Comienzo de las prácticas. Día 1 (Parte 2)

¡Cucú!

Tras mi anterior artículo, retomo la historia de mi llegada a Vigo. Después del viaje en taxi, llegamos mi amigo y yo a la residencia de estudiantes de Vigo. Y, ¡sorpresa! Se encontraba en la Universidad de Vigo (qué suerte, ¡no hizo falta coger el autobús! ).

Después de haber cogido nuestras llaves y haber visitado las habitaciones, nos instalamos para los dos meses de prácticas. La portera de la residencia ese día fue muy simpática, aunque comunicarse con nosotros fuese algo difícil, ya que ella no hablaba inglés. Pero con algunas palabras entre inglés y español y gestos, nos entendimos. ¡Ah! ¿He comentado que había caballos pastando cerca de la residencia? (¿no es genial? ) Podía verlos desde mi ventana.

Comienzo de las prácticas Día 1 (Parte 2)

Y ahora pensarás que nos fuimos a acostarnos y todo acabó muy bien, pero, ¡en absoluto! Esto no hizo más que empezar...

De hecho, llegamos un domingo, a la hora de cena, no había ningún ingrediente en la cocina y tuvimos que salir para ir a comer. Sin embargo, cerca de la residencia no había tiendas ni restaurantes cercanos y ese día no había autobús (¡qué casualidad! ).

Porque sí, esta residencia de estudiantes no está en la ciudad. No, está en la universidad, ¡que se encuentra en una montaña! Entonces, en resumen, para ir al centro de la ciudad tenemos que coger el autobús, pero, ¡ese día no había!

¿Morir de hambre o no? Esa es la cuestión...

En este aspecto, es una catástrofe, después de 14 h de vuelo, llegamos a Vigo, pero nos vimos sin comida. Pero, por suerte, llevaba en mi maleta cajas de galletas Savanna y tortas de arroz. Si no, solo hubiésemos bebido agua para cenar. También comimos alguna cosa en el aeropuerto, pero, ¡fue a mediodía! Por eso, comimos ese tentempié rápidamente y nos fuimos a acostarnos, ya que al día siguiente empezábamos las prácticas.

Al día siguiente, nos costó despertarnos. Sobre todo porque no descansamos lo suficiente después de nuestro viaje desde Reunión. Llegamos el día anterior y al día siguiente fuimos al trabajo (¿no somos unos estudiantes serios? ).

Lo primero de lo que nos dimos cuenta, es que aún era de noche fuera, ya que, ¡eran las 8 h de la mañana! Y sí, aunque estábamos acostumbrarnos a levantarnos con el sol, esto nos descolocaba un poco.

Después, salimos y la primera cosa que nos impresionó fue el frío. ¿De verdad? No esperábamos este impacto. Aunque llevaba kilos de ropa de abrigo, seguía temblando. Empecé a echar de menos mi isla durante en ese momento.

En resumen, anécdota aparte, era la hora de la verdad. Bueno, casi. Aunque ya estábamos en la universidad, no sabíamos dónde se encontraba la oficina o dónde debíamos ir. Después de haber pasado por la oficina de relaciones internacionales, al fin encontramos la oficina de Erasmus Mundus y... nada.

Nuestros responsables no estaban allí, solo una señora en la oficina que no conocíamos.

Le explicamos lo que nos pasaba, que éramos los estudiantes de Reunión que veníamos a hacer prácticas blablabla y nos respondió que, ¡ese lunes era fiesta! Los españoles no trabajaban el lunes y el martes y la oficina de Erasmus estaba cerrada ese miércoles. De acuerdo, ¿qué hacemos ahora? Decidimos volver a la residencia e intentar saber dónde comer.

Pero, malas noticias, como era festivo el autobús de la universidad no pasaba y los restaurantes/tiendas de la universidad estaban cerrados.

¡Guau! ¡Vaya comienzo en el extranjero! ¿Entendéis por lo que pasamos mi amigo y yo?

Sí, solo íbamos a comer mis galletas y tortas de arroz y a beber agua durante tres días... En ese momento nos entró la risa nerviosa.

En definitiva, después de esta huelga de hambre improvisada, ¡al fin era miércoles! Fuimos, después de tanta espera, a los restaurantes de la universidad y... ¡estaban abiertos! Entramos y pedimos un plato de espaguetis (que por cierto era enorme) y una coca-cola. Dios mío... el nirvana. Después de haber sobrevivido a base de galletas y agua, me volvía a sentir viva.

Ah, cuando llegamos era muy pronto para comer, aunque fuese mediodía, los españoles no comen hasta las 13-14 h. Entendimos porqué la gente aún estaba tomando café.

Pero no nos importó, teníamos hambre, la comida nos llamaba.

En resumen, bien llenos, el día pasó rápido. Y ya era jueves. ¡Las prácticas empezaban! Llegamos a la oficina y conocimos a nuestros responsables. Nos explicaron nuestra función una vez más, que estábamos al cargo de esto y lo otro, etc.

Yo me encargué de todo lo que tenía que ver con el proyecto Erasmus Green IT, mientras que mi amigo se ocupaba de otro proyecto.

Y hasta aquí el comienzo caótico que tuvimos en España. Todo esto para decir que no todo es bonito en una movilidad internacional. Admito que no estuve muy entusiasmada durante mis primeros días en Vigo. Pero esto formaba parte de la experiencia y estas peripecias son justamente las que nos van dando otra visión del mundo.

P. D. No subestimes el poder de las galletas Savanna, algún día, te pueden salvar la vida.

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¡Más en mi próximo artículo!


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