Los primeros pasos por el continente europeo (Parte 1)

¡Hola, hola! Empiezo diciendo que el título de este artículo no es tan dramático como parece. Pero para mí, que vengo de una pequeña isla, era así.

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Todo empezó en el segundo año de DUT (Diploma Universitario de Tecnología), tenía que hacer prácticas durante dos meses. Busqué durante mucho tiempo en anuncios, en el extranjero y, cuando la responsable de la oficina internacional de mi IUT (Instituto Universitario de Tecnología) me propuso hacer prácticas en el marco de una asociación con una universidad europea, ¡no iba a dejar pasar esta oportunidad! Yo, que soñaba con ampliar mis horizontes y, sobre todo, de enriquecer mi experiencia internacional, no tuve ninguna duda.

Por lo tanto, cogí un avión en diciembre a Vigo, una ciudad en el noroeste de España. Solo tuve un momento de duda, aunque al principio estaba muy entusiasmada con la idea de coger mis maletas.

Coger el avión en el aeropuerto y los abrazos de nuestros padres era solo el principio, después venía un largo, muy largo, viaje en avión. Porque sí, para ir a Vigo tenía que pasar por París, por lo tanto, de la Isla Reunión a París eran 10 horas de avión, después de París a Madrid 2 horas de avión y de Madrid a Vigo, otras 2 horas. Así que, haz tu mismo el cálculo.

El momento en el que te sientas en el avión, el sentimiento de incertidumbre y de ansiedad se apodera de ti. Y te haces muchas preguntas, del tipo: ¿he elegido bien?, ¿me las arreglaré yo sola?, ¿y si no hablan inglés allí? Ah, sí, se me olvidaba decirlo, el español y yo no nos llevamos bien. Sí, di clases de español en el instituto, pero realmente, ¡me gusta mas el inglés! Puedo entender el español pero no hablarlo. Pero en mi defensa diré que las prácticas que tenía que hacer eran en una oficina internacional (en ese momento no me preocupaba).

Puedo asegurarte que no estaba sola. Tenía a mis amigos que también tenían que hacer prácticas en España. Por eso, no tenía la impresión de que fuese a la cárcel (nos estresábamos todos juntos).

Después de este primer shock emocional en el avión, llega la fase del aeropuerto. Puede parecerte una tontería, pero para mí, que siempre he ido a aeropuertos en los que solo había una puerta de entrada y salida, el resto me parecían una carrera de obstáculos.

La llegada al aeropuerto de Madrid parecía más un juego de cómo salir de un laberinto que otra cosa. Entre buscar las maletas, encontrar las puertas de embarque y seguir las señales que, en algunas ocasiones, no tienen ningún sentido y comer (esto fue sencillo), no tardamos en perdernos. Incluso después de las explicaciones en los puntos de información, ¡mis amigos y yo nos perdimos!

Finalmente, después de muchas idas y venidas en las diferentes plantas, llegamos a encontrar las puertas de embarque y pudimos coger nuestro avión a Vigo.

Finalmente, llegamos a buen puerto, llegamos a Vigo al final de la tarde, un tanto mareada después de este largo viaje desde Reunión. Pero esto aún no había acabado, todavía nos quedaba el último viaje para llegar hasta nuestro alojamiento. Por lo que llamamos rápidamente a un taxi y, ¡fuimos a la residencia de estudiantes de Vigo!

El siguiente viaje en el próximo artículo...

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