Viena, la belleza de Sissi reflejada en la ciudad (2/3)

31 de enero de 2016

Día 2: embriagado por el paisaje y por los pueblos viñateros

Me desperté en mi habitación de color amarillo provenzal por un rayo de sol que se coló entre las cortinas. La suave luz del día alcanzó a la melancólica neblina del día anterior.

No eran ni las 10 de la mañana cuando llegué a Herrengasse, en pleno Innere Stadt (el centro de la ciudad). El sol se alza en el cielo para brillar. Los monumentos parecen estar recubiertos de una capa blanca a causa de las últimas lluvias. No entiendo por qué las calles están más vacías que ayer, tan solo había algún que otro turista y algunos deportistas que hacen jogging por la Hofburg. ¿Será por la misa de las muchas iglesias, a las que curiosamente he ido, la que atrae a los fieles? ¿O será porque ni los turistas ni los habitantes han madrugado hoy?

Pero qué alegría más grande me llevé al descubrir que disfrutaría de esa hilera de palacios casi en privado. Me llevé una sorpresa al ver que en la Plaza Am Hof habían bomberos saliendo de un cuartel para refugiados... ¡que había en un arsenal del siglo XV! Unas dos calles más lejos, en la iglesia María am Gestade, escucho cómo dan la misa en francés. Una mujer me explicó que era una iglesia de la comunidad francesa de Viena.

Cuando fui a la Plaza de los Judíos me enamoré de los palacios con la Cancillería Bohemia y el antiguo ayuntamiento (Altes Rathaus). Aquí, da la impresión de que los atlantes (hombres) soportan el peso del dorado portal, que está minuciosamente tallado. Y en la Iglesia Barroca de los Jesuitas me quedé mudo al ver las columnas retorcidas, los frescos que están dispuestos por toda la nave y por todo el coro y el púlpito de nácar. Me chocó ver una iglesia con mi nombre (Saint-Jérôme), pero aún hay más calles de palacios, hasta llegar a la fuente del brebaje arquitectónico.

Día de misa en la Iglesia de los Jesuitas, datada de la época de la Contra Reforma Jour de messe à l’église des Jésuites, de l’époque de la Contre Réforme, es una de las más bonitas de Austria.

Tras haber almorzado tarde, y con mi escalope vienés (empanado) ya en el estómago, fui a visitar algunos monumentos emblemáticos que habían cerca. Bajé para poder ir a los jardines a la francesa de Belvédère y dos castillos del siglo XVIII. Pasé furtivamente por delante de las viviendas sociales de Hundertwasser (1985), es una mezcña de apartamentos de colorines de estilo anticonformista. Al principio de la línea del tranvía 0, le eché una foto en la penumbra a la gran noria de Viena, que tiene 65 metros de alto y fue una de las decoraciones de la película de "Le Troisième Homme" (1949) junto al hotel Sacher.

Se hizo de noche y me subí al tranvía 38 para ir a visitar los pueblos viñateros, que estaban más al norte. Me bajé en la última parada, la de Grinsing, que hoy día forma parte de nuevo de Viena y de la que esperaba encontrarme con un 11 de carácter. Pero me decepcionó.

Ese último día de enero, los coches no paraban de pasar por aquellas encantadoras calles. La amplitud de estas calles devoradas por la impenetrable noche desacreditan la intimidad de la capital. La mayoría de las Heurigen, que son tabernas donde puedes parar a tomarte un vino del país, están cerradas. Es otoño, ¡es la época buena para ir a estos bares para probar un buen vino del año (Heuriger)! En resumen, las paradas "deliciosas" que mi guía de viaje me recomienda visitar no me atraen mucho, a parte de la iglesia cuya cúpula bulbosa ilumina la noche.

Un domingo por la noche en el Heurigen "Alt Wiener Winzerhaus", en el pueblo viñatero de Heiligenstadt. En este albergue tradicional, los músicos cuentan historias cantando que conmueven o alegran a los comensales.

Galería de fotos