Mi experiencia como EVS
¡Hola a todos! Me gustaría hablaros sobre la razón que me llevo a tomar la decisión de venirme a vivir a Eslovaquia. Espero que os sirva de ayuda especialmente para aquellas personas que dudan entre dar un salto al vacío o no con este tipo de experiencias.
¿Qué es EVS?
EVS son las siglas de European Volunteer Service, o en castellano Servicio de Voluntariado Europeo. Primero de todo tengo que añadir que este programa sigue existiendo aunque ahora con otro nombre, Solidarity Corps. Está llevado y financiado por la Comisión Europea y consiste en hacer un voluntariado en cualquier país de Europa y en todos los campos que te puedas imaginar, desde cuidado del medio ambiente hasta ayuda en centros de Educación Especial. A cambio recibirás alojamiento, seguro médico, dinero para alimentación y de bolsillo todos los meses, y billetes de ida y vuelta pagados. La duración puede ir de 2-12 meses.
En mi caso, yo recibía en total unos 245€ a inicios de cada mes. En cuanto a las vacaciones, funcionan según la legislación vigente en el país y la asociación con la que trabajes. En mi caso yo tenía unos 25 días de vacaciones al año, aunque al final acabaron siendo más porque nuestro coordinador era bastante generoso con respecto a esto.
A lo largo de tu experiencia, recibirás tres “trainings”. Uno al inicio, antes de irte al destino elegido, para informar sobre horarios del trabajo, alojamiento y los derechos que tienes como voluntario. Otro se supone que al inicio de tu experiencia, que en mi caso fue 5 meses después. Se le llama “On arrival training” van voluntarios de todas partes del país que están realizando EVS. Son entre 4-5 días en un hotel con todo pagado por la Agencia Nacional Eslovaca (en mi caso), y se realizan talleres informativos acerca de la experiencia. El último es a mediados de tu estancia y es llamado “Mid-term training” y es básicamente lo mismo que el On arrival y con las mismas personas, pero más para reflexionar acerca de la experiencia.
Estos trainings son muy útiles para conocer gente y luego poder viajar a visitar diferentes zonas del país.
Por qué me fui de EVS
Después del intenso año erasmus en Coimbra volví a mi ciudad deprimida, pero con unas ganas insaciables de salir y conocer mundo. Mi futuro después de la carrera no estaba nada claro, pero solo quería una cosa, viajar. Un amigo fue quien me hablo sobre EVS y tan pronto como me lo dijo empecé a recorrer todas las páginas que me recomendó para buscar un proyecto, sin importarme el destino. Apliqué a varios lugares y no todos me contestaron, pero en Enero de 2017 ya sabía que mi próximo destino sería en un pequeño pueblo al este de Eslovaquia, Jelšava. Un año, comenzando en septiembre.
Jelsava no era un paraíso
No os voy a engañar, los días previos a mí partida me replantee si de verdad estaba tomando la decisión correcta de plantarme en un pueblo perdido entre montañas a 400km de la capital de un país que unos meses antes había tenido que buscar en el mapa. ¡Durante un año! Pero de alguna forma u otra, las ganas pudieron más que el miedo una vez más, y el 1 de septiembre de 2017 llegué con mis maletas a Jelšava.
No sé ni cómo empezar a hablar de este pueblo con el que establecí una relación de amor-odio. Jelšava se encuentra en la región de Banska Bystrica y en una de las zonas más pobres y marginadas del país. En esta zona la mayor parte de la población es romaníy con ellos eran con los que yo trabajaba. La situación era triste, un pueblo de 3000 habitantes dividido en dos partes claras; la parte romaní y la parte eslovaca. En la parte romaní encontrabas casas muy rudimentarias, con cables pinchados al tendido eléctrico (que iba todo por fuera). Algunas personas no tenían agua corriente en casa o ropa apropiada para el invierno (en esta zona hay nieve permanente durante diciembre, enero, febrero y en marzo empieza a derretirse, con temperaturas que llegan a -18), ni hablar de la calefacción.
No había, tampoco, grandes supermercados. Había unas 3-4 tiendas de alimentación para comprar las cosas básicas, y a 12 km, en Revúca, se encontraban los grandes supermercados.
Los adultos tenían muchísimos problemas de integración, que derivaban en otros más importantes como el alcoholismo, pues no son aceptados por la sociedad eslovaca la mayoría de las veces.
Y esta era la realidad en la que vivían los niños que frecuentaban el centro donde trabajaba.
Mi casa
En total éramos 6 voluntarios internacionales; 3 chicos y 3 chicas de diferentes partes de Europa: Alemania, Francia, Islandia y España. Había dos casas, una para los chicos y otra para las chicas, aunque ambas estaban en el mismo bloque, lo que hacía que la comunicación entre nosotros fuera mucho mejor. Tengo que admitir que esta fue la forma que tuve de aprender inglés, pues llegué allí sin poder articular dos frases seguidas. Era la única española a kilómetros a la redonda, no tenía otra opción.
Entre nosotros éramos muy diferentes, pero éramos la única opción que teníamos de socializar. Al inicio creamos muy buena relación, pero con el paso del tiempo, trabajar y vivir con la misma gente en un pueblo dónde no hay más opciones se hizo un poco cuesta arriba y al final tuvimos algunos problemas.
Aunque de todos ellos me llevo un gran recuerdo, y de algunas personas una grandísima amistad.
Mi trabajo en el centro comunitario
Mi trabajo allí consistía básicamente en ayudar a los voluntarios locales de un centro comunitario, llevado por la asociación YMCA Revúca, con las actividades extraescolares para niños. Había baile, música, teatro, arte, fútbol, clase de cocina, etc.
Además, iba al colegio del pueblo una vez en semana a hacer juegos con la profesora de inglés. Parece divertido ¿no? Pues ahora hay que añadirle las dificultades; nadie, absolutamente nadie hablaba inglés, y mucho menos español. Esto se me hizo cuesta arriba porque mi nivel de inglés en ese momento era de -1. Pero bueno, daba igual ¿no? Si total nadie hablaba, solo mi coordinador y ni si quiera los voluntarios locales con los que trabajábamos codo con codo. Tenía clases de eslovaco todas las semanas. Y a la hora de trabajar con los voluntarios locales hablábamos por señas o con alguna aplicación del móvil que tradujera inglés-eslovaco o viceversa, aunque esto no siempre era efectivo. Una vez a la semana teníamos reunión con nuestro coordinador y él era, básicamente, quien transmitía toda la información entre nosotros, ya fuera para bien o para mal. Como os podéis imaginar, a veces teníamos unos malentendidos espectaculares que no siempre acababan bien, y ya no solo lingüísticamente hablando, si no también culturalmente.
Nosotros no solo proporcionábamos entretenimiento por las tardes. También llevamos a cabo varios proyectos en base a la realidad en la que vivían, como el peligro del consumo de bebidas energéticas en niños(eran adictos a ellas), la higiene correcta o incluso educación sexual con los adolescentes y adultos. Y no todo era tan maravilloso como puede parecer, ganarte su confianza era el reto más difícil cuando tienes una barrera tan grande como es el idioma, pero al final buscabas las vueltas para hacerte entender. Una vez que tenías su confianza ganada, te ponían en un pedestal literalmente. A veces simplemente necesitaban alguien que captara su atención y ser escuchados. Pero otras veces solo necesitaban un abrazo, y para eso no era necesario hablar ningún idioma.
Mi ocio y tiempo libre en Jelšava
En todo ese caldo de cultivo no había cabida para un ocio considerado "normal". En Jelšava no había cines, restaurantes… solo una pizzería, una taberna a la que iban los borrachines del pueblo y clases de zumba los lunes en el centro cultural. Ir a hacer la compra en un supermercado grande al pueblo de al lado, se acabó convirtiendo en mi diversión. O simplemente pasear por el pueblo y hablar con la gente, que a veces te invitaban a tomar café en sus casas. Cuando nos quedábamos en casa, pasábamos horas jugando a las cartas, cocinando muchísimo, noches de películas o haciendo planes de viajes.
Había naturaleza, mucha naturaleza, pues estaba rodeado de montañas que tenían una gran población de osos, que siempre daba la emoción necesaria cuando salíamos a hacer senderismo. Y descubrí que me encantan las montañas, y la paz y tranquilidad que da el campo, cosa que nunca había tenido. Ahora vivo en Bratislava y tengo que admitir que a veces echo de menos dar dos pasos y estar en la montaña, como era en Jelšava.
Los primeros días no fueron nada fáciles, pero poco a poco fui cogiéndole el ritmo y en un mes ya me había hecho con ese nuevo estilo de vida.
Mi experiencia personal
Me llevo grandes recuerdos, miles de anécdotas divertidas y grandes personas en mi corazón con las que traté a lo largo de ese año. Personas que realmente no tenían nada pero me abrían las puertas de sus casas y me ofrecían todo lo que pudieran. Conocí un auténtico invierno eslovaco, que aunque era frío y siempre me quejaba pegada al radiador de mi cuarto (después de 2 años, aún lo sigo haciendo), tenía su magia y el pueblo se convertía en la típica postal navideña.
Ha sido el año que más he viajado en mi vida visitando 9 países y me recorrí Eslovaquia de punta a punta, hasta conocérmela mejor que España aunque suene triste.
Pero mentiría si no dijera que fue duro por las condiciones de las que hablé anteriormente. Pues al final solo estábamos 6 personas que vivíamos y trabajábamos juntos porque no teníamos nada más y hubo muchos roces y muchos problemas. Fue duro porque no había forma de escapar de allí, salías de trabajar y seguías conviviendo con el problema mano a mano.
Pensé en irme, en dejar el proyecto a medias muchas veces, y estuve muy cerca de hacerlo, pero una vez más sacaba fuerzas de no sé dónde y continuaba. Conocí dónde están mis límites, y me conocí a mí misma realmente. Valoré muchísimas cosas que antes jamás hubiera imaginado. Diría que aprendí más en ese año de mi vida que en los 4 años en que estudié la carrera. Aprendí de la vida, de mis miedos, de la gente, las culturas con las que convivía, la sociedad… Fue año de auténtica madurez personal.
Así que, mi consejo es, si se te presenta una oportunidad de este tipo, lánzate al vacío, porque, aunque te dará malos momentos, no se equiparan con las grandes experiencias y recuerdos que vas a ganar.
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