Festival del Rhin

Feria a la alemana

A media tarde, cogimos otra vez el tren (seguíamos sin comprar el billete) y fuimos hasta el famoso parque donde se iba a celebrar el festival. Era una explanada de hierba muy verde con un lago enorme en uno de los lados. Había una especie de carpa en el centro y estaba rodeada por puestos de todo tipo de cosas. Era como una feria a la alemana, había casetas donde vendían salchichas, perritos calientes, hamburguesas, patatas fritas, chucherías, cerveza, más cerveza… Y estaba lleno de gente pululando por allí. También había colchonetas para los niños, castillos hinchables, camas elásticas para gente algo más mayor, lanzaderas, puenting en grúa… Y al fondo había un escenario donde algo más tarde se empezaría tocar música electrónica.

Nos sentamos en el césped junto con otros estudiantes erasmus y comer y beber y después de una hora o algo más llegaron algunos amigos de Jose con los que nos acercamos al escenario donde empezaban ya a poner música. Yo pensaba que no sería para tanto, pero se acabó llenando toda la explanada que estaba frente al escenario. Estaba hasta arriba de gente. Allí bailando te podías encontrar con alemanes, españoles, italianos, franceses, belgas, holandeses… gente de todos los lados. Estuvimos con la música hasta las doce o la una de la noche, cuando pararon y todo el mundo se puso a mirar al cielo... ¡Hasta había fuegos artificiales!

A rezar otro poco y que no venga el revisor

Después de todo aquello la gente empezó a marcharse, y yo no se los miles de personas había allí, pero lo que si que se, es que había un solo tren para todos los que estábamos allí. Más de una hora después de que empezaran a recoger y de que la gente se empezara a marchar, ya nos iba a tocar y nosotros seguíamos sin nuestro billete, pero confiábamos que con toda la gente que había allí no fuera a tocarnos a nosotros dos el tener que enseñar el nuestro.

Nos salió bien la jugada (y soy de los que opina que hay que pagar el transporte público, pero una ocasión es una ocasión). Entre la espera, el viaje en tren y el coger el tranvía para ir hasta la residencia, llegamos bastante tarde a casa. Me tumbé en mi querido colchón de aire y hasta otro día.

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