Un día en Viena

Un día en Viena

¡Hola a todo el mundo de nuevo! Hoy os traigo un post un poco diferente, pues os quiero contar lo que puede ser un día cualquiera para mí de las muchas veces que he visitado Viena. Como ya os he contado anteriormente, Viena está solamente a una hora en autobús de Bratislava, lo que hace que visitarla de vez en cuanto por su gran oferta cultural sea algo obligatorio. Las primeras veces que visité la capital austríaca hice un turismo general. Me paseé por los jardines de sus famosos palacios, la ópera, la plaza del ayuntamiento, la casa de Mozart, etc. Poco a poco me di cuenta que lo mejor de Viena son los lugares que ofrece tan originales y con tanta personalidad. Para mí, ir a Viena supone un día de desconexión total de Bratislava, ver lugares nuevos o descubrir restaurantes. Todo esto siempre se agradece así que solamente por estos motivos, le tengo un cariño especial a Viena. Hoy os quiero mostrar algunos puntos que para mí merecen una visita. ¡Empezamos!

Burggasse 24

Se trata de una cafetería muy original, situada cerca de la plaza del Ayuntamiento así que está en el centro. La decoración de la cafetería es súper vintage, tirando a desenfadado. Lo especial de Burggasse 24 es que es una tienda de ropa de segunda mano vintage. Es una especie de dos por uno: buen café y ropa antigua pero que nunca pasa de moda. Aquí os dejo algunas fotos del sitio. Lo cierto es que da una sensación de acogedor total, como si estuvieses en el salón de tu casa. También tienen terraza que para cuando hace un poco de sol, está genial.

Además, tienen menú de desayuno y de brunch con boles de muesli y frutas, no baratos especialmente pero de porciones generosas. En cuanto al café, tengo que decir que no es barato tampoco, pero estamos en Viena, en el centro, no se puede pedir mucho más. En definitiva, si os apetece ir a una cafetería diferente y con personalidad, podéis pasaros por aquí.

Setagaya park

Situado en las afueras, es mejor coger transporte para llegar a él, si no queréis pegaros la pateada de vuestra vida. Se trata de un jardín de estilo japonés. Nosotras/os lo visitamos en primavera, época perfecta porque como podéis ver en las fotografías, los árboles estaban en flor así que tenía todavía más encanto. Está muy bien cuidado y en él se encuentran los elementos más típicos de un jardín japonés: un lago, la casa del té, una pagoda…

También hay una zona con una mini cascada, rodeada de preciosas plantas y árboles de diferentes tipos. Es un lugar muy tranquilo. De hecho, justo al lado se encuentra un complejo residencial para personas de la tercera edad. Se podía ver como las personas ancianas que residían allí venían al jardín en pijama para poder disfrutar de los rayos del sol de ese día. La verdad es que había una sensación de paz inmensa. Nosotras/os estuvimos allí un buen rato, merendando en un banco y charlando. Otro punto a favor es que la entrada es gratis. ¿Necesitas más razones para visitar este jardín?

Kunst Haus

A pesar de que hay dos Hundertwasser Haus en Viena, la que os voy a enseñar es la menos conocida pero en realidad, la que más fama se merece. Las primeras veces que fui a Viena visité Hundertwasserhaus, pero esta que yo os enseño ahora se llama Kunsthaus, cuyo nombre podría traducirse por “casa del arte” en la lengua alemana.Del mismo autor, sigue el mismo esquema que Hundertwasserhaus pero para mí, es mucho más especial y está mejor conservada. Se trata de una obra de arte de Friedensreich Hundertwasser, que era un experto en arquitectura, pintura y escultura. Es famoso porque sus obras son muy coloridas, diferentes y también extravagantes.

Este edificio diseñado por él quiere representar la unión de la naturaleza con la arquitectura. Es admirable tanto por fuera como por dentro. Para mí, es un edificio que rompe con la monotonía de Viena. Al final, Viena puede resultar en muchos casos abrumadora ante tanta ostentación en sus diferentes monumentos, todos diferentes pero todos iguales. En cambio, Kunsthaus rompe con los esquemas. La ausencia de líneas rectas, la elección de los colores aparentemente arbitraria y la incorporación de la naturaleza por todo el edificio hace que merezca una visita. Aquí os dejo algunas fotos de ese día. A mí me encantan. Además, en la planta baja puedes tomar un café fuera, en la terraza tranquilamente.

Algo que me sorprendió muchísimo, y probablemente a los lectores de este blog también, es que este arquitecto y escultor decía que no entendía por qué si los seres humanos orinamos y defecamos por separado, por qué al final cuando vamos al baño, depositamos ambos deshechos en el mismo agujero, apretando finalmente la cisterna y enviando todo por el mismo conducto. Esto puede parecer desorbitado, pero lo cierto es que, como bien explicaban en el museo, gracias a su idea, hay nuevos diseños de inodoros donde la orina va por una parte y las heces por otra. De esta forma, se pueden aprovechar los beneficios de la orina, tras un sistema de depuración y filtración. Estos inodoros, según nos informaron, ya se utilizan en algunos países africanos donde la escasez de agua es notoria. Como veis, este lugar no deja de sorprender por todas partes.

Karlsplatz

Aunque esta plaza es bastante conocida, las otras veces que visité Viena no la había visto así que decidí pasarme por allí. ¿Por qué no? Justo aquí descubrí que al lado estaba el Instituto Cervantes de Viena, genial situado en la capital. El elemento principal se la plaza es la Karlskirche, protagonista de todas las miradas. Aquí os dejo la foto que yo me saqué. Tuvimos suerte que el estanque que está justo enfrente estaba llena de agua, hasta arriba, así que los monumentos arquitectónicos se reflejaban en ella. Lo curioso de esta iglesia es que combina varios estilos: la fachada es griega y las columnas son barrocas.

La iglesia está dedicada al arzobispo de Milán llamado Carlos Borromeo, ya que llevó a cabo varios actos de caridad en contra de la peste. De esta forma, cuando la peste afectó a Viena, llevándose consigo 8000 muertos, Carlos VI prometió que cuando la epidemia de esta enfermedad acabase, construiría una iglesia dedicad a este arzobispo.

Enfrente hay una zona verde, con jardines para sentarse y relajarse. Además, muy cerca de aquí se encuentra el famoso palacio Belvedere, atracción obligatoria en la capital austríaca. Lo recomiendo también.

Pizza Mari

Por último, no podría abandonaros sin recomendaros este restaurante. No está muy lejos del centro, recuerdo que la calle se llamaba Leopoldstrasse. Fuimos hasta él andando porque nos apetecía caminar. Además, ya sabéis que caminando es como mejor se conoce una ciudad, preferiblemente a coger el metro. Bueno, este restaurante lo descubrimos un día leyendo un artículo llamado “los 50 mejores restaurantes italianos en Europa”. En Bratislava se encontraba Basilico, que ya lo conocemos de sobra y en el puesto número 15 de la lista, más o menos, se encontraba Pizza Mari. Como no teníamos plan para ese fin de semana, decidimos ir a Viena para probarlo y valorarlo por nosotras/os mismas/os. La verdad es que el restaurante era auténtico italiano. Los camareros y yo hablábamos en itañol, os podéis imaginar. Las pizzas súper buenas. Hacía tiempo que no probaba una mozzarella tan buena y fresca como esa. El postre: panna cotta de pistacho. Si no sabéis dónde comer en Viena, Pizza Mari es una buena opción. El servicio bueno, la comida también y no tuvimos que esperar para sentarnos.

Y hasta aquí el post de hoy. Espero que os hayan gustado estos lugares (con mis fotos incluidas), yo creo que no son tan conocidos en Viena y que vale la pena echarles un vistazo o hincarles el diente. Muchas gracias por leerme y nos vemos en el siguiente post, con mucho más contenido. Un saludo.

Galería de fotos