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Un frío y lluvioso día en Zúrich


Me desperté un poco tarde el domingo, pero estaba decidido a levantarme y visitar todos aquellos lugares que no había visto el día anterior, lloviese o hiciese sol. Mientras tomaba el desayuno, planifiqué mi día. Cogería el metro hasta la estación central de la ciudad y seguiría la ruta turística a pie que recomienda en su libro Rick Steves antes de encontrarme con mi grupo turístico a las 14:30. Todo iba bien hasta que el inspector del metro me pidió mi billete. Se lo entregué pensando que todo estaba bien, pero el inspector empezó a soltar una larga parrafada en alemán, y obviamente no entendí nada. "¿Inglés? " le pregunté. Me considero a mí mismo un viajero astuto, pero, de algún modo, no me di cuenta de que mi billete solo era válido para los vagones de segunda clase y yo había seguido a la multitud hasta el vagón de primera clase. ¡Ups! Le expliqué al inspector que había cometido un error y que con gusto me cambiaría de vagón cuando parasemos, pero él no entendió nada de lo que le dije. De hecho, señaló cortantemente que las reglas son muy claras y que, como tengo ojos en la cara, podía haber visto en qué vagón me estaba metiendo. Así que, me hizo pagar 10 francos suizos (unos 10 dólares) para que mi billete fuese válido para viajar en primera clase durante un trayecto de 10 minutos. Sin sacrificios no hay recompensa. Me preguntó de dónde era y si teníamos este mismo sistema en mi país, y le respondí que no. En América y en Corea todos los pasajeros se sientan juntos en el metro o en el tren, y no hay primera clase. Respiré hondo y seguí con mi viaje. ¡Los placeres de viajar!

Desafortunadamente, no paró de llover durante la mayor parte de las dos horas que pasé deambulando por las calles de Zúrich aquella mañana, pero aquello no me aguó la fiesta. En el primer lugar de interés turístico que visité, me encontré con una pareja de Philadelphia (EE. UU. ) que también llegaban una guía turística de Rick Steves. Me uní a Julie (o Janet... mis perdidas de memoria a corto plazo... ) y a Jeff y charlamos mientras recorríamos las calles de Zúrich durante el resto de la ruta turística. Acabamos compartiendo un rato muy agradable porque a la señora J le gustaba tanto como a mí explorar iglesias. En la ruta había tres iglesias maravillosas: la iglesia de San Pedro, que tiene el campanario con el reloj más grande del mundo (mide alrededor de 8 metros de diámetro) y donde se estaba celebrando una boda en ese momento; Grossmünster, con sus dos preciosos campanarios y sus extrañas vidrieras, y Fraumünster, que cuenta con 5 preciosas vidrieras diseñadas y elaboradas por Marc Chagall. También vimos unos techos con motivos florales muy bonitos en la comisaría de policía y nos quedamos perplejos cuando el guardia de la puerta nos preguntó por qué queríamos merodear por el vestíbulo. Fuimos a un par de jardines maravillosos y caminamos por muchas calles estrechas llenas de casas pintorescas. Como estaba lloviendo, decidí dejar mi cámara DSLR en casa, así que no tengo fotos de esta ruta. Volví al hotel alrededor de la 13:15 para comer algo y cambiarme de ropa antes de reunirme con mi grupo turístico.

No conocía a las personas con las que haría el tour turístico, pero los conocí a las 14:30. Eramos un grupo pequeño de tan solo 26 personas más el guía y un conductor. Al parecer solo había 3 personas solteras en el grupo, el resto eran parejas y, me atrevería a decir que la media de edad del grupo rondaba entre 55 y los 60 años. Pues sí, durante los próximos 9 días viajaría con un grupo de jubilados (con algunas excepciones). Una vez que el grupo estuvo completo, nos montamos en el autobús y volvimos a la ciudad durante unas horas en las que nos dejarían tiempo libre; y, por suerte, ¡había dejado de llover! Esto significa que pude sacar la cámara y pude hacer algunas fotos para daros una idea de cómo es Zúrich. En el caso de que os lo preguntéis, no todo son negocios y bancos. Cuando camináis por sus calles, Zúrich es realmente una ciudad encantadora.

Fue una gran sorpresa toparnos con esta calle llena de banderas de Suiza y casas de estilo antiguo.

Un frío y lluvioso día en Zúrich

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¡Las estatuas y las fuentes abundan en esta ciudad!

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Una calle llena de coloridas banderas ondeando.

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Otra fuente; ¡el agua es pura y potable!

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Una preciosa escalera que da a un parque igualmente bonito lleno de tilos.

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¡Más estatuas!

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Las vistas al otro lado del río. La aguja verde que se ve al fondo es la iglesia Fraumünster.

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Aquí tenemos la iglesia Grossmünster sobresaliendo entre el resto de los edificios.

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¡Unas flores preciosas!

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Las dos torres de la iglesia Grossmünster.

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