¡Nos vamos!
Lo que más odio de los viajes son las horas que se tardan porque no me duermo, no hay manera y lo paso fatal porque no me puedo levantar, así que toma autobús desde Granada a Madrid de 6 horitas, menos mal que Alsa tiene los autobuses Supra y por lo menos voy más cómoda y no a presión cual sardina enlatada.
Llego a Barajas y aquí los amigos de Alsa pararon donde les dio la gana y no en la terminal que le correspondía así que tuve que ir de prisa y corriendo a coger un autobús (gratuito) que me llevaba desde la T4 a la T1. Allí me encontré con mi compañero Quiko al que conocí a través de Facebook porque estudiamos en la misma facultad pero no nos habíamos visto en la vida.
El momento de facturar es terrible, por mucho que peses la maleta te llevas sorpresas, la mía se suponía que pesaba 19 kilos y no, pesaba la jodía 22 y claro el máximo son 20 pues venga dedícate a sacar cosas (estaba así medio aeropuerto) para que te la facturen. Al final la mujer se portó bien y en vista de que no había manera me perdonó un kilo, eso sí con Easyjet no puedes llevar bolso y maleta de mano, así que nada ahí estábamos Quiko y yo, él viendo como colocaba las cosas en su maleta de mano para que no se le encajara en el medidor y yo intentando meter el bolso dentro de la maleta de mano sentada encima de ella porque no quería cerrarse, que encima luego tuve que volver a abrir para pasar el portátil por separado y realizar la misma operación de sentarme encima y que Quiko vaya cerrando la cremallera porque eso era imposible.
Lo mejorcito fue el momento de embarcar, Easyjet es muy estricto con los horarios y cerraban las puertas del avión a las 9, aunque el vuelo saliera 45 minutos después. No se quien fue el lúcido que puso mal el panel teníamos que embarcar en la puerta C18 y nos fuimos a la E54 o algo así lo que viene a ser que nos fuimos a la otra punta del aeropuerto. Ahí estábamos los superfelices hablando y andando tranquilamente cuando le digo a mi compañero que quedan 10 minutos para que cierren las puertas, la reacción es echar a correr ya que estábamos al lado de la puerta B. Yo creo que en mi vida lo he pasado tan mal tirando de la dichosa maleta de mano que no rodaba bien, solo veía pasillos y pasillos y el final nunca llegaba. Cuando llegué a la puerta E no estaba ni Quiko, ni estaba el avión, quería llorar y no podía de lo cansada que estaba. De repente apareció Quiko que se había ido al final del aeropuerto porque no había visto esa puerta, volvimos a mirar las pantallas y ya salía que era en la puerta C y daban el último aviso. Total vuelta a correr en sentido contrario, les dijimos a unos del aeropuerto que les avisaran pero como no eran de la compañía no podían llamarlos según ellos. Quiko corría más que yo claramente, yo sólo veía en las pantallas el cartel de último aviso y no podía más con mi alma, tuve la suerte de cruzarme con un azafato de la compañía con el que había hablado mientras fumaba antes de entrar al aeropuerto, y me hizo el favor de llamar para que no cerraran las puertas (desde aquí mil millones de gracias). Llegó un momento en el que ya me daba igual todo, que se fuera Quiko, que se fuera el avión que yo cogía el siguiente costara lo que me costara que no tenía fuerzas para más.
Al final llegamos y pudimos embarcar, éramos los últimos pasajeros, solo les faltó aplaudirnos, pero yo creo que las caras que llevábamos lo decían todo, así que nos trataron bien :P
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