Relato del sismo en México

Publicado por flag-mx Isis Yépez — hace 7 años

Blog: ¿Sabías que...? (aquí no hablo de café)
Etiquetas: Noticias Erasmus

Me encuentro en un café en el barrio de Chueca de Madrid tratando de comprender mi sentir desde que dejé mi país para venir a estudiar acá. No sé si alguien se pueda identificar con mi historia, pero les contaré un poco sobre ella.

Llegué a Madrid después del gran terremoto que hubo en mi país (19 de septiembre de 2017). Fue un terremoto en todos los sentidos que podrían comprenderse y movió las estructuras de los que habitamos esa gran ciudad.

En el momento que sucedió, yo me encontraba en México, pero en otra ciudad llamada León. Sin embargo, puedo imaginar el terror que sintieron, pues una semana antes habíamos experimentado uno de mayor escala, pero no llegó con la misma intensidad.

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Cuando me enteré que había temblado en la ciudad nuevamente, traté de contactar a todo familiar y amigo que me venía a la mente, comencé a triangular información y tratar de avisar a los que estaban incomunicados con otros, que los demás estaban bien. Ese día me llevé lo que restaba de él, en ello.

Algunos no le veían sentido a mover los dedos a toda velocidad, contactar y vincular a unos con otros. Para mí, era una forma de tranquilizar a mis seres queridos y decirles “todos están bien”. Pero estar bien físicamente no significó de ninguna manera “estar” esencialmente, tranquilos y tranquilas.

Pasadas las horas, lo que yo deseaba era regresar a la ciudad y tratar de apoyar en lo que pudiera con los que estaban en ella. Eso no me fue posible, ni siquiera imaginable para mis papás, que en ese momento se encontraban conmigo.

Me imaginaba que esa noche nadie la pasaría bien, habría el temor de réplicas, de estar incomunicados y de salir a las calles a observar las consecuencias de ese Gran sismo. Yo, de alguna manera, estaba nerviosa, pero tranquila porque pude dormir, bien o mal, lo pude hacer, y eso, sabía que era un lujo.

Fue por eso que comprendí que desde la distancia, con la calma mental, podía seguir apoyando, tratando de contactar unos con otros, aquellos que sabían que estaban haciendo tareas y actividades similares para que pudieran unirse.

Derrumbe de estigmas generacionales

Me alegró tanto que hubiera tanta disposición y confianza entre mi círculo más cercano. Que sin preguntas, ni miramientos todos trataran de estar en contacto y apoyarse entre sí. Las “buenas opiniones” a nuestra generación millennial no se hicieron esperar con comentarios como “realmente no es una generación pasiva”, "salieron de redes para estar en las calles".

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De alguna manera me dio gusto saber que "otras generaciones” se estaban dando cuenta que estamos también fuera de lo virtual, pero me entristeció saber que fue necesario un caos de esa magnitud para darse a la tarea de conocer a nuestra generación más allá de las etiquetas.

Siempre hemos estado en las calles, tenemos habilidades que gracias al internet, podemos seguir aprovechando, pero también aprendemos de las generaciones anteriores. En México tuvimos una visibilidad e idea distinta de lo que nuestra generación es, por la catástrofe, pero en el mundo hay una idea de los jóvenes detrás de la computadora que solo logra brechas generacionales.

Como estudiante de la Facultad de Filosofìa y Letras, lees a autores que hablan de la crisis, la revolución, la catástrofe, como una oportunidad de cambio. Lamentablemente, no lo entendí hasta ahora, comprendo que somos una generación que construye otro tipo de plataformas de sociabilidad y nos dimos cuenta el poder que tienen, pero también nos hizo comenzar a cuestionar todo aquello que está detrás de un texto.

Antes del sismo, poco dudábamos de fuentes, que para nosotros y nosotras seguían siendo legítimas por el hecho de tener una foto, texto y cierto tipo de tipografía. Ahora, dudamos en compartir todo, incluso las “fuentes confiables”.

También, comprendimos que los medios de comunicación tradicionales, tienen todavía una fuerza importante y una "moral" tan débil como las publicaciones en “redes sociales”.  Comenzamos de nuevo a cuestionarnos todo, a dudar y a ser más críticos de las fuentes y formas de compartir información. Espero, eso no se nos olvide. porque fue un paso enorme, no como generación, sino como sociedad.

Encuentro con una ciudad distinta

Llegué a la Ciudad de México al segundo día después de lo sucedido. Al llegar a la ciudad, percibí una fuerte fuerza de tristeza en el entorno, pero también de apoyo, la urbe estaba destruida anímicamente y estructuralmente y se sentía en todas partes.

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Me tocó el temblor del jueves, todos bajamos nerviosos del hotel, con la mayor tranquilidad que podíamos impregnar, comunicándonos con todos otra vez, pensando que debía ser una terrible pesadilla que no lograba terminar. Pensando en todas los edificios y casas que estaban a punto caer.

Y ese día, justamente ese jueves por la tarde, tomé mi vuelo a España, con la mayor impotencia y tristeza de dejar a mis amigos, familiares y mi ciudad en total caos. Sin poder hacer nada más, que desde la distancia.

No puedo dejar de pensar en mi ciudad, en que todos siguen presentes, compartiendo sus aprendizajes y con el anhelo de que la construcción sea por una vía mucho mejor. Nos devastó a tal grado que nació un halo de esperanza, de decir, estamos hartos, ya no queremos lo que teníamos y vamos por un futuro mejor.

Se construyó una meta que se había perdido ¿realmente creíamos en el fin de la historia? o ¿en ese Ángel del cuadro de Klee que ve hacia atrás, observa todo en reúnas y no se detiene a reconstruir? Creo que nos creímos muy rápido el discurso posmoderno…A lo mejor Benjamin no estaba tan en lo cierto, por lo menos, no para México.

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Entrada a España

Llego a España y los madrileños me reciben de una manera muy cálida, en realidad mejor de lo que yo esperaba, me siento bien acá, pero las preguntas no se hacen esperar:
- ¿De dónde eres?
- De México
- ¡Wooo! ¿Te tocó el terremoto? ¿tu familia está bien?

En ese instante, me dan tantas ganas de platicar todo lo que mis amigos y familia han hecho para salir de "ese terremoto" que sigue ahí, haciendo de las suyas, pero, en realidad, las preguntas que me hacen tienen la intención de recibir respuestas cortas, "sí bien, todos están bien".

En cuanto mi respuesta es más larga, siento una sensación de lejanía, de que es difícil que puedan comprender cómo se sintió y se sigue sintiendo mi país. Por eso lo vuelco en un texto. Tratando de no ser redundante y de dar a conocer mi sentir, que a lo mejor, es el sentir de varias personas, no lo sé.

Realmente creo que es nuestro momento, no generacional, sino inter, intra, trans generacional, no es posible que siempre se crea que la juventud debe cambiar el mundo, cuando son otros quienes nos lo han dejado así, somos todes y cada uno de nosotros y nosotras, desde nuestras experiencias y saberes que podemos seguir pensado y actuando hacia una meta en común.

Se trata de dejar atrás estereotipos, brechas innecesarias y unirnos desde las distancias, encuentros, des-encuentros, charlas, acciones y consensos. No dejemos que esto nos supere, ni se pase la oleada del cambio, este es el momento de actuar, desde nuestro lugar. No con nuestras posibilidades, sino con todas nuestras oportunidades.

  • Nota: todas las fotografías son de mi autoría

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