conversaciones con Ana y Nerea me distrajeron. Atravesé Beniel, Crevillente, Elche... sin darme cuenta, hasta que de pronto me topé de bruces (metafóricamente) con el cartel que indicaba la salida "Universitat de Alacant/San Vicente del Raspeig". Ya se divisaba el Aulario 1 desde la autovía, con sus rayas color beige y asalmonadas. Hacía un día de lluvia, parecía que el tiempo estaba tan conmovido como yo por estar allí.

Dejé el coche en el aparcamiento del Aulario 2, cerca del Colegio Mayor, ese que tantas veces crucé durante los dos primeros años de universidad para ir y venir de la residencia Mediterráneo, y donde tantas otras almorcé el bocata de tortilla de patatas los dos últimos cursos académicos. Me dirigía a la secretaría de Ciencias Económicas y Empresariales, es decir, la mía a pesar de haber estudiado Publicidad y Relaciones Públicas. Tenía que acudir personalmente a que me devolvieran las tasas del pago del título (todo lo que sea que te devuelvan el dinero, aunque haya sido por méritos académicos, o te desplazas o te vas olvidando de ver un céntimo). La sonrisa inquieta no se me desdibujaba por más que avanzara sobre los adoquines amarillentos del campus. Los árboles otoñales se desvestían de sus hojas, el césped verde seguía tan milimétricamente cortado como siempre, los carritos que parecen haberse escapado de un campo de golf seguían atravesándosete por los carriles pertenecientes a los viandantes. No había cambiado nada, incluso parecía que tampoco yo, mi figura seguía encajando en aquella estampa.

La suerte me acompañaba aquella mañana, estoy segura, por eso me atendió el secretario más simpático de todos (¡nos quedó pendiente un café! ). Al atravesar la puerta rumbo a la salida me choqué de bruces (esta vez literalmente) con mi amiga Lydia. ¡Qué gratísima sorpresa!

- "¡¿Pero qué haces aquí?! "

- "No, ¡¿QUÉ HACES TÚ AQUÍ?! " (Ella siempre grita un poco más).

Nos abrazamos y re-abrazamos. Le acompañé a hacer sus papeleos, luego buscamos la sala Aifos, nos mandaron al Paraninfo, de allí de nuevo a Secretaría, y al volver al punto de inicio nos comunicaron que los asientos para la graduación aun no estaban disponibles. Bueno, por lo menos nos hemos paseado. Cuando estás con amigos siempre ves la botella medio llena, no sé porqué.

No podía irme de allí sin pasar por el despacho de Daniel Rodríguez, mi profesor de Herramientas del diseño gráfico II (2º de carrera), Diseño publicitario y Medios impresos (ambas cursadas en 4º). Siempre me ha fascinado ese hombre por la pasión que derrocha hacia lo que se dedica, por no darse por vencido pese a las adversidades y por tratar de reinventarse continuamente. Era el último día lectivo del primer trimestre, el campus estaba casi desértico y daban casi las dos del mediodía. No me cabía ninguna duda de que seguiría trabajando en su guarida. Como tantas veces había sucedido anteriormente, un "adelante" contestó a mi toc-toc. Allí estaba, se alegraba de verme, lo noté, y seguramente él también se habría percatado de mi ilusión por visitarle. Nos saludamos con dos besos (algo que nunca había sucedido) y exclamé al despegarnos:

- "Esas barbas, ¿qué? "

Charlamos durante dilatados minutos, tampoco quería robarle mucho tiempo, y además yo también había quedado con Marina para comer. Le pedí -indirectamente- que estuviera presente en nuestro acto de graduación, para mí significaría mucho verle allí (aunque eso no se lo confesé).

Una vez fuera del edificio de ciencias sociales me dirigí al coche y puse rumbo a Campello, tomando las últimas fotos y grabando vídeos para la posteridad.

Qué guapa estaba Marina y cuánto me alegraba de verla. Fue la primera amiga de las que conservo desde que empecé la carrera. Aun recuerdo verla aparecer por la C13 con su pelo naranja a lo Milla Jovovich en "Quinto Elemento" y la permanente de caracolillo recién puesta. Ahora vive en Alemania, se fue de Erasmus y no ha vuelto (sólo por vacaciones). No dejamos de hablar ni para tomar aliento. Nos reímos, nos mimamos, nos admiramos e intercambiamos opiniones (la mayoría coincidentes) sobre la experiencia sentimental de tener un novio extranjero y la situación personal/laboral/emocional con la que nos enfrentamos al acabar la carrera.

No dio tiempo a más, sino allí habríamos estado toda la tarde, pidiendo una y otra piña con crema catalana y jarabe de chocolate. Me tenía que ir porque una nueva pasajera me esperaba a las 15:45 en la rotonda de la Villa Universitaria. Nos abrazamos sinceramente, como pocas veces ocurre. Realmente no sé cuándo la volvería a ver. Con ella me ocurre como con Sandra, es una amiga de la que te despides diciendo hasta mañana y pueden pasar semanas, meses o incluso años hasta la próxima vez que coincidimos, pero cuando eso ocurre es como si realmente nos hubiésemos visto ese mismo ayer. Qué afortunada soy.


Galería de fotos



Contenido disponible en otros idiomas

Comentarios (2 comentarios)

¿Quieres tener tu propio blog Erasmus?

Si estás viviendo una experiencia en el extranjero, eres un viajero empedernido o quieres dar a conocer la ciudad donde vives... ¡crea tu propio blog y cuenta tus aventuras!

¡Quiero crear mi blog Erasmus! →

¿No tienes cuenta? Regístrate.

Espera un momento, por favor

¡Girando la manivela!