Azúcar en el Metro Valenciano
El metro es un lugar donde se aprende mucho y se responden muchas preguntas que no sabías que tenías hasta que ves las respuestas.
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Por ejemplo, se dice que los perros son como sus dueños, yo descubrí el otro día en el metro que lo que en realidad ocurre es que los dueños se peinan como sus perros. Y de ahí ha surgido el error común de decir que son los perros los que se parecen a sus dueños.
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Por otra parte, también descubrí que la gente (centré mi estudio en una chica en concreto), busca en el azúcar la no infelicidad, que no la felicidad, ni de lejos.
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Me senté en el metro, la chica, unos taitantos (parecían más) estaba sentada enfrente mía, era, sin ser ofensivo, gorda. Tenía gafas de pasta que poco le favorecían sus bastas facciones. Llevaba el pelo grasiento, una coleta mal hecha y una sospechosa sombra en el labio superior que si no era bigote lo parecía. No estoy siendo exagerado por extraño que parezca.
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Tenía una cara de profunda amargura, miraba a su alrededor como un perro perdido y furioso con su dueño por haberlo abandonado. En las manos llevaba una bolsa de chucherías (de esas que llevan los niños pequeños cuando salen del colegio, con varias guarrerías de colores) y una botella de agua de litro y medio.
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Yo la miraba, intentando compernderla. La veía mirar a su alrededor, triste, furiosa, automarginada, y llevarse un trozo de azúcar-plástico, pólvora para los dientes, a la boca, masticarlo sin ganas y tragarlo. Repetía ese proceso mientras la bolsa se iba vaciando. Cuando se aburría, dejaba la bolsa entre sus dos enormes muslos, cogía la botella de agua y se enchufaba, a morro, del margen de un tercio de litro por trago.
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Intenté imaginármela estando buena, intenté imaginar que en lugar de una bolsa con medio kg de guarrerías únicamente lamía un chupachups de manera super sexy y enamoraba con la mirada a todos los subhumanos del metro. Que conseguía que todos los hombres la desearan.
Después intenté imaginar su cara, y no era ni parecida a la cara de amargada que tenía en realidad.
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Conclusión simpulso:
. Se dice que lo primero es quererse y aceptarse a uno mismo. Pero, por desgracia, mucha gente necesita que el mundo la quiera y la aprecie para poder después apreciarse y quererse a sí misma. Como débiles que son este tipo de personas, no luchan por lograr aceptarse, sino que se hunden cada vez más en la mierda, y buscan salida en el helado de chocolate, el azúcar, o algunos vicios peores para autodestruirse, porque consiguen, mediante el rechazo genérico, llegar a odiarse a sí mismas. Y, como castigo, se maltratan física y psicológicamente.
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Sólo sé que soy mucho más guapo cuando no me siento feo.
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Un saludo a los feos y feas que se quieren y son felices, un "pegcozón" a los que no lo son. Una patada en el culo a los guapos y guapas que miran por encima del hombro. Un abrazo a la gente buena y un cabezazo en las narices al resto.
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Sí Modafokas! Sé que estáis deseosos de otra parte más de esta serie interminable de interesantísimos artículos de bazofia que nada tienen que ver con el concurso. ¡GENIAL! Seguiremos trabajando en ello.
Hasta entonces,
Has luego, hasta lueguito, adios adiosito, que ya nos veremos quiero decir, que eso, que hasta prontooooooooo, hasta la próximaaaaaaaaaaaaaa ¬¬ Lamentable.
Si tienen cualquier duda, o sugerencia, o lo que sea, pueden disquisicionar aquí abajo.
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Comentarios (1 comentarios)
Antonio Valera López hace 10 años
Lo mejor de la foto son los Cowboys de la izquierda, creo recordar que son de un anuncio de tabaco