CAP. 1 - Zagreb. No todo es lo que (a)parece (en el contrato)
Una semana que concluye con uno de los mejores "strudels de manzana" que he probado nunca (en realidad no, pero qué sentido tendría decir lo contrario cuando un nativo de Zagreb te invita a uno de los postres más tradicionales de Croacia) y con un par de bolazos de nieve en la calle Ilica, una de las principales de Zagreb, capital croata (cosa que ignoraba hasta que acepté trabajar aquí). Bolazos que se estampan contra los coches, el gorro de Esteban, la North Face de su novio, el pelo de Sal, la voluntaria de Australia, o el abrigo de leopardo de Noa, la mujer argentina.
En mi cabeza, todo parece ocurrir a cámara lenta, deseo que esta noche sea eterna para que esta aventura no se acabe y no me tenga que ir del hostel que tanto he odiado durante una semana. Qué ironía. Cuando el frío puede con nosotros (las temperaturas en Zagreb en pleno Enero suelen estar por debajo de cero), volvemos al hostel en el que los huéspedes disputan una partida de beer pong, algo de lo más habitual en todos los party hostels de estos países del centro de Europa.
Como hemos decidido marcharnos una semana antes de lo previsto, ya no tenemos ninguna responsabilidad en cuanto a entretener a los clientes de esa noche (nuestra principal función como voluntarios junto con limpiar los baños y hacer las camas por las mañanas). Todavía me da vueltas en la cabeza la historia que me han contado los zadares (los trabajadores nativos de Zagreb) hace apenas un par de horas en la 34. Parece ser que ese día han estado visitando el Museum of Broken Relationships (¡un "must" si vistáis la ciudad!) y han descubierto la historia de un hombre que estuvo saliendo al mismo tiempo con ocho mujeres diferentes. Cuando yo visite el museo, lo más impresionante que descubrí fue una pizza que había dejado un joven que había empezado con una dieta. La historia del hombre de las ocho mujeres me ha encantado aunque después de esta semana esté completamente curada de espanto. Cómo fingir sorpresa cuando la vida te ha sorprendido como nunca durante apenas siete días.
¿PERO CÓMO TERMINÉ TRABAJANDO EN UN HOSTEL DE ZAGREB?
Todo comienza dos semanas antes, cuando vía Workaway, una página web que te pone en contacto con familias, granjas, asociaciones de todo tipo, hostels y hoteles que necesitan voluntarios para todo tipo de proyectos, acepté junto con mi mejor amiga una vacante para trabajar como voluntaria en un hostel (os hablaré con más detalle de esta web y sus opciones en otro post que tengo en mente). En este caso, se trata de un party hostel que se nutre de voluntarios para completar las labores de limpieza y acondicionamiento, así como entretener a los guests y hacer los check-ins. A cambio de trabajar 4 horas diarias, cinco días a la semana, los voluntarios tenemos derecho a dormir y a desayunar en el hostel, así como una paga semanal con la que comprar comida para los almuerzos y las cenas (o esto es lo que prometían al principio). La verdad es que Workaway es una opción más que válida si te gusta viajar, conocer gente y vivir nuevas experiencias.
¿Y POR QUÉ ZAGREB?
Zagreb es una muy buena opción para invierno. Es un lugar con temperaturas bajas pero no heladoras, una cultura muy similar a la española (dentro de lo que puede ser la cultura en un país del centro de Europa) y tiene mucha fiesta. Además, está céntrico y a tan solo cuatro horas en bus de Viena (capital austríaca) y a dos de Ljublana (capital eslovena).
La vida en Zagreb es relativamente barata (¡no te olvides de cambiar tus euros a kunas!) Además de estar dotado de muchos supermercados, todos los días puedes comprar productos frescos en el mercado de Dolac, ubicado en la zona de Kaptol. El mercado cierra al mediodía y es fácil encontrarlo porque está cerca de la Iglesia de Santa Caterina y de la Catedral de la Asunción de la Virgen María. Además, es un mercado de sombrillas rojas que llama mucho la atención.
LA FIESTA CROATA
Salir de fiesta en Zagreb tampoco es caro. El ambiente se concentra en pubs, muchos de ellos con karaoke (lo que hace mucho más divertida la noche) donde una cerveza de medio litro ronda las veinte kunas (lo que en euros serían dos cincuenta). Si salís de fiesta, que no se os olvide probar el rakija (el licor croata por excelencia), ¡a mí me encantó! Y, por supuesto, no salgáis de fiesta sin pasar por Opera, el mejor club nocturno de la ciudad.
En cuanto al turismo, lo más recomendable es asistir al free tour que organiza Free Spirit Tours y que está publicitado en casi todos los hostels, albergues y hoteles de la ciudad. Es un tour que sale todos los días a las 11 de la mañana de la plaza principal. Está muy bien y hace un repaso sinigual por la historia del país y de la capital. Asimismo, es la mejor opción para ver la Iglesia de San Marcos, la catedral de Zagreb, la Puerta de Piedra, el único acceso que se conserva de lo que en su día fue Gradec, la Torre Lotrscak y la calle Tcalcika. Una pincelada por lo más importante de la ciudad. Junto con el tranvía, que es un símbolo de la capital croata, es lo único imprescindible.
Parece mentira que una ciudad tan pequeña, sin grandes atractivos turísticos, pueda atraparte de tal forma que ninguno de los voluntarios queriamos partir. Y todo eso, a pesar de la mala átmosfera laboral, de que después de una semana no habíamos disfrutado de los días libres prometidos (ni había pronóstico de poder disfrutarlos), habíamos tenido que lidiar con problemas que no nos incumbían y un largo ecétera. A pesar de todo, la átmosfera de la capital croata, atrapa. Y es verídico.
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