Una vuelta por los Balcanes

Publicado por flag-es Sergio CF — hace 12 años

Blog: Una vuelta por los Balcanes
Etiquetas: General

El siguiente post está dedicado a los Balcanes, el pasado mes de Febrero junto a un amigo recorrimos los países de Croacia, Eslovenia, Montenegro, Serbia, Albania y Macedonia durante ocho intensos días coincidiendo con una ola de frio y mal tiempo.

Días antes de empezar el viaje nos enteramos de que la ola de frió iba en serio, que no se limitaba al frío de Valladolid, pero tampoco nos importaba, la única premisa que llevaba es que tras ocho días tenía que estar cogiendo el avión de vuelta en Liubliana.

A partir de ahí, queríamos ver lo máximo posible en esos ocho días. Decidimos no reservar ningún alojamiento más que el del primer día, no sea que debido al mal tiempo nos tocase cambiar de planes como así nos paso con Bosnia-Herzegovina o que alguna ciudad nos gustase más que otra y prefiriésemos hacer noche más de un día allí.

Tampoco teníamos ni idea de los horarios de autobuses o trenes de allí, y como queríamos visitar tantos países iba a ser un poco difícil.

El viaje tampoco lo preparamos mucho, pero bueno, tiramos de Lonely Planet.

Al viaje en principio íbamos a ir más gente, pero al final lo de siempre, uno que si por dinero, otro que si por los exámenes, al final acabamos viajando sólo dos.

Mi amigo Javi estaba de Erasmus prácticas en Maribor (Eslovenia), bueno lo que estaba realmente es tocándose las narices allí. Decía que Maribor es una ciudad universitaria que se ve rápido y que no tenía nada especial así que optamos por quitarla del recorrido, y encontrarnos en Trieste (Italia).

 

Mi viaje empezó desde Barajas, allí a primera hora de la mañana, con Ryanair (siempre Ryanair) volé destino Venecia, ya no me acuerdo si a Marco Polo o Treviso.

 Desde el aeropuerto cogí un autobús hasta la estación de trenes de Venecia, ya había estado en Venecia el año pasado en carnavales así que como la visita la tenía aún reciente, comí y cogí el tren directo hasta Trieste.

En Trieste se suponía que me tenía que encontrar con Javi, pero él que esa mañana también se había aprovechado para hacer turismo por la costa eslovena, se encontró con que no tenía ningún autobús los domingos por la tarde hacia Trieste. Así que decidimos ya encontrarnos en Rijeka (Croacia) dónde teníamos cogido el hostal para dormir la primera noche.

En Trieste estuve pocas horas, era domingo, hacía mucho viento, había poca gente por la calle y al ser domingo todo cerrado. Aún así me dio una buena sensación, cogí la maleta roja y me fui a ver lo que ofrecía Trieste, la verdad es que es una ciudad que con otro clima tiene pinta de merecer bastante la pena. Hay que volver.

Os dejo una foto de James Joyce con mi maleta.

 

Lo que me extrañó fue la estación de autobuses, solo abrieron la taquilla un par de horas y para saber el horario me tocó preguntar en la estación de trenes, me imagino que los días de diario es diferente, pero el ambiente que había en la estación de autobuses el domingo os puede llegar a sorprender, además de que no había ningún trabajador de la propia estación.

 

Sobre las seis de la tarde cogí el autobús sin problemas rumbo Rijeka, en Croacia, ciudad industrial famosa por su puerto. Llegué sobre las 9 de la noche, el autobús me paró en una plaza céntrica y allí ya me estaba esperando Javi que había llegado un rato antes,  el frio y la nieve. Desde ese momento con la salvedad de Dubrovnik, el mal tiempo fue un compañero de viaje.

El hostal estaba en esa misma plaza, por lo que fuimos al hostal a dejar mi maleta, el hostal no era muy grande ni nada del otro mundo, se encontraba en un edificio antiguo y sin ascensor, en un tercer piso creo recordar.

La habitación más de lo mismo, de hecho yo creo que la usaba el dueño un poco de almacén, porque estaba llena de rollos de papel higiénico y no teníamos baño ni nada en la habitación.

Calculo que habría unas 5 o 6 habitaciones, y un baño compartido para todos.

El dueño del hostal fue el primero en decirnos que qué estábamos haciendo allí de turismo esa semana con el frio que hacía, sería el primero pero no el último, ya que nuestra presencia extraño allí por donde fuimos.

Salimos a cenar y a tomar una cerveza, nuestra primera pan (marca croata), luego dimos una pequeña vuelta por la ciudad y poco más, ya que hacia mucho viento y no había ni el tato por la calle.

A la mañana siguiente nos levantamos pronto, desayunamos un chocolate caliente  y visitamos la ciudad. Subimos a un pequeño castillo que había en las montañas junto a una iglesia, también estuvimos por la calle principal (Korzo) y sus aledaños. Rijeka es una ciudad sin más, nada especial.

 Ya nos tocó echar la primera carrera para coger a tiempo el tren hacia Split, el trayecto fue de unas 8 horas, hicimos transbordo en un lugar en medio de la nada, en una especie de caseta. Donde uno de los trabajadores nos encendió la estufa de leña y a esperar, había un señor que también viajaba a Split como nosotros que nos hizo la espera más amena.

 

 

Ya de noche llegamos a Split donde mi maleta pasó a mejor vida, ya que nos tocó saltar del tren, y como estaba todo con una gran placa de hielo, del golpe se me partió el mango de la maleta.

Al salir de la estación lo primero que hicimos fue cenar en el primer sitio que encontramos, cenamos unas pizzas y nos fuimos a buscar hostal, allí preguntamos por un hostal pero no había ninguno cerca, así que nos fuimos buscando el centro a ver si encontrábamos algo.

Era de noche y buscar de noche es más difícil, preguntamos en los que nos íbamos encontrando de camino pero nada, al final cansados buscamos uno específico que venía en la guía Lonely Planet de los Balcanes. Y al final a base de preguntar dimos con la calle y el hostal, éste se encontraba en el centro, pero como eran calles estrechas era un jaleo.

El hostal estaba muy bien, a mi me recordaba los hoteles de la cadena Room Mate por su estilo desenfadado. La habitación era para 6 personas pero tuvimos la suerte de ser los únicos, las camas eran una especie de nichos, cosa que me pareció curioso, esa noche dormimos en condiciones. Nos quedamos por la noche hablando con el chico de la recepción de Luka Modric, no estaba bien visto porque jugó en el Zagreb, siendo sin embargo de allí.

 

Cuando nos levantamos, fuimos a desayunar al paseo marítimo de nuevo un buen chocolate, me sorprendió que en Split la gente si que hablaba inglés, bueno en Croacia en general, quizás de los Balcanes fue el país que mayor número de gente hablaba ingles.

Estuvimos por el centro histórico haciendo fotos, destacar el palacio de Diocleciano y su estatua a la entrada de una de las puertas de la ciudad. De Split nos llevamos de recuerdo la bufanda del Hajduk Split, intentamos ir al estadio pero estaba lejos, así que nada.

Split es una ciudad que merece sin duda la pena, como también Dubrovnik, donde nos dirigimos por la tarde, después de unas cuantas horas de viaje, llegamos también de noche.

En Dubrovnik a pesar de ser una ciudad muy turística, nos encontramos con que muchos alojamientos sólo abren durante el verano cuando realmente viaja la gente y no cuando a lumbreras como a nosotros nos da por viajar, así que tardamos bastante en encontrar un hostal, además era de noche.

Al final encontramos uno situado en una especie de “villa” pero no había nadie, así que llamamos al número de teléfono que encontramos y llegó al rato el sueño, nos dijo que ya estaba en la cama, así que cuando llegó nos dio las llaves y poco más, tampoco le preguntamos nada, ya que el hombre tenía cara de sueño.

Era una habitación para tres personas pero también estábamos solos.

A la mañana siguiente nos encontramos con que no había agua caliente, así que ducha polaca, y a caminar. El señor nos dio un mapa y me ayudó a arreglar el mango de la maleta con cinta aislante, al menos ya podía llevarla de un modo normal.

Cuando salimos a la calle, parecía que el tiempo nos había dado una tregua, doce grados, lo que comparado con los días anteriores, era un regalo.

La ciudad me pareció una pasada, una ciudad completamente fortificada y con un casco histórico digno de admirar, lleno de calles estrechas, empedradas y con numerosas tiendas.

Nos gustó tanto que dudamos de si pasar un día más allí, ya que habíamos visto lo más importante pero no habíamos tenido tiempo a detenernos un poco más viendo todo, pero al final decidimos continuar con nuestro viaje y decidimos llegar hasta Skopje(Macedonia) que hasta ese momento no lo teníamos en mente.

Por la tarde nos fuimos ya a la estación de autobuses, y lo que se suponía que iba a ser un autobús que nos llevaría hasta Montenegro, se convirtió en furgoneta.

Así que en furgoneta que cruzamos la frontera, fuimos bordeando toda la costa que une Croacia con Montenegro, las vistas eran un lujo, eso sí íbamos pensando “que no de el conductor un volantazo que acabamos en el mar”. Durante el viaje fuimos hablando con un joven montenegrino que era seguidor del Athletic, nos decía que le gustaba que jugasen con jugadores españoles.

Hasta que llegamos a Herceg-Novi, allí lo primero que hicimos fue entrar a una hamburguesería que estaba justo al lado de la “estación de autobuses”, nos comimos una hamburguesa que todavía me acuerdo de ella de lo buena que estaba y no llegaba a los tres euros, recuerdo que el dueño se lamentaba de no poder subir el precio, pero nos decía que durante el año no tienen turistas, y a la gente local no les puede cobrar más por ello.

Estuvimos hablando con él y con otro cliente, porque en cuanto nos oyeron hablar en español, imaginaros lo que nos dijeron, “Barsa o Madrid” y como cada uno somos de un equipo, pues ya estaba el debate creado. Nos dijeron que solían apostar a los partidos de la liga española por lo que estaban bastantes enterados, la verdad es que se portaron bien, porque uno de ellos nos acompaño hasta la estación para hablar con la señora de las taquillas que no hablaba inglés y no había forma de enterarnos a que hora teníamos que coger el autobús, también nos dijeron que podíamos ir a ver, si bien decían que teníamos que volver en verano que es cuando realmente merece la pena por sus playas toda la costa montenegrina.

Fuimos con las maletas a dar un pequeño paseo a ver que ofrecía la ciudad, por cierto, que gran invento esto de las maletas con ruedas. Lo principal era la torre del reloj que se encuentra pegando a la calle principal. Al final estuvimos casi dos horas por allí hasta que nos salía por la tarde-noche un nuevo autobús destino Kotor.

Ya en Kotor, que no estaba muy lejos, llegamos a la estación. Ésta se encontraba fuera de la muralla, pero a pocos minutos, una vez dentro de la zona amurallada, que digamos es el centro de la ciudad, no tardamos mucho en encontrar un hostal que recomendaba la Lonely Planet,  el “Montenegro Hostel Kotor” por 11 euros. Aunque nos tocó pagar un euro más por una especie de documento para estar asegurados por si nos pasaba algo durante nuestra estancia en Montenegro, la verdad es que tampoco nos quedamos mucho con la historia, porque por un euro no la hicimos mucho caso.

La habitación a pesar de ser de 6 camas estábamos nosotros solos, y había un baño a compartir para todo el hostal. También había en la recepción unos cuantos ordenadores donde Javi estuvo frikeando buscando gente en esta página donde la gente te ofrece sus casas o enseñarte la ciudad, que ahora mismo no me acuerdo del nombre, pero no le hicieron ni caso.

Luego salimos a tomar una cerveza tipical of Montenegro, y a ver el futbol que había copa del rey, a mi me daba igual porque era el Barsa, pero Javi se la estuvo dando al del bar para que nos pusiera el partido porque ellos estaban viendo el calcio, y conseguimos ver la segunda parte del Barsa-Valencia.

Al día siguiente y tirando de apuntes nos pusimos a hacer turismo, hay que decir que los apuntes eran del rincón de sele, y ya aprovecho para decir que si planeáis algún viaje, miréis antes si Sele ha estado, porque se curra mucho su página y tiene da mucha información al respecto, y cuando leéis sus posts si que os da información de los monumentos, y no como yo, que no digo nada.

De Kotor me acuerdo que tenía incluso los escalones que había hasta subir al alto de la fortaleza, más de mil.

Para ver la ciudad no tiene pérdida, ya que el centro es la parte que se encuentra dentro de la muralla y luego hay una salida que es fácil encontrarla que da a la fortaleza, bueno da… es donde empiezan los peldaños hasta subir a la cima, y como os he dicho son más de mil, así que no es ningún paseo, tardamos un rato bueno porque encima nos íbamos parando a echar fotos y a hablar con gente que nos íbamos encontrando de camino, así que entre subir y bajar, las dos horas no nos las quitó nadie.

Si llegáis arriba del todo tenéis que tener más cuidado, porque esa parte está mas deteriorada y hay un puente que no da mucha seguridad, eso sí, las vistas desde lo alto son la leche y hay una bandera de Montenegro coronando la cima.

Cuando volvimos al hostal estuvimos hablando con un chico seguidor del Nápoles que trabajaba allí, sobre cual eran nuestras intenciones y que camino nos recomendaba seguir en nuestro viaje. La conversación nos vino bien porque nada más que le dijimos que nuestra intención era ir a Bosnia nos dijo que era imposible acceder desde Montenegro ya que las carreteras estaban cortadas por la nieve. También tanteamos la posibilidad de ir hasta la capital Podgorica, pero nos dijo que era una ciudad un poco gris y que no tenía nada especial.

Nos aconsejó ir hasta Budva y eso hicimos, es decir, seguir bajando para rodear el temporal y no quedarnos pillados en alguna ciudad sin poder salir. Budva a pesar de la lluvia no estuvo mal, esta situada también en la costa, la verdad es que no pasamos más que un par de horas allí, pero entre el frío y que son ciudades pequeñas, dos horas son suficientes para tomar un chocolate caliente como hicimos, visitar el centro y echarnos unas fotos.

Si bien hasta que encontramos el centro tardamos un buen rato, con la lluvia no encontrábamos a nadie a quien preguntar y a los que encontrábamos no hablaban inglés, entramos incluso a un edificio de la administración a ver si veíamos a alguien a quien preguntar.

Las maletas las dejamos en un pequeño cuarto de la estación de autobuses, había un chico que controlaba todo, la entrada al bar, la sala de las maletas…todo.

Ya anocheciendo cogimos un nuevo autobús hasta Ulcinj, nosotros pensamos que Ulcinj se encontraba ya en Albania, pero no, es un pueblo que limita con Albania pero todavía Montenegro.

El trayecto… vaya viajecito, fuimos en una auténtica tartaja de autobús que no podía subir las cuestas, la carretera no estaba en buen estado y lleno de curvas, de noche, luego la nieve y si a eso le añades que el conductor se puso a cenar mientras conducía, imaginaros la situación, completamente de coña.

Al llegar a Ulcinj ya de noche lo primero que hicimos fue preguntar en la estación de autobuses  si había algún autobús hasta Albania y su respuesta fue que no y que la única manera de acceder a Albania era en taxi, yo la verdad sigo sin creerme que en un pueblo no haya ningún autobús hasta Albania y que la gente se tenga que pagar un taxi, pero bueno…

Yo pasaba de coger un taxi a esas horas, prefería hacer noche en Ulcinj y ya a primera hora mirar como llegar hasta a Albania. Al salir de la estación un taxista nos preguntó si queríamos ir hasta Albania, Javi le dijo que si, y el taxista nos empezó a seguir haciéndonos ofertas; al final  entre el chapas del taxista y la insistencia de Javi en hacer noche en Albania, le dijimos que nos llevara.

Yo la verdad no me fiaba un pelo de coger un taxi a esas horas, encima para hacer ese trayecto, que no te encontrabas ni un alma por el camino. Cuando nos montamos en el taxi encima nos suelta el taxista con que se ha olvidado la licencia para entrar con el taxi en Albania en otro coche y que nos proponía llevarnos hasta el puesto de la frontera con Albania y allí llamar a un amigo suyo taxista para que nos recogiera.

Esto empezaba a adquirir tintes de película, pero ya pensamos que de perdidos al río, ya que estábamos en esa situación nos daba igual, fue él incluso el que nos recomendó el hotel para dormir y se encargó de llamar para preguntar si había plazas.

Eso sí, le dijimos unas veinte veces que íbamos a pagar en total 20 euros que se lo dijese también a su amigo y que luego no viniesen con jaleos, y al final así fue, a él le dimos 15 euros y a su amigo 5 euros.

Durante el trayecto se veía como el arcén de la carretera estaba lleno de nieve, nos dijo que días atrás la carretera había estado cortada, nosotros pensamos que menos mal, porque si encima llegamos hasta Ulcinj y nos quedamos allí atrapados por la nieve, vaya gracia.

Una vez llegamos al control fronterizo allí conocimos al otro taxista que estaba hablando con los policías, nos encontramos que éramos los únicos que estábamos cruzando la frontera, nos comprobaron el pasaporte y poco más, había leído que te hacían pagar unos 10 euros por pasar la frontera, pero a nosotros no nos dijeron nada, a lo mejor porque los taxistas conocían a los policías.

Una vez nos cogió el nuevo taxista que no hablaba nada de inglés nos llevó directos al hotel y ya estábamos en Skodhër.

Cuando llegamos al hotel Rozafa nos aconsejaron pagar en moneda local ya que nos salía un poco más económico, la habitación doble con baño nos salió 10 euros en un hotel de tres o cuatro estrellas, no me acuerdo, pero  bueno, las estrellas de Albania no corresponden como aquí, si bien cuando entramos al hotel tenía buena pinta, era un hotel grande con una gran recepción, un bar y un pequeño restaurante.

Pero ya cuando subías a las habitaciones, el contraste era alto, se veía que desde que lo construyeron no habían vuelto a hacer obra alguna, la habitación eran las dos camas y el baño.

El baño con ducha…digamos que tenía taza, lavabo y ya.

Si vais en verano es un hotel al que por diez euros deberíais ir, porque no está mal por ese precio, eso sí, en invierno se pasa frio, la calefacción era un calefactor viejísimo y que no pusimos porque no nos daba mucha confianza, así que a pasar frio. Yo dormí con el plumas así que no os digo más, encima me tocó la cama al lado del balcón con toda la fresca.

Como anécdota, el hotel estaba en el centro en una plaza junto a más hoteles y una mezquita en el medio, que sepáis que las mezquitas tienen altavoces para escuchar el rezo, y el primer rezo es a las 5:30 de la mañana, así que fue la hora en la que nos despertaron.

Cuando nos levantamos nos pegamos un buen desayuno de huevos y queso en el restaurante del hotel. La noche antes también habíamos cenado en el hotel un plato de pasta y muy bien calidad precio. También aprovechamos para meternos en internet ya que la wifi en el bar era gratis.

Por la mañana dimos un paseo por la calle principal, en alguna tienda y en el hotel nos encontramos con gente que habla italiano, así que nos resultó más fácil comunicarnos en Albania en italiano que en inglés.

El tráfico era un caos, no os penséis que os vais a encontrar una marquesina como aquí que te dice cuando pasa el siguiente autobús, allí es un descontrol, nos dijeron unas chicas que era esperar hasta que llegase, al final optamos por ir andando hasta una especie de pequeña fortaleza que había a las afueras, así podíamos ver mejor la ciudad, nos asombró ver la cantidad de gente que trabajaba en la calle.

También fue una imagen curiosa ver como la policía controlaba la entrada del banco a primera hora de la mañana mientras la gente se amontonaba para entrar, sería día de cobrar las pensiones.

El estilo de vida en Albania la verdad es que es diferente, es el país con más contraste de los que visitamos durante el viaje respecto a nosotros.

Al final a la hora de comer cogimos un autobús en mitad de una calle porque allí no había estación de autobuses ni nada que se le pareciese, y rumbo a la capital. Vendieron más billetes que asientos había y algunos tuvieron que ir de pie en mitad del pasillo del autobús las dos horas de viaje.

Al llegar a Tirana, el caos seguía, el autobús paró en un descampado lleno de autobuses, la gente de un lado a otro, la ventanilla donde se suponía que teníamos que comprar nuestro billete a Skopje cerrada.

 Entramos en una cafetería de allí a comer pero la gente no hablaba inglés, y cuando no sabíamos bien que hacer, me acordé que a lo mejor un amigo del Erasmus que es medio griego medio albanés andaba por allí, y así fue.  Nos vino de lujo, porque no sabíamos donde comprar los billetes ni dejar las maletas. Que sepáis que en Albania no hay consignas para dejarlas, si vais no os molestéis en preguntar, porque ni hay ni os entenderán lo que queréis decir.

Mi amigo nos hizo de guía y nos llevó a los sitios mas conocidos, si bien en Tirana a pesar de ser la capital se salva la plaza Skanderberg y poco más, es una ciudad con bastante contraste.

Eso sí la gente fenomenal y la comida también bien, nos llevó a un sitio típico de allí a comer típica comida albanesa, comimos un tipo de carne guisada que no me acuerdo del nombre.

El billete también nos lo gestionó él a través de una agencia de viajes, y como siempre, llegamos al autobús justos de tiempo.

El autobús salía de tarde noche, mi amigo habló con el conductor para explicarle que éramos españoles y que no nos bajábamos hasta Skopje, porque el conductor tampoco hablaba inglés, y en un viaje de tantas horas y para el control de los pasaportes mejor que ya lo supiese.

La verdad es que al final se acabo enterando todo el bus que éramos de fuera, y se portaron bien con nosotros, dándonos conversación los pocos que hablaban inglés, se extrañaban de que hacíamos allí en esas fechas y con ese frio, que con lo bien que se está en España nos fuésemos hasta Albania de viaje.

El viaje fue entretenido, si bien la carretera impracticable, el autobús se nos atascó en el puesto de frontera con Macedonia, se bajaron todos menos Javi y yo que con el frio que hacía pasábamos, a empujar el autobús, poner cadenas y con una pala a quitar la nieve.

Allí tanto el autobús como nuestros pasaportes fueron sometidos a un exhaustivo control. Una vez pasamos el control nuestro viaje continuo hasta Skopje.

La verdad es que debido al retraso que tuvimos en la frontera que estuvimos parados cerca de 2 horas, nuestro paso por Macedonia fue casi testimonial, como teníamos poco tiempo, estaba nevando y no teníamos ni idea de donde estábamos, pagamos a un taxista para que nos llevase hasta el centro a hacernos unas fotos y luego llevarnos de vuelta a la estación.

Dónde nos esperaba un nuevo autobús y una nueva aventura rumbo a Belgrado, otro viaje que duro unas 10 horas y que nos tocó cambiar de autobús tres veces ya que dos de ellas el autobús nos quedó tirados en la carretera por el frio, se conocen que están ya acostumbrados a que suceda, porque no se inmutaron lo más mínimo.

Cuando llegamos a Belgrado ya de noche nos fuimos a cenar y a buscar un sitio donde dormir, en Belgrado también estaba nevado y como la noche anterior nos la pasamos en el autobús, queríamos encontrar algo rápido para descansar.

Mientras buscábamos, nos encontramos con el Instituto Cervantes y entramos a ver si nos encontrábamos con algún español que nos dijese donde dormir, pero a esas horas ya no quedaba ninguno.

Intentamos en alguno que venía en la guía Lonely Planet pero estaban ocupados, así que al final acabamos en el primero que nos encontramos disponible, gestionado por un par de estudiantes, y en el cual volvimos a pasar frio, me estoy acordando por ejemplo del baño que para que no se empañase el cristal y se ventilase habían hecho un buen agujero en la pared que daba a la calle, así que imaginaros el frio cuando te duchabas, si eso es normal…

En la habitación tampoco había calefacción así que imaginaros, me volvió a tocar tirar de plumas para dormir, os lo juro que no he pasado más frio en mi vida, ni viviendo un año en Estonia.

A la mañana siguiente madrugamos y nos pusimos a hacer turismo, yo me esperaba algo más de Belgrado, aunque la verdad que con la nieve cualquier ciudad pierde encanto, y en este caso Belgrado estaba completamente cubierto de nieve.

Para comer fuimos a un restaurante que nos recomendó el chico del hostal, no recuerdo el nombre pero es bastante típico, no teníamos mucho tiempo y por apurar un poco comiendo, nos tocó echar una buena carrera hasta la estación.

Para entrar a los autobuses tuvimos problemas, porque había que pasar un control en el cuál había que darles una moneda especial y no la encontrábamos, el problema fue que no sabíamos ni que la teníamos, porque cuando compramos los billetes como te lo dan con la vuelta del dinero nosotros pensamos que era una moneda normal y corriente y la dejamos con el resto del dinero, pero al buscarla solo encontrábamos una, y los vigilantes no nos querían dejar pasar si no encontrábamos las dos, al final viendo que nuestro bus ya se iba nos dejaron pasar.

 

Encima en el autobús para dejar la maleta había que pagar un suplemento, esto es una cosa que aquí no se hace, pero que por Europa te lo encuentras en muchos sitios, encima ya no nos quedaba dinero serbio, menos mal que nos dejaron pagar con euros porque íbamos a Zagreb.

Así que recordaros no intentéis siempre gastar todo el dinero local antes de abandonar un país, dejad algo para casos como este.

El autobús fue quizás el más nuevo y cómodo que cogimos en lo que llevábamos de viaje, y después del trote entre Albania-Macedonia-Serbia se agradecía.

 

Cuando llegamos a Zagreb, lo primero que hicimos fue pasarnos por el McDonald , una vez que recargamos las pilas, nos montamos en el tranvía, la verdad es que Zagreb es una ciudad que se ve completamente que está Europeizada, no encuentras gran contraste con respecto a otras capitales Europeas.

El tranvía nos dejó en el centro, y no tardamos mucho en encontrar el hostal al que habíamos echado un ojo por internet, el Hobo Bear, en Andrije Medulica 4.

Al Hobo Bear cuando llegamos nos dijeron que si que había disponibilidad, así que un problema menos, porque ya era de noche.

El hostal es muy recomendable para pasar una noche, nosotros cogimos una habitación creo recordar de diez, y cuando llegamos ya había más gente. El hostal tenía también una cocina, varios baños compartidos, y una recepción bastante cómoda con sofás, ordenadores, vendían cervezas…

A la mañana siguiente mientras visitábamos lo más turístico de la ciudad nos encontramos con el Chocofest que ya nos lo habían recomendado en el hostal, así que allí que fuimos a probar chocolate; había bastante gente.

 

Estuvimos en el museo dedicado a Drazen Petrovic un héroe del baloncesto para los croatas, el museo se encuentra junto al pabellón de baloncesto del Cibona.

La chica del museo nos hizo una visita guiada por él, explicándonos la carrera de Drazen por equipos como el Madrid y que significó para Croacia.

Como anécdota, en el museo había una camiseta firmada de nuestra selección de futbol sala, ya que había tenido lugar creo que la semana anterior de estar nosotros allí el europeo de futbol sala en el que nos proclamamos campeones.

Para los que os guste el baloncesto hay un documental muy recomendable sobre la amistad inicial entre Divac de origen Serbio y Petrovic, Croata, cuando todavía eran y jugaban para Yugoslavia y en la NBA, y como se rompió su amistad desde el inicio del conflicto de los Balcanes. El documental está grabado en ambas capitales.

Al salir del museo la guía nos recomendó ir a un bar junto al pabellón, propiedad del hermano de Petrovic, y allí que fuimos a tomar un chocolate y entrar en calor.

 

Una vez entramos en calor, nos fuimos al centro de la ciudad, todavía nos quedaban bastantes cosas que visitar, así que nos fuimos rumbo a la Iglesia de San Marcos, muy bonita.

Cerca de ella encontramos el museo “broken hearts”, a mi ya con el nombre me picó la curiosidad así que entré a preguntar, me dijo la chica que estaba allí que era sobre relaciones que habían terminado y que la gente para olvidar a su pareja llevaba bien algo que le recordaba a ella o algo relacionado con el motivo de su ruptura.

A mi la idea me hizo gracia y entré, Javi al principio pasaba de entrar, pero al rato volvió y entró.

Nos echamos unas risas porque la gente está fatal, en las fotos quizás podéis ver alguna de las historias. En el museo había los objetos, y junto a cada objeto una pequeña historia.

Había por ejemplo unos pechos postizos, y decía que su marido le hacía ponérselos cuando tenían relaciones porque los prefería mas grandes… para que veáis como está la gente.

El museo también cuenta con una cafetería así que al terminar nos tomamos allí algo.

Al salir del museo nos pasamos por la catedral de San Esteban, y también encontramos  una pequeña iglesia o capilla, no se como definirlo, que está en plena calle; y que mucha gente al pasar por allí aprovechan para pararse y encender una lamparilla.

 

Luego subimos hasta el mirador de Gornji Grad para tener una panorámica de toda la ciudad.

Al final de la tarde, ya podíamos dar por concluida nuestra visita a Zagreb, la verdad es que es una ciudad que merece ser visitada.

Y cogimos el tren destino Eslovenia, durante el viaje en nuestro compartimento estuvimos hablando con un chico croata que nos explicó un poco mejor la relación actual entre croatas y serbios.

Durante el viaje al entrar en Eslovenia, hubo control de pasaportes en el tren, se llevaron los de todos, menos los nuestros al ser españoles.

Javi continuó en el tren hasta Maribor donde continuar con su Erasmus, y yo me baje en la capital, Liubliana.

Al llegar, seguí las indicaciones para encontrar el hostal Celica que había ya echado el ojo por internet, y que era una antigua prisión, además estaba cerca de la estación, en la calle Metelkova Ulica 8.

Si bien me perdí cuando intentaba llegar, pero pregunté a unos chicos y me acompañaron hasta allí mientras me preguntaban por el paro en España.

Es un hostal que no es que os lo recomiende, si no que creo que deberías ir obligatorio. El precio fue de unos 20 euros en una habitación compartida y con desayuno incluido.

Las habitaciones son amplías y cuentan con baño, cada habitación tiene una decoración diferente. El hostal es bastante grande, y cuenta con diferentes salas con pufs y un bar donde poder tomar algo. Estaba lleno de gente joven.

A la mañana siguientes antes de coger el coche que me llevaría hasta el aeropuerto desde el propio hostal, me levanté pronto y me fui hasta el centro para ver un poco de la ciudad (el Castillo, la Catedral de San Nicolás, la fuente Robba…).

Estuve dos horas así que me dio tiempo a ver más o menos lo más importante.

 

Una vez en el aeropuerto cogí el vuelo con Easyjet hasta París, donde me tocó hacer escala toda la tarde, dude de si acercarme hasta la ciudad, pero estaba cansado de todo el viaje, así que me quede esperando en el aeropuerto,  y ya desde allí hasta Madrid. Y se acabó!!!  ;)


Galería de fotos


Comentarios (0 comentarios)


¿Quieres tener tu propio blog Erasmus?

Si estás viviendo una experiencia en el extranjero, eres un viajero empedernido o quieres dar a conocer la ciudad donde vives... ¡crea tu propio blog y cuenta tus aventuras!

¡Quiero crear mi blog Erasmus! →

¿No tienes cuenta? Regístrate.

Espera un momento, por favor

¡Girando la manivela!