0. Antes de Llegar

Todos los inicios de Erasmus, imagino, empiezan de la misma manera. Quieres tenerlo todo planeado, buscas alojamiento, gente que vaya a tu misma universidad, y empiezas a curiosear sobre sitios a los que ir y actividades que hacer una vez llegues. Mentiría si dijera que no me pasaba horas en casa leyendo todo tipo de articulos sobre Vilnius, intentando retener todo en mi cabeza para luego no malgastar lo que parece una etrnidad en una sola ciudad. 

Cuando faltan unas semanas para irte, empezaba a preocuparme por que meter en la maleta. Empiezas a pensar si conviene llevar mucha ropa de invierno o comprartela allí, si comprar suministros de jamón por si te etra la morriña, si necesitarás pasaporte por si viajas fuera de Europa, ... Son infinidad de dudas que nunca tendran respuesta hasta que llegues allí, y ya será demasiado tarde. Al final acabas con un maletón lleno de "por si acasos" que mas adelante solo ocuparan espacio en tu habitación. Pero claro, eso era imposible de saber, y al final es la magia de la incertidumbre la que aumenta tanto el miedo como las ganas de irte al fin.

En mi caso, decidí llevarme ropa de verano y entretiempo desde casa, y comprarme allí abrigos y ropa de invierno. Parecía lógico ya que en un país tan frío como Lituania, habrá infinidad de posibilidades para comprar. También me llevé todo el jamón y embutidos que pude hasta llegar al limite de peso, y un puñado de recuerdos de mi familia y amigos que dejaba atras por un año. Mi madre me obligó a meter una manta y un juego de sábanas, pensando que me iba a un campamento del colegio o vete tu a saber...

El vuelo ya lo tenía cogido desde hace tiempo, ya que después de haber estado hablando con gente que conocí en un Blog de Erasmusu, y de haber creado un chat de WhatsApp con ellos, se decidió en que todo el que pudiera llegase en el mismo vuelo. La verdad es que haber conocido a gente que estaba en la misma situación que yo me ayudaó bastante en tranquilizar esos nervios por la incertidumbre. 

Llego el día de marchar, y tras despedidas, fiestas y algún que otro lloriqueo, puse rumbo a Madrid para empezar mi nueva vida en Vilnius. Pearecía casi un lugar mítico al que nunca llegaría, tras haberlo imaginado millones de veces en mi cabeza, intentando recnstruirlo con fotos que había visto por internet. Y allí estaba, en Barajas, solo en un aeropuerto por primera vez, moviendo la cabeza hacia los lados para ver si reconocía a gente que no había visto en mi vida.

Ya cuando llegué a la puerta de embarque, tras perderme por los enormes pasillos de la terminal, vi un grupo numeroso de personas hablando justo en frente de la puerta, y noté que ya me estaba poniendo nervioso. Era gente con la que iba a convivir un año entero sin ni siquiera saberlo. Me acerqué y pude encontrar a Marta, una chica con la que estuve hablando mucho ya que ibamos a ir a la misma residencia y universidad. A partir de ahí todo fue en piloto automático hasta aterrizar en Vilnius. Mi vida parecía casi ciencia ficción, y yo era el protagonista.

Galería de fotos