Descubriendo Lituania: Trakai (3/4)

La capital de Lituania, Vilnius, es una capital pequeña que se ve en poco tiempo, de hecho, en un día completo puedes patearte la ciudad al detalle. Por eso, siempre que tienes algo de tiempo te recomiendan hacer una excursión a la pequeña ciudad de Trakai, uno de los lugares más conocidos de Lituania que se encuentra a apenas cuarenta o cuarenta y cinco minutos del centro de Vilnius en autobús, a unos 30 km, y que sorprende tanto como la propia capital de Lituania.

Trakai posee la fortaleza medieval más llamativa de toda Lituania: el Castillo de Trakai. Si ves las imágenes de Trakai desde el aire, podrás comprobar lo maravilloso que resulta encontrar el castillo en medio del gran lago Galvé rodeado por el Parque Natural Histórico de Trakai (que por cierto, tirando un poco de Wikipedia, es el único Parque Histórico europeo).

Y aunque nosotros no tengamos la suerte de poder verlo desde las alturas y lo veamos desde tierra sigue siendo igual de impresionante, y eso que no es excesivamente grande ni el castillo más bonito que he visto. Pero está claro que este lugar tiene magia. Aunque quizás no sea solo cosa del castillo sino de todo el lugar en su conjunto, porque Trakai parece una ciudad de cuento. Por eso merece la pena que comente un poco la historia del castillo en sí y del pueblo que lo rodea.

De Vilnius a Trakai decidimos ir en autobús, y un viaje de ida nos costó 1,80€ por persona. No os digo en qué parada cogimos el autobús en la estación de Vilnius porque van variando, así que os recomiendo que vayáis a la estación de autobuses a preguntar de dónde salen. En las taquillas donde preguntéis podéis comprar los billetes, pero a nosotros nos costó allí veinte céntimos de más, y no estamos muy seguros de si fue porque nos timaron o porque te cobran un pequeño suplemento por comprarlos antes de subir al autobús.

En cualquier caso, aunque veinte céntimos no sea mucho, podéis comprar los billetes también dentro del autobús, aunque el conductor no tiene mucha idea de inglés (por no decir ninguna), así que es probable que algún ciudadano de allí os tenga que traducir como hicieron conmigo. No os preocupéis por esto en absoluto, que por allí la gente es muy amable y no duda en acercarse a ti a preguntarte si te puede ayudar si te ve algo perdido.

También os digo que es un minibus muy, muy pequeño, casi como uno de esos taxis para ocho personas, así que es posible que si vais en horas puntas estén bastante llenos, aunque pasan cada veinte minutos. También podéis pedir los horarios de ida y vuelta del autobús en la estación para llevarlos con vosotros y saber cuándo pasa el último autobús (una de las cosas más importantes si no os queréis quedar tirados en una ciudad que realmente se encuentra en medio del bosque).

(Esta es la imagen de los pequeños autobuses que te llevan a Trakai, sacada de la página web de su línea de autobuses. Quería que os hicieséis una ligera idea de cómo son, ya que a nosotros nos sorprendió bastante encontrarnos con que ese sería nuestro "autobús interurbano". Parecen autobuses privados, pero realmente son públicos como los de España).

De la estación de buses de Trakai hasta el castillo hay dos caminos posibles: o cruzando el pueblo o bordeando el río. Tal y como leímos nosotros en un blog antes de ir, os recomiendo que hagáis ambos caminos: uno para ir y otro para volver. Probablemente sea más lógico ir bordeando el río y volver cruzando el pueblo, pero eso ya a vuestro gusto.

Para bordear el río encontraréis un camino muy bonito entre los árboles y el agua, y si hace buen día podréis ver a pescadores probando suerte en los muelles, patos nadando, personas bañándose en la orilla o pequeñas barquitas moviéndose al ritmo del vaivén del lago. Es curioso porque casi veías más vida en los alrededores del lago que en el propio pueblo. Y todo eso con el reflejo del sol y las nubes en el agua. La verdad es que es una imagen bastante bonita y merece la pena darse un paseo por allí para ver la zona.

Cuando lleguéis al Castillo de Trakai querréis dar una larga vuelta por sus alrededores, cotillear en los puestos típicos de souvenirs o montar en los barquitos de pedales que van por el lago (es con este tipo de cosas con las que realmente notas que el pueblo se ha transformado en un lugar que vive por y para el turismo), así que también os recomiendo ir con bastante tiempo, sin prisas, para poder estar el tiempo que queráis sin estar pendientes de los horarios de autobuses o de que os pille la caída de la noche.

La entrada al castillo cuesta 5€. Personalmente no entramos porque ya habíamos visitado muchos castillos antes y preferíamos pasar la tarde en sus alrededores, además de que muchas de las opiniones decían que no merecía demasiado la pena, que lo realmente bonito está fuera del castillo. Así que si por cualquier motivo decidís que tampoco queréis entrar, podéis echarle un vistazo a su patio interior, ya que puedes cruzar su largo puente y atravesar las puertas del castillo sin problema. Sino, también puedes bordearlo y ver los exteriores de la muralla.

Para volver, podéis atravesar la calle principal del pueblo de Trakai, donde se encuentran sus casas más famosas, las que fueron habitadas por numerosas familias ucranianas que practicaban el caraísmo y cuyos descendientes siguen viviendo en algunas de sus casas hoy en día. Sus casas de madera, cada una de un color vivo distinto y perfectamente cuidadas, parecen sacadas de cuento. Aquí se ve bastante contraste entre las casas más abandonadas y las que todavía siguen habitadas.

Cuando nosotros pasamos por allí parecía casi un pueblo fantasma. Había algún supermercado abierto, pero nos sorprendió no ver prácticamente a nadie por la calle teniendo en cuenta que eran alrededor de las ocho de la tarde y los alrededores del castillo aun seguían llenos de turistas. Además, por el pueblo hay varios hoteles, así que fue un poco curioso ver el contraste de unas zonas a otras.

Pasear por el castillo, el pueblo y sus alrededores, entre un silencio que inunda las calles y que solo es absorbido por el agua y los árboles, es como formar parte de una historia medieval y adentrarse en un cuento en el que eres el protagonista, así que os recomiendo enormemente que hagáis de esta visita casi algo obligatorio en vuestro tour por los bálticos o simplemente vuestro viaje por Lituania.

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