Descubriendo Lituania: Colina de las Cruces (4/4)
Despidiéndome de Lituania, cuando ya íbamos de camino a Letonia, mi siguiente destino de los Bálticos, hice una última parada en otra de las zonas más conocidas de Lituania, la llamada Colina de las Cruces. Esta colina es una especie de santuario formado en una de las pocas colinas existentes en la zona.
Más allá de las historias y leyendas que se cuentan sobre esta tradición, que no son pocas, uno de los datos curiosos que contó la guía y que más me impactó es que ni siquiera saben cómo llegó esa colina allí, puesto que Lituania, como la mayor parte de los Países Bálticos, es conocido por ser un país muy llano donde prácticamente todo el territorio es muy plano, así que se dice que ese fue uno de los motivos por los que el lugar fue adquiriendo más y más poder a lo largo del tiempo.
¿Cuál es la historia de la Colina de las Cruces?
Esta colina lleva detrás el peso de numerosas leyendas. Una de las historias más famosas (que también fue la historia principal que me contaron a mí cuando lo visité) es que los ciudadanos lituanos comenzaron a colocar cruces de madera tras las rebeliones contra el Imperio Ruso zarista en la primera mitad del siglo diecinueve. Cada vez que los familiares de un soldado lituano muerto no encontraban su cuerpo para enterrarlo, decidían poner una cruz en esta colina como símbolo a sus seres queridos perdidos. Así, en menos de un siglo se colocaron más de trescientas cruces, transformando la colina en un lugar de culto e identidad religiosa.
Se dice que durante la Unión Soviética se prohibió colocar cruces bajo ningún concepto, y se intentó por todos los medios derribar y aplanar la colina para evitar la tradición que hasta entonces había estado presente durante más de un siglo. Pero cada vez que retiraban las cruces, los lituanos regresaban al lugar a escondidas por las noches para volver a colocar allí sus cruces.
Hoy en día, después de tanta lucha por mantener en pie la colina, no solo es un lugar de culto sino un símbolo por la independencia de Lituania, y cuenta con más de 25.000 cruces, un número que crece cada año tanto por las miles de visitas de turistas como por los peregrinos que todavía se acercan al lugar ofreciendo sus mayores deseos a sus seres queridos.
Resulta bastante curioso caminar entre los huecos de la colina (que cada vez son menos por la cantidad de cruces que hay), por los distintos caminitos que hay entre todas las cruces y a su alrededor, fijándote en los pequeños detalles que inundan el lugar, como los escritos que dejaron los peregrinos y otros visitantes en las cruces de madera, las pequeñas piedras que la gente coloca alrededor también como deseos para sus seres queridos o la diferencia de tamaños entre las cruces.
Y es que antes de llegar a la colina, como en todos los puntos que se han vuelto turísticos, hay numerosos puestos donde puedes comprar tu propia cruz del tamaño que desees para colocarla en la colina conmemorando a algún ser querido, y aunque ninguna de las cruces que venden supera en tamaño a la que colocó el Papa en su visita a la colina, hay algunas que también son bastante impresionantes.
Este lugar va mucho más allá de una religión (de hecho, otra de las leyendas dice que esta colina era de culto pagano antes incluso del cristianismo), es un punto de Lituania capaz de ponerte los pelos de punta desde que pones un pie en el camino de tierra que te lleva hasta la entrada de la colina y desde el que vas viendo, cuanto más te acercas, cada vez más cerca las partes más altas de las cruces. Un sitio que sin duda impresiona enormemente a su manera a cualquier persona que decida caminar por un lugar tan mágico y con tanto misterio como este.
Eso sí, si tenéis pensado visitarla, una de las cosas principales que os recomiendo es, si tenéis la posibilidad de ir por vuestra cuenta y no en vuestro tour, ir a una hora en la que no haya demasiado tránsito, puesto que a lo largo del día pasan por allí miles de turistas y un sitio como este no se contempla de la misma manera con turistas gritando y haciéndose fotos (tal y como estaba cuando llegamos nosotros) que en un momento en el que todo el lugar esté en silencio y puedas quedarte boquiabierto sin nadie alrededor.
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