Tierra de Magos
Este es un diario de apuntes, no solo bajo la experiencia de quién relata, sino esas múltiples visiones y formas de confrontar la vida de los seres de esta tierra. Una mirada detenida en (tiempo /espacio) que surgió como explosiones de energía imposible de contener en el olvidadizo recuerdo, necesarias para un periodista y sus apuntes, pero indispensables para una gitana que viaja adivinando aun su suerte.
Una historia de brujas en un gran bosque de personajes de otros cuentos, que de alguna manera van narrando sus propios relatos, no tengo nada que decir y es normal, cuando el silencio y la oscuridad invaden, solo la luz de mejores tiempos es lo único que nos saca a flote, como ese marinero perdido que vaga esperando que algún barco lo rescate algún día, aunque este jamás llegue.
“Salgo a caminar por la cintura cósmica del sur” decía Mercedes Sosa, en “todas las voces todas” una canción que descubre los parajes de los Andes, de recorrer sus kilómetros y reintegrarse con el latir de estas tierras. Llegando al sol del alto Perú, la magia del color se transforma en luminosos atuendos, rojos vibrantes, verdes valles adornan los callejones que nos conducen a los antiguos templos Incas, en honor a los astros que se manifiestan por las amuralladas calles del Cusco, un antiguo territorio de contiendas, ritos ,celebraciones y poderosas invocaciones, sus grandes e imponentes muros representan la fortaleza aún vigente de este pueblo guerrero, los curiosos nombres de la calles. Recuerdo una en particular: “7 culebras” , podías perderte en ese juego de palabras, todo parecia estar relacionado con ese número, algunos dirán que se trata de suerte, otros viajarán en esos laberintos donde personajes de diferentes cuentos narran sorprendentes encuentros, era un juego constante de magia y meditación, en el Cusco descubres de nuevo el corazón, escuchas su latido paso a paso, sin prisas ni ansiedades, te conectas completamente con el universo.
Durante cuatro meses en diferentes temporadas habite esas “callesitas”, siempre dispuestas a ser transitadas, a cualquier hora, día o madrugada, despierta y alerta te encuentras Cusco del alma. Resurges como pantera en las noches de fiesta, porque ¡a la mierda!, si se divierten en esas tierras. A unos 20 minutos aproximadamente de la plaza de San Blas queda el templo de los monos, del sol y la luna, entre otros. Podias sentarte por horas a meditar, observar el ocaso y ver los monumentos de antiguas civilizaciones, leer un libro, hablar con algun extraño en el camino, reir o escuchar la naturaleza, ver por el camino viajeros de diferentes partes del globo, buscando sueños, sonriendo y creyendo en las energías positivas que circundan por las montañas cusqueñas.
Al caer la noche la fuerza de babilonia ruge, la embriaguez del cuerpo, la locura de las pasiones, podías sumergirte en los bares, intercambios culturales de lunes a lunes "toneabas" (festejar) sin detenerte un solo segundo, si así lo preferías. sitios como The Muse donde se presentaban todos los martes y domingos un grupo musical llamado Amaru Pumak Kuntur, famosos por interpretar musica andina con un toque de modernidad, la gente bailaba y saltaba al escuchar las quenas (flautas) y la fuerza del canto que convocaba a reunirse y celebrar. Al final Cusco es el ombligo del mundo, el centro de un magnetismo que atrae lo que te propongas, solo recuerda, ”aquí todo se moviliza más rápido, lo que haces o dejas de hacer, se siente en el instante” decía una chica de Lima.
Perú resulta un lugar de atracción ancestral, ir desde el norte hasta cruzar a Bolivia, odisea entre el café y el verde, contraste de árida belleza y majestuosas cordilleras. Al observar a lo lejos el lago Titicaca desde Puno, azules intensos hacían olvidar cualquier suceso y dices “gracias universo” porque Bolivia es “tierra de brujos” de manera profética se lo dijo majaras Risikes antes de partir de Cusco. No se equivocó, aunque eso es otra historia.
El corazón del chacra latía en esas aguas, era una fortuna poder estar frente a ese lago, de repente conectas la mística del lugar con el santuario de Machupichu donde las palabras viajan con el circulo de aire de la respiración del mantra del estar ahí y ya, el presente eterno. caminar desde el pueblito de aguas calientes rumbo al altar Machupichu, es una travesia por un sendero que va subiendo como escaleras al cielo, donde el imponente río se manifiesta en el ascenso, viendo las montañas que rodean el paisaje, sintiendo la magia en cada lugar.
La conexión con los espíritus de los andes aumenta paso a paso mientras te estas acercando, la respiración se acorta por unos segundos, entras a la puerta del santuario de Machupichu y por un momento no puedes creer que estas apunto de observar patrimonio/símbolo de la humanidad, del universo, estructuras perfectas entre el cielo y la tierra, grandes montañas bordean las nubes y nevados como picos de helados de vainilla.
Recorrer sus laberintos, jugar con el aire, ver las figuras sagradas para los incas. Animales como el cóndor jugaban un papel principal a la hora de tallar las rocas de las paredes para narrar sobre la cultura y la simbología de libertad y precisión, sentarse en el verde pasto, parecía irreal. Cerrar los ojos por segundos era conectarse directamente con la vida, el principio, volver a los ancestros, escuchar las enseñanzas del pasado para el presente. Bajar lentamente y caminar por las vías del tren, mientras el rio a tu lado acompaña la transición de regreso a casa, a ese lugar, donde todos somos extraños pero seguimos caminando.
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