Llegada a París

Después de dos horitas llegamos al aeropuerto de Charles de Gaulle de París y desde ahí teníamos que coger varios trenes para ir hasta la estación de Austerlitz de París y coger un tren hasta Orléans. Si pensáis venir o váis a este aeropuerto o a Orly, porque el de Beauveis está en el quinto pino y es bastante coñazo llegar.

Ahora para coger el tren otra odisea, porque aquí ya vas arrastrando la maleta de mano también. Le preguntamos a la gente donde debíamos de ir, cada uno nos mandaba a un sitio (menos mal que trabajan allí) hasta que encontramos a un hombre que hablaba español y nos dijo que estábamos cerca de donde se cogían los trenes. El concepto 'cercano' tirando de dos maletas y andando unos 15 minutos no lo veo demasiado factible para tal caso porque no es que se haga eterno, es que se hace interminable.

Llegamos a París sin demasiados problemas y claro ahora hay que llegar a la estación. El metro de París es una locura (y yo me quejaba de Madrid), hay que dar tropecientas vueltas para llegar a las distintas líneas subiendo y bajando escaleras, la gente va como loca y se sube cada personaje que flipas. Para más inri pasando por una de las puertas por las que se accede al metro se enganchó mi maleta y se me partió una rueda ¡yuhu! Por fin llegamos a Austerlitz y teníamos una hora antes de coger el tren destino a Orléans, el problema es que debíamos de llegar antes de las 4 porque nos tenían que dar las llaves de la residencia y nosotros íbamos a llegar a las 4.30.

Fuimos a comer al McDonalds, yo creo que cuando estás fuera aprendes a apreciar esta cadena de comida basura porque te saca de más de un apuro. Allí ya tiré de wiffi y avisé que llegaríamos tarde que hicieran el favor de esperarnos.

Llegamos por fin a Orléans, ya me daba igual todo, estaba allí, si tenía que dormir en la calle lo haría encantada, porque ya había llegado y el viaje trayecto había terminado. Mientras salíamos de la estación bromeabamos de que podrían ir a recogernos, y por suerte así fue allí estaba la ayudante de nuestra coordinadora esperándonos para llevarnos a la residencia, no me tiré a sus brazos pero poco faltó.

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