Viajar puede ser la mejor manera de aprender

Publicado por flag-es selena aranda castel — hace 7 años

Blog: Mi Erasmus en Pavia
Etiquetas: Consejos Erasmus

¡Qué gran momento cuando te dan la noticia de que te han dado la plaza erasmus que querías! Ya hace dos años de ello y todavía lo recuerdo vivamente…

Continuar mi formación siempre fue el principal objetivo del viaje. Para entonces, estaba estudiando el último año de Biotecnología en Zaragoza y Pavía me ofrecía un buen programa para especializarme en Biología molecular y Genética.

Me encanta la ciencia. Sin embargo, aunque me gustaría por unos minutos contaros lo increíble que es estudiarla y lo importante que es para un científico moverse por distintos laboratorios, eso lo reservaré para otro blog. Porque lo que empezó siendo un viaje de estudiante, se convirtió en mucho más…

Y es que, si a algo te enseña viajar es, sin duda, a aprovechar al máximo cada momento, pues te das cuenta de que nunca sabes cuánto tiempo vas a estar en esa ciudad que acabas de conocer, cuantas veces más vas a poder ver a la persona con la que estás hablando, ni cuantas veces más vas a poder tener un día radiante y soleado allá donde estés, pues puede que mañana le dé por llover.

Emprender un largo viaje es una sensación difícil de describir: estás tan segura de querer irte como de querer quedarte. Pero quien me conozca sabrá que soy demasiado inquieta como para decir que no a vivir una experiencia erasmus. ¿9 meses lejos de tu rutina? ¡Vamos!

Bueno, en realidad, he de confesar que al principio me dio miedo irme y pensar que estaría tanto tiempo a 1300km de mis amigos, de mi familia, de mi pareja, de mi pueblo. Y es que nadie te entrena para las despedidas. Pero qué os voy a decir ahora… ¡es una de las mejores decisiones que pude tomar!

Cuando me estaba preparando para irme, no hablaba mucho italiano, la verdad, pero tampoco me importaba. Un cursillo rápido; lo justo para saber decir “Hola, me llamo Selena”,“¿me podría decir cómo se llega a Pietro Verri?” (yo me pierdo siempre) y  “una cerveza, por favor” (adoro la cerveza).

Al fin, el 7 de octubre llegué a la que sería mi nueva casa: Pietro Verri 13, en Pavía, Italia. Un cuarto sin ascensor, ni sofá, ni tele y mmm… bueno, creo que eso que tenemos no se puede llamar puertas. Conocí a mis nuevos compañeros de piso: Richard, Kathi y Dorian, de Irlanda, Alemania y Francia. Y esa misma noche, como buena Erasmus, salí de fiesta. Me hicieron falta las 3 frases.

Pronto, por si fueran poco tres nacionalidades distintas, a mi lista de contactos añadí gente de Líbano, Irán, Italia, Polonia, Lituania y seguro que alguno más. (Luego esta lista desapareció porque en una de esas noches en las que tienes que cumplir con tus “obligaciones” como erasmus, mi móvil se perdió, pero esa es otra historia). Esto fue lo más precioso de mi experiencia: conocer tantas culturas, tantas formas de pensar, de vivir… Mi cocina era pequeña, muy pequeña, pero llegamos a estar sentados a la mesa 8 países distintos.

Es increíble la de cosillas que se aprenden cuando hablas con una persona extranjera. ¿Sabíais que en Polonia no existe la Cola-Cola sin cafeína? ¿O que el lugar del mundo donde más chocolate se vende es en el aeropuerto de Bruselas? ¿O que el juego del Beer-Pong está mundialmente extendido? ¡Se convirtió en el juego por excelencia de todas nuestras quedadas Erasmus!

Me encantaba el ambiente que creamos entre todos allí. Me gustaba porque todos fuimos con la misma intención: disfrutar, aprender, compartir, reír. No importaba si llegaba un fin de semana y no tenías un plan, porque llamabas a algún amigo y enseguida te unía al suyo. Me acuerdo de un día que me apetecía salir, llamé a Irene, una amiga que me acompañó desde el principio, y nos fuimos a una fiesta de fin de año. Fue curioso; era noviembre.

Recordando cada paso de mi experiencia, me doy cuenta de que me llevé mucho más de lo que esperaba. Me llevé amigos, amigos de tantas partes distintas que quién sabe cuándo volveré a ver, pero que seguro no olvidaré jamás. Y me gusta saber que en Lituania hay una chica que me traía postres a casa casi semanalmente; que hay un iraní recorriéndose el mundo con el que hacía los cócteles más extraños que he probado; y que en Italia hay un chico que me llamaba “sorella” cada vez que me veía (“sorella” significa “hermana”).  

Me llevé, muy a mi pesar, una larga lista de motes. Y digo muy a mi pesar porque el más bonito de todos es “la reina de la patata”, y la lista también incluye “la chica del Jäggermeister” o “esa que intenta cantar”. ¡No todo podía ser bueno!

Pero sobretodo, me llevé conmigo las ganas de repetir una experiencia única y la esperanza de que la vida me reencontrase algún día con aquellos con los que la compartí.

Empecé aquel viaje en un piso de mala muerte con personas desconocidas a las que no sabría si llegaría a entender algún día; y lo acabé en lo que se convirtió el punto de encuentro erasmus con compañeros a los que, todavía hoy, me gustaría agradecer cada sonrisa, cada plato de espaguetis con vinagre a las 4 de la mañana y simplemente la compañía.

No hay duda de que al acabar el Erasmus, tienes las manos llenas de recuerdos inolvidables y de gente increíble. Pero además, estar lejos de casa durante tanto tiempo también te enseña a valorarla más.

Para qué engañarnos, lo pasé en grande, pero eché de menos a toda mi gente. Y al fin y al cabo forman parte de todo esto, porque no hubiera sido lo mismo sin las largas llamadas para ponerte al día, sin las visitas de amigos, sin los reencuentros en el aeropuerto o sin los planes que montaba para cuando volviera a casa.

Nunca me olvidaré de las palabras que me dijo Richard cuando le estaba diciendo cuánto me gustaría viajar tanto como él lo hace. Esas palabras fueron: “Viajar sin parar está bien, pero tu eres afortunada porque echas de menos tu casa”.  Y es verdad.

Así que, ¿mi consejo después de esta aventura? Viaja. Viaja aunque no estés segura de qué o con quién te encontrarás al bajar del avión, haz tus maletas y lánzate a lo desconocido, abre la mente y experimenta el lado bueno de coger por error un tren equivocado, hazlo con ganas y exprime cada momento… Pero nunca te olvides de dónde vienes, y vuelve, siempre vuelve.


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