Dejamos Münich y llegamos a Dachau
Lo que te puedes encontrar en un hostel...
Nuestra última noche en Münich descubrimos lo que es el hombre-búfalo… En este caso la mujer-búfalo. Cuando estábamos ya metidos cada uno en su litera, entró una pareja que hablaba en inglés. En la habitación estábamos los tres y una mujer taiwanesa que se había presentado aquella noche antes de meternos en la cama y que venía de recorrer media Europa. Lo malo de los hostels, es que cuando más falta te hace dormir o menos ganas tienes de jaleo, se te presenta alguien en la habitación que rompe tus planes de golpe. La chica se metió primero en la ducha, mientras el chico iba colocando sus cosas en la taquilla haciendo una mísera parte del ruido que estaba por llegar, con la única luz de su bombilla de litera, que sirve para leer y poco más. Cuando acabó la chica de ducharse, se metió el hombre al baño y pensábamos que los ruidos acabarían pronto, pero no habían hecho más que empezar. A la chica en cuestión, se le ocurrió secarse el pelo con un secador, podéis imaginarnos en la litera echando humo por las orejas. Tardó poco en ponerse cómoda para meterse en la cama, pero al poco de estar todo en silencio y pensando todos que ya había pasado lo peor, un ruido desproporcionado empezó a salir de su garganta… Dejó de salir humo por nuestras orejas para empezar a morir lentamente de risa, todo sin soltar carcajadas desproporcionadas porque el novio se movía en su cama, vamos, que no estaba dormido y estaba escuchando roncar a su novia igual que nosotros. Lo digo en serio, en mi vida he oído un ronquido siquiera similar, fue algo increíblemente desvelador (que no revelador). Al final, tirando de autocontrol y una vez nuestra amiga de litera se cambió a una posición en la que parecía no golpeaba tanto el aire en su garganta, conseguimos dormir.
Nos levantamos casi a la carrera, porque claro, después de dormir tan sumamente mal, estábamos como para madrugar… Recogimos todo lo bien que pudimos la habitación y entregamos las sábanas sucias y las llaves magnéticas en recepción. A todo esto, Sanftmütig no encontraba su tarjeta/llave, así que tuvo que pagar 5 euros para que le devolvieran el carné de la biblioteca de su Universidad, que había dejado como “fianza”, (había que dejar un carné con tus datos para que te dieran la llave y si no devolvías la llave te tocaba pagar esos cinco euros). Salimos corriendo hacia la estación de tren, que nos pillaba a tiro de piedra y sacamos el Bayern Ticket para ir hasta el siguiente destino. Una vez teníamos el Bayern Ticket y faltos de un bolígrafo, le pedimos amablemente uno al personal de información que había por la estación. Nos preguntó que tren íbamos a coger y cuando le dijimos que teníamos pensado coger el siguiente que iba a Dachau, nos dijo la palabra mágica (con magia negra), “ICE”. Y es que, tontos nosotros, habíamos madrugado con la intención de coger un tren rápido, pero nos topamos con que el Bayern Ticket tiene un defecto y es que solamente te da acceso a determinados trenes entre los que no se encuentras los trenes rápidos de Baviera. El ICE viene a ser lo que el AVE en España, así que viéndolo con la perspectiva del tiempo, parece normal que no se puedan coger estos trenes para moverte pagando tan poco precio. El caso es que habíamos madrugado y habíamos hecho todo deprisa y corriendo para tener que esperar casi una hora en la estación de tren. Y menos mal que nos dio por pedir un bolígrafo, sino lo mismo nos toca pagar el billete o lo que es peor, nos secuestran hasta volver a Münich.
Aprovechando la coyuntura desayunamos tranquilamente en la estación y tuvimos que remodelar nuestro planning de todo el día, al no haber tenido en cuenta anteriormente que los ICE y los ICE express no los podíamos coger (no sería el único percance ferroviario de todo el día). Teníamos pensado hacer el viaje hasta Núremberg pasando por Dachau y Ratisbona, pero los horarios no nos coincidían y algo había que sacrificar. Finalmente y con bastante resignación, decidimos que lo mejor era visitar Dachau, que tenía mejores conexiones con Núremberg que Ratisbona, así que nos quedamos sin ver una ciudad a la que todo el mundo pone por las nubes. Cogimos el tren regional a media mañana, a eso de las 11:00 y dejamos la abarrotada estación central de Münich, llegando veinte minutos después a Dachau. Ya os podéis imaginar que lo que queríamos ver era el campo de concentración más que la ciudad.
Pelos de punta...
La estación de tren de Dachau es pequeñita. Para ir hasta el campo de concentración cogimos un autobús urbano que salía cada treinta minutos de la estación de tren. Como podéis imaginar, el campo de concentración para bien o para mal es el principal atractivo de la ciudad. Llegamos a la parada donde se bajaba todo el mundo del autobús y andamos con las mochilas a la espalda hasta la entrada. Sobre Dachau, decir que la entrada es gratuita, pero se pueden alquilar unos audio guías por 5 euros para seguir mejor la visita. Cogimos uno cada uno (estábamos que lo tirábamos) y fuimos hasta el puente que hay justo antes de llegar la puerta de hierro que marca la entrada de lo que fue el infierno para muchos. Lo ideal en estos casos para mi gusto es hacer este tipo de visitas con un guía, pero claro, siendo tres personas solamente no íbamos a pagar por ello y tampoco lo habíamos reservado con anterioridad con más personas. Antes de entrar, ya se pueden ver carteles informativos donde se detallan curiosidades del campo, más allá del uso principal de este y es que no hay que olvidar que aquello fue durante algunos años como una ciudad, llena de gente con todo lo que esto representa en gastos de todo tipo. En la entrada, el mismo lema que había cuando el campo estaba en funcionamiento: “Arbeit macht frei” o lo que es lo mismo “el trabajo libera”.
"El trabajo te hace libre". Foto sacada de: http://www.dw.com/en/arbeit-macht-frei-sign-stolen-from-dachau/a-18035580
No recuerdo a la perfección lo que nos iba contando el audio guía, pero sí que recuerdo algunos detalles bastante escabrosos que pudimos escuchar de guías con alumnos españoles. La sensación que te invade el cuerpo nada más llegar es de frío. Hay mucho respeto y tristeza en el ambiente y por supuesto es casi impensable que alguien entre allí pensando en echarse unas risas. No es un lugar agradable, pero sí muy interesante para conocer todo lo que pasó en la Alemania Nazi durante sus años más cruentos. Empezamos la guía por la izquierda, dejando a nuestra derecha los barracones o lo que había sido la zona donde se situaron. Solamente quedan dos de los muchos que había y están habilitados y recrean lo que eran las “habitaciones” de los presos del campo de concentración y exterminio. En la explanada que es ahora mismo lo que fueron los barracones, soplaba un aire helador, que se metía por todos los resquicios de la cazadora y que ayudaba poco a ver algún lado mínimamente positivo en todo aquello.
Al fondo a la izquierda a unos trescientos metros de la entrada, estaba la zona más dura del campo de concentración. Las salas donde se gaseaba a los presos así como los hornos crematorios, creo que es lo más horripilante que he visto en mi vida. Son dos edificios uno bastante más grande que otro, como si fuera una casa con un merendero. Yo me esperaba algo monstruosamente grande, pero pasaba perfectamente desapercibido como una casa de recreo. Pasamos por todo el recorrido que se supone hicieron miles de personas, pasamos por la sala donde se desnudaban los presos, paramos en la que los rociaban con gas y por todas las posteriores, hasta llegar a los crematorios donde se convertían en polvo y ceniza. Todo el recorrido está lleno de imágenes y textos donde se explican los métodos con los que los Nazis Alemanes conseguían maximizar las purgas. Es una forma muy fría de echar números y tratar a personas como si fueran cabezas de ganado, pero lo que se conseguía trasmitir con la visita por todo aquel monumento escabroso a la violencia, era concienciar a todo aquel que pasaba por donde tantas personas habían muerto hace relativamente poco tiempo.
Cámara de gas de Dachau. Foto sacada de:
http://www.flickriver.com/photos/nikita_07/5026388631/
El audio guía te explica el proceso que seguían todos y cada uno de los presos antes de morir y cuenta también, cómo se les “engañaba” o directamente se les obligaba a que entraran para “ducharse”. Es realmente escalofriante, pero creo que si visitáis Münich, esta de Dachau, es una parada obligatoria para todo el mundo, independientemente del país que sea y de la religión que profese. Las imágenes son muy duras, con fotos tomadas durante aquellos años de guerra en los que para el gobierno alemán todo valía. Para bien, todo aquello se ha conservado y el pueblo alemán tiene un gran sentimiento de culpa por lo sucedido. Seguimos nuestro recorrido y paramos frente a las vallas eléctricas que había rodeando todo el campo de concentración. En el audio guía así como en un gran cartel informativo, se explicaba dónde se situaban los guardias para intervenir en caso de que fuera necesario disparar a algún preso, pero lo cierto es que simplemente con la estructura que había montada, parece del todo imposible que una persona con un pijama de rayas como único atuendo, pudiera conseguir flanquear las vallas electrificadas, los perros, el agua que había entre la “zona judía” de reclusión” y la prohibida… Muchos de los presos ante la impotencia y a sabiendas de su destino, se lanzaban al suicidio mediante “fugas”, en las que su único plan era el de correr lo más rápido posible para toparse con la muerte por electrocutamiento. Y es que por lo que oímos a un guía español que había por allí, durante los años más violentos de la guerra y cuando Alemania empezaba a claudicar frente a la pujanza de sus enemigos, se prohibió disparar a los presos, dejándolos morir mediante otros métodos, para ahorrar munición que podía ser utilizada en otras contiendas.
En todo el campo de concentración, hay memoriales que recuerdan a las víctimas de toda aquella masacre. Principalmente se pueden encontrar recordatorios judíos, pero también hay monumentos cristianos en memoria de presos políticos pertenecientes a dicha religión. Y es que no solamente había judíos alemanes, gitanos y polacos en los campos de concentración. Fueron muchos los que presos de otras nacionalidades que murieron entre los que se encontraba también un pequeño grupo de españoles.
Después de toda aquella parte de exterminio, fuimos a la siguiente parada del tour por el campo de concentración, más concretamente a los famosos barracones donde dormían los presos. No recuerdo las cifras, pero era una cantidad alarmante la de personas que vivían en los barracones. Siguiendo a la guía que iba con el grupo de españoles nos enteramos de la alimentación que tenían los presos, antes, durante y llegando al final de la liberación del campo. Las “camas” eran literas amontonadas de madera, de una estrechez y longitud poco aptas para claustrofóbicos, por no hablar de la “jornada laboral” de la que disfrutaban.
Foto sacada de: https://www.tripadvisor.com.mx/LocationPhotoDirectLink-g315834-d243700-i64120490-Dachau_Concentration_Camp_Memorial_Site-Dachau_Upper_Bavaria_Bavaria.html
Llegando a la parte final del tour, ya estábamos casi más pendientes de la hora que de seguir contemplando todo aquello, por lo que la última parte del tour, las casas de los soldados y el museo que creemos había en el interior del campo nos los saltamos. Antes de salir, eso sí, vimos el espeluznante monumento que hay presidiendo los barracones y las casas de los soldados alemanes, donde se puede ver un amasijo de hierros entre los que asoman cuerpos y rostros humanos.
Foto sacada de: http://www.panoramio.com/photo/4687437
A la salida, hay un mapa enorme que ocupa toda la pared en el que se marcan todos los campos de concentración que controlaban los alemanes, tanto en Alemania como en Polonia, Holanda, los países bálticos y todos aquellos rincones donde llegó la locura de la guerra. Una vez fuera del recinto del horror, solo se nos ocurrió una palabra para describir todo aquello que habíamos visto; “espeluznante”. Habíamos salido con bastante mal cuerpo, pero ante todo teníamos que recordar que estábamos allí para disfrutar del viaje y cuanto antes se pasaran las malas sensaciones que se nos habían quedado en el cuerpo, mejor para todos, pero siempre sin olvidar todo lo que habíamos visto con nuestros propios ojos.
Galería de fotos
¿Quieres tener tu propio blog Erasmus?
Si estás viviendo una experiencia en el extranjero, eres un viajero empedernido o quieres dar a conocer la ciudad donde vives... ¡crea tu propio blog y cuenta tus aventuras!
¡Quiero crear mi blog Erasmus! →
Comentarios (0 comentarios)