Entre Santa Margarita y Portofino

Publicado por flag-es selena aranda castel — hace 6 años

Blog: La mia bella Italia
Etiquetas: General

En la región de Liguria, en la provincia de Génova, se encuentra el golfo de Tigulllio.  Es una pequeña zona con un gran encanto.

Entre sus municipios más famosos están Rapallo, Portofino, Santa Margherita y Sestri. Son pequeños pueblos llenos de vida, con muchos puestos turísticos, calles estrechas para perderse que se abren luz en parques verdes, todos ellos intercalados entre un paisaje que cuenta con bahías, golfos menores, montañas, valles y las aguas del río Entella, que desemboca en el mismo golfo.

Aunque es una zona que merece al menos un fin de semana para visitarla más profundamente, cuando la visitamos (fui con mi novio) sólo disponía de un día de tiempo, así que hicimos un viaje de ida y vuelta desde pavía y visitamos los municipios de Santa Margherita y Portofino.

Nos decidimos por ellos por las buenas reseñas que habíamos leído sobre el paseo marítimo que une los dos pueblos. Y sin duda cumplió todas nuestras expectativas. No veo la hora de volver a visitarlo.

Santa Magherita

El día comenzó en la estación de tren de Santa Margherita, llegamos sobre las 10 de la mañana, y desde allí bajamos una larga carretera hasta llegar a la orilla del mar. Se puede coger un autobús pero nosotros preferimos ir andando (son solo unos 15 minutos) y nos sorprendió lo alegre que se veía la zona.

A medida que bajábamos, las casas se hacían más pequeñas, pasando desde altos bloques de piso, casas enormes y carreteras anchas hasta pequeños restaurante, callejuelas y plazuelas que rodeaban la costa.

Nada más llegar, nos sentamos al sol en una playa de piedras, con la Plaza Veneto a las espaldas y el mar de frente. Se estaba de lujo pero el hambre llamaba así que nos decidimos a sentarnos en una pequeña panadería en la Plaza Caprera, donde está la iglesia del pueblo.

Con el estómago lleno, nos pusimos a curiosear un poco por las pequeñas calles y visitamos el parque que rodea la Villa Durazzo. El parque es en realidad una pequeña colina, con unas vistas al mar que no te dejan indiferente, y desde el punto más alto ya se puede entrever el camino que separa Santa Margherita de Portofino.

Aunque nos hubiera gustado disfrutar un poco más del parque, como no sabíamos muy bien cuanto nos costaría hacer nuestro recorrido, nos pusimos en marcha. Bajamos colina abajo y nos dirigimos a la Plaza Martiri della Libertà, para empezar la famosa “Passeggiata Santa Margherita Ligure-Portofino”.

Passeggiata Santa Margherita Ligure-Portofino

Es un paseo de aproximadamente 5km, que no tiene pérdida, ya que está muy bien indicado, y para el que recomiendo encarecidamente llevar agua, ya que no tiene muchos puestos con sombra.

Siempre con una cara mirando al mar, al principio del camino, el paseo acompaña las afueras de Santa Margherita, todavía animada y con encantadoras casitas.

Poco a poco, el camino se vuelve más desolado y tranquilo, con altas laderas montañosas que sustituyen las casas. Es un camino serpenteado y a cada curva te sorprende con un nuevo y diferente pedacito de rocas, vegetación y romper de las olas.

Aunque el camino sigue básicamente la carretera, hay muchas escaleras que bajan hasta el puerto, primero, y la orilla de las playas, después, ¡cogedlas!, si no perderéis una parte importante de la “passeggiata”.

A mitad camino, nos encontramos con un bar muy encantador, hecho de piedra y con una terraza con palmeras hechas con cañas. Ideal para pararse a tomar algo, pero desafortunadamente lo encontramos cerrado.

Siguiendo el recorrido, muy lentamente ya que nos parábamos a hacer fotos a cada rincón (¡queríamos recordar cada detalle!), llegamos a la famosa Baia di Pariggi. Es una bahía de la que habíamos escuchado hablar mucho por internet, pero que sinceramente nada tiene que envidiar al resto del recorrido que habíamos ya hecho. Es más, parece que los hoteles y la gente bañándose allí quita el encanto del camino.

A partir de esta bahía, el camino cambió radicalmente, pues pasamos de ir acompañados siempre del mar a tener que atravesar un sendero rodeado de vegetación a ambos lados, conocido como Via dei Baci (calle de los besos).

De nuevo, era una pequeña colina con vistas espectaculares, y en cosa de media hora nos llevó hasta Portofino.

Portofino

¡Portofino resultó ser todavía más encantador que Santa Margherita! La primera imagen que vimos fue una fila de restaurantes que recorrían la orilla del puerto, con pequeñas barcas ancladas. Y tenía forma de “C”. ¡El mar se metía dentro!

Ya era hora de volver a comer así que decidimos coger un bocadillo y sentarnos a la orilla, fue fabuloso, ¡hasta tuvimos la suerte de ver una medusa!

Más tarde nos metimos pueblo adentro hasta llegar a la Iglesia de San Martino, nos metimos en algunas tiendecillas y compramos algún recuerdo.

Al final, aunque un poco cansados ya, tomamos el camino que lleva hasta el Castillo Brown y luego el faro. Es un camino de aproximadamente, de nuevo con vistas que sorprenden, pero si hay algo que de verdad nos quitó el aliento fue las vistas desde el faro. Nunca habíamos visto algo así, parecía que el mar se fundiera con el cielo. Era increíble. Y, por si fuera poco, con la vista clavada en el horizonte, vimos de repente un grupo de delfines que lo cruzaba. No nos hubiéramos movido nunca de allí.

Pero, desafortunadamente, ya era tiempo de marcharse. Antes pasamos por el bar del faro, que tiene una terracita con vistas espectaculares.

De vuelta al puerto, teníamos que volver a Santa Margherita. Teníamos dos opciones: autobús o barco, y aunque fuera un poco más caro, nos decidimos por la vuelta en barco. Ideal para dar un último vistazo a todos los paisajes que habíamos descubierto en un solo día, y que esperamos volver a ver.

El tren de vuelta salía sobre las seis de la tarde. Una visita de ocho horas espectacular.


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