Gato Negro Valenciano

Estando de Erasmus pasé unos dias que parecía que, llevando un gato negro, que previamente me había cruzado, en brazos, he atravesado un espejo que había debajo de unas escaleras y he caído al suelo dando 13 rebotes con la cabeza en la pared amarilla.
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Si no, no me lo explico.
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El otro día iba caminando por la calle dirección no recuerdo a dónde; casualmente, delante mía caminaba una chica que conozco, sólo de vista. Ella andaba rápido, yo también, tenía prisa.
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Casualidades, o cicatrices del destino, íbamos al mismo lugar. Eso conllevó que andara detrás de ella un buen rato, cruzando por los mismos sitios, girando en las mismas esquinas, haciendo el mismo camino.
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Ella oía mis pasos detrás, pero no se giraba. Llegó un momento en que, asustada (creo), se giró, pero en un movimiento rápido, sin dejar de caminar.
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¿Qué se hace en esos casos? La veo a menudo, la conozco, de vista, pero nunca he hablado con ella. ¿Cuando se giró qué debía hacer? ¿saludarle? quizá se asustara. Opté por la opción más humana.
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-¡¡ Hola desconocida !! -grité mientras corría hacia ella para darle un abrazo, para conocerla.
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Se ve que no le interesaba conocerme, porque dio un alarido y salió corriendo como nunca he visto correr a nadie. En fin, ella se lo pierde.
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Esta mañana, he intentado preguntarle a un gato sobre el asunto:
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Paseaba con tranquilidad, como si recorriera la última milla antes de morir, hacia mi destino. Vi a lo lejos un gato negro, sentado, mirando a otro gato que estaba en un escalón más alto que él, tumbado.
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Llego hasta el gato, el gato me mira. Me paro.
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Me está mirando fijamente a los ojos, yo lo miro a él, mi niño interior quiere dar un salto gritando hacia el gato para ver como huye aterrado, pero el gato me lo impide por telepatía.
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Es una lucha mental, el gato negro contra mí:
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-Gato, voy a saltar hacia tí y vas a huir con el rabo entre las piernas.
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-No vas a hacer eso subhumano podrido, tienes cosas más importantes que hacer ahora, tienes deberes, tienes un horario que cumplir, sigue tu camino, no te pares a molestar a un simple gato callejero.
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-No me costaría ni 1 segundo hacerlo.
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-Hazlo. Pero recuerda que amas a los animales, sientes más aprecio por mí, un simple gato negro desconocido, que por cualquiera de las personas que hay ahora mismo medio km a la redonda. ¿Ganarás algo molestándome? ¿te sentirás mejor? si es así, hazlo.
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Sigo mirando al gato unos segundos, sus ojos ámbar me paralizan. Prosigo mi camino sin mirar atrás, de repente, el gato viene corriendo y se me cruza, sin querer, lo piso, me asusto, lo cojo en brazos, tropiezo con una piedra que tiene forma de corazón; caigo, rompiendo un espejo que me miraba desde la pared amarilla, con la que reboto 13 veces antes de quedar tumbado panza arriba, mirando las escaleras por debajo...
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¿Por qué todo esto no le pasa a las personas malas?
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Yo, soy bueno, no me merezco esto...
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¿O sí...?

Continuará...

Sí Modafokas! Sé que estáis deseosos de otra parte más de esta serie interminable de interesantísimos artículos de bazofia que nada tienen que ver con el concurso. ¡GENIAL! Seguiremos trabajando en ello.

Hasta entonces,

Has luego, hasta lueguito, adios adiosito, que ya nos veremos quiero decir, que eso, que hasta prontooooooooo, hasta la próximaaaaaaaaaaaaaa ¬¬ Lamentable.

Si tienen cualquier duda, o sugerencia, o lo que sea, pueden disquisicionar aquí abajo.

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