Pasar el día en Suiza
De paseo por Zurich.
En el momento en el que decides irte de erasmus tomas muchas decisiones. Algunas de ellas son demasiado fáciles, y las tomarás sin necesidad de mucho razonamiento. En otras, tendrás que pensar detenidamente pros y contras para poder tomar la decisión que más te complete personalmente.
Una de las decisiones que me resultaban más fáciles de tomar eran los viajes. Viajar siempre me ha encantado, y, afortunadamente, en Milán podríamos movernos por toda Italia y Europa por precios irrisorios.
Un día normal y corriente, estaba en la residencia cuando Julio (Alex de Cádiz) me propuso de ir a Zurich (Suiza) la semana siguiente. Ahora que lo pienso, no comprendo cómo nos podría resultar tan normal planear un viaje de ida y vuelta a otro país en menos de una semana. Cuando estoy en mi pueblo, para planear un viaje a cualquier otra ciudad de España debería de analizar detenidamente todos los datos, calcular el dinero que me iba a gastar, buscar bien el transporte y el sitio para dormir. En cambio, me encontraba en Milán, organizando un viaje para pasar un día tranquilamente por la capital de Suiza, Zurich.
Como todos los viajes que habíamos realizado anteriormente, buscamos el precio low cost. Tras replantearnos ir andando, en bicicleta o haciendo autostop, comprobamos finalmente que por solo 28 euros (ida y vuelta) podríamos llegar a Suiza desde Milán. Rápidamente compramos cada uno nuestro billete, y, como si nada fuese a ocurrir, iríamos a otro país la semana siguiente a “pasar el día”.
La selección española viaja a Suiza.
A este viaje se sumaron dos leyendas de mi residencia, como son el gran Mikel (Vasco de sangre y sentimiento) y un mago de Santander llamado Alejandro (Un grande donde los haya). Sin duda alguna, estaría rodeado de una selección española que no tenía nada que envidiar el 11 que ganó la eurocopa con Luis Aragonés.
Con el número 1 Alejandro Bocanegra, también conocido como Julio. No existe una persona en toda la tierra con la que me ria más que con él. Dinámico, lateral derecho, velocidad punta. Proporciona al equipo un clima que ni el mismisimo Joaquín al Betis.
Con el número 2 Alejandro Valero, también conocido como Alex Santander. Con dos invisibiles alla fragola en cada mano (bebida con un cierto grado de alcohol), proporciona al equipo la entereza y la puesta en escena que todo galáctico proporciona, el Cristiano Ronaldo en nuestro viaje.
Con el número 3 Mikel Euskalerría Iñaki Pinpilinpauxa. Con la camiseta del Athletic de Bilbao era el único extranjero del grupo. Cuando nosotros teníamos frio él iba con una camiseta de manga corta diciendo "I'm from Bilbao". El Iker Muniain de esta selección, proporcionaría el toque exótico e innovador. Siempre pendiente de si Alex Santander se cansaba de sujetar el invisibile alla fragola para hacer la sustitución, sin duda un jugador importante del equipo.
Estaba todo preparado, la selección convocada, los estiramientos hechos, y la estrategia más que planeada. Alex Cadiz y yo saldríamos a las 9:45 desde la estación de autobuses de Lampugnano (En el otro lado de la linea roja). En cuanto a los convocados de la zona norte de España, saldrían una hora antes desde el mismo sitio.
Quedamos sobre las 8 de la mañana para comprar en el carrefour y hacernos un par de bocadillos para sobrevivir en Suiza (allí todo es carísimo). Julio es cocinero por excelencia "la cuestión es echarle hasta las orejas de to" era su frase mágica, y eso hicimos. Nos hicimos varios bocatas de tortilla con tomate y cebolla que estaban para chuparse los dedos.
Minutos antes hablaba con el recepcionista de la residencia, el cual no se creía que fuesemos a Zurich a pasar el día. Si lo piensas detenidamente es un poco raro, pero para nosotros era algo de lo más normal, estamos de erasmus. Por eso cargamos las mochílas hasta arriba de comida, cogimos nuestros repectivos billetes de autobús y comezamos a andar de camino a Sesto Marelli.
Allí se sumó Antón, un chico nuevo que acababa de llegar a Milán y se apuntaba de manera totalmente improvisada. Ya estabamos en el metro e ibamos restando segundos al reloj, como siempre ibamos un poco cortos de tiempo. Calculabamos los minutos que tardabamos en cada parada, hicimos una regla de tres contando las paradas que quedaban, los kilómetros por hora a los que iba el metro, la fuerza de rozamiento del viento etc. Como bien acertamos en nuestro problema, nos daría tiempo suficiente a llegar, esta vez no sería ese el problema en este viaje
¿Un viaje sin contratiempos?
Como ya sabéis, todos los viajes que he ido haciendo durante mi erasmus han tenido algún contratiempo que lo hacía característico. Perder el vuelo dirección Bruxellas, encontrar un hostal impresionantemente malo en Roma, Lino el Mexicano y su paso por la frontera de Francia... este no podía ser menos.
Estabamos dentro del autobús dirección Zurich, aun no eramos conscientes de todo lo que nos iba a pasar durante ese trayecto. Al principio todo estuvo tranquilo, comentabamos un poco el plan, hablabamos con Mikel y Alex que ya habían salido a calentar al campo hace aproximadamente una hora, nos relajamos en nuestros asientos, y nos preparamos para llegar a Zurich.
Una vez llegamos a la frontera de Italia y Suiza el conductor pidió que todo el mundo sacase sus pasaportes o DNIs correspondientes. Eso hicimos, estabamos con el pasaporte en la mano cuando el autobus siguió sin pararse en la frontera. Entonces empezamos a comentar el caso del terrorista de Berlín que había pasado de un país a otro sin ningún tipo de impedimento, ahora entendíamos como lo había hecho, todo era muy sencillo.
Pasaron 10 minutos cuando nuestro autobús comenzó a bajar por una cuesta muy inclinada, donde llegaríamos a lo que parecía una especie de almacen sin salida. En ese momento, nos dimos cuenta de que estabamos siendo custodiados por dos coches de policía, uno por delante y otro por detrás. Entramos dentro de ese almacen (donde prácticamente solo entraba el autobús), cerraron la puerta y comenzaron a subir policias dentro del autobús. Lógicamente nosotros nos preguntabamos qué podía estar pasando en ese momento. Los policías hablaban en Suiz y, como comprenderéis, no entendíamos ni una sola palabra. Ordenaron al conductor de encender todas las luces del autobús, y comenzaron a revisar los documentos y las mochilas con una linterna.
Tras unos minutos revisandolos, se los llevaron y avisaron de que teníamos que evacuar el autobus de cuatro en cuatro comenzando por los primeros sitios. En ese momento se te pasa por la cabeza mil millones de cosas, yo no paraba de mirar a mis lados imaginandome que había alguien peligroso en los pasajeros o que había alguna bomba, Julio pensaba que nos estaban secuestrando literalmente, todo era muy raro, nada tenía sentido. Para aumentar la tensión nosotros estabamos en los últimos sitios, siendo por lo tanto los que más tardaríamos en salir de allí, intentabamos darle sentido a la situación pero no la tenía. No entendíamos nada, la gran mayoría de policías hablaban en Suizo,y los pocos comentarios que escuchaba en italiano eran del tipo "Esto no va bien" "¿Qué está pasando?" "Esto no es normal".
- Menuda manera de empezar el erasmus (Antón)
- Menuda manera de acabar el erasmus (Luis)
- Illo yo estoy cagao' eh me cago en to' (Julio)
Como ya os he dicho, en ese momento se nos pasó por la cabeza mil millones de cosas. Estabamos muy lejos de todo, en otro país y completamente solos, una situación que se nos escapaba de nuestra zona de control, no fue para nada cómodo. Yo no quería preocupar a mi gente cercana, pero en esos momentos pensaba que por lo menos tenía que dar algún tipo de información, por lo tanto, se lo comenté a mis amigos de España.
Los minutos pasaban y la situación estaba todavía más tensa. Los policias subían y avisaban de que no podía levantarse nadie a ir al aseo ni salir sin permiso, o serían arrestados. Las miradas de todos los que estabamos allí se buscaban buscando complicidad, pero todos estabamos deseando salir de allí.
Al final llegó nuestro turno. Conforme bajamos del autobús nos esperaba un policía que nos preguntaba si teníamos alguna maleta dentro del autobús. No era el caso, por lo tanto, nos llevó hasta el siguiente control. Allí nos pasarían una especie de toallita por las manos, la analizarían y volverían para comunicarnos que estaba todo correcto, debíamos pasar a la siguiente sala. Eso hicimos, recorrimos un pasillo muy largo con una sola puerta al final, y allí encontramos un sala bastante grande y completamente blanca. En esa sala había una mesa en el medio y sillas por alrededor en forma de U. Nada más sentarnos saqué el móvil para avisar a mis amigos que ya estaba fuera del autobús, pero enseguida un policía me dijo que estaba prohibido el uso de telefonos móvil, por lo que lo tuve que guardar.
Allí las miradas eran más espiatorias que cómplices ¿Alguno de los que estaba allí tenía algo que ocultar? Nosotros ya empezamos a bromear con la situación acusando a los que menos culpa parecían tener.
- ¿Te imaginas que las 4 japonesas son de la mafia?
- No, los dos señores mayores llevan kilos de droga en la maleta fijo.
- Tio, no nos habrán metido nada a nosotros ¿Verdad?
- ...
Pese a que la situación general seguía siendo tensa, nosotros ya estabamos más relajados de estar fuera del autobus de una vez por todas. Esperamos en esa sala durante un cuarto de hora aproximadamente, quizá un poco más. Comenzaban a llamar de dos en dos para comenzar a registrar todas las maletas. A uno de ellos le abrieron su macuto en el centro de la sala mientras todos mirabamos con la intriga de si descubrirían algo.
Finalmente nos llamaron, y pasamos a la siguiente sala. Allí nos pidieron que sacasemos todo lo que llevasemos en los bolsillos y abriesemos las mochilas. En mi mochila encontrarian un arsenal de bocadillos para dar de comer a medio mundo, algo más de comida y a Gigione. Tras mirar detenidamente cada mochila nos hicieron pasar a la siguiente sala, esta vez la última. Allí esperamos a que se terminasen los registros para volver al autobús. Pasaron unos minutos cuando dijeron que las personas que habían pasado sin problemas podrian volver al sector principal del almacen ¿Quienes eran los que no tenian algo en regla? No lo sabíamos, y pese a hacer un análisis exhaustivo en el resto del viaje, no lograríamos adivinarlo.
Era mi último viaje de erasmus, y como no, no podría estar exento de algo característico. Se pasó el susto y tras una hora y poco ya estabamos otra vez en la carretera dirección Suiza. Allí nos esperaban Mikel y Alex que habían llegado bastante antes que nosotros y empezaron a recorrerse las calles de Zurich. Las vistas que comenzabamos a ver no dejaban a nadie indiferente. Pasamos por varios pueblos que estaban cubiertos de prados y lagos enormes, casitas pequeñas y caminos marcados por el verde que lo rodeaba todo.
Finalmente llegamos a la ciudad más poblada de Suiza, y yo había pasado de Torre Pacheco a Milán, y de Milán a Zurich. Como comprenderéis tantas emociones fuertes dan hambre, por lo tanto, antes de buscar a Mikel y Alex repusimos fuerzas en el primer banco que encontramos. Yo era el único que tenía internet allí, por lo que recibí la dirección de donde se encontrarían. Lo que no sabían es que mi google maps funcionaba con pilas, con una antena de 4 metros y medios, un satélite que debía coger Alex y muchísima suerte. Tras analizar detalladamente la situación, decidimos que lo mejor sería que nos buscaran ellos a nosotros, y esperarlos así en la estación. Así fue, nos encontramos tranquilamente con ellos y les empezamos a contar toda la situación que habíamos pasado. Ellos habían salido una hora antes, y lo más que hicieron fue pedirles el carnet de identidad, no comprendíamos que tenía de especial nuestro autobús, pero finalmente estabamos allí.
Me voy a comprar una casa en Suiza.
Una casa en Suiza costaría aproximádamente 10 euros y una chocolatina. No llevabamos más de 30 minutos por las calles de esa ciudad y lo estabamos flipando literalmente. El mejor coche de mi pueblo era el peor coche del suyo, los precios eran desorbitados, vivir allí sería imposible si tus ingresos no eran los propios de esa ciudad. Una pizza podría costar unos 25 euros, un kebab 10, un pin 6.30 centimos
¿Quien es el tonto que se compra un pin por 6 euros? Teneis la respuesta en las propias letras que leeis. Ya os contaré más adelante la historia de mi compañero de viaje Gigione, pero era tradicción comprarle un adorno de cada país nuevo al que fuese.
Comenzamos a andar por aquellas calles. Nos habían avisado de que no había ningún lugar característico al que pudiesemos ir, por lo tanto, comenzamos a caminar siguiendo el sentido del lago. El día se desenvolvería como un paseo cualquiera una tarde de domingo, pero, en este caso, ese paseo sería por otro país, como si fuese lo más normal del mundo.
Durante nuestra ruta por la ciudad, vimos de lejos a un grupo de personas haciendo un círculo. Parecía que estaban observando algo, y, como no puede ser de otra forma, como buenas personas curiosas que somos nos acercamos a analizar que estaba pasando por allí.
Al llegar, encontramos un grupo de música formado por lo que parecía una familia. En el centro los niños bailaban como si la música les estuviese moviendo. Nos hacian mucha gracia, pues cerraban los ojos y empezaban a moverse con el sentimiento más puro sin cortarse un pelo. A nuestra sorpresa, un grupo de chicas que formaba parte del público, entraron sin pensarlo al círculo siguiendo lo que parecía un baile tradicional.
Desde Bilbao, Cádiz, Santander y Murcia, llegabamos a Zurich. Tras varias horas por la ciudad, nos empezamos a camuflar en el ambiente, pasando de ser simples turistas a habitantes de Suiza. Aquí os muestro una imagen de cómo Alejandro Valero consigue camuflarse dentro de la naturaleza sigilosamente, formando parte de ella, siendo incluido en el grupo y valorado como uno más. Después de este momento no volvimos a verlo, se quedó en su hábitat natural.
En el fondo, podemos observar un grupo de aves que adoptarían a nuestro querido Alejandro sin ningún tipo de inconveniente. Finalmente, fue devuelto a Milán después de 3 semanas vagando por los bordes del río gritando "¡Soy un pájaro, soy un pájaro!"
¿Qué? ¿No te crees mis historías? Bueno, quizá no sea del todo así, pero no me diréis que no habría sido interesante la escena. Si estáis buscando la triste historia verdadera, os diré que las aves salieron volando a los pocos segundos, haciendo que Alejandro comenzase a llorar desconsoladamente por no haber cumplido su sueño de formar parte de ese grupo.
¿Volvemos?
Como quien vuelve a casa después de pasar la tarde en el parque, nosotros habíamos salido desde Milán a las 9 de la mañana, paseado por Zurich y recogiendonos para dormir en nuestra residencia.
Estabamos en la estación de autobuses de un lado para otro buscando el nuestro. A la misma vez, un grupo de policias hacia lo mismo "¿Este viene de Milán?" preguntaban. Finalmente encontramos el que nos correspondía, y ellos también. No sabíamos que se estaba planeando por Milán en esas fechas, pero ordenaron que no se bajase nadie sin enseñar el carnet de identidad o pasaporte. Demasiado control centrada en una sola ciudad, no era normal, pero finalmente nosotros ya estabamos dentro.
Os estoy hablando del erasmus, esa experiencia única que te permite dar una vuelta por otro país como quien no quiere la cosa.
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