La elegancia de Viena
Antes de empezar el viaje
He descubierto que me he vuelto un poco supersticiosa con la celebración del Año Nuevo. Quería asegurarme de que presenciaba el último atardecer del 2017 y el primer amanecer el 2018 llena de paz, felicidad y con un gran placer. En realidad, no había manera de asegurar nada, pero, de todos modos, decidí pasar este momento del año en particular haciendo lo que más me gusta y lo que me gustaría seguir haciendo durante el resto del año y de mi vida. Exacto, decidí viajar a un nuevo lugar, ver la belleza del mundo y conocer a más personas increíbles.
En esta ocasión, me decanté por Austria. No era solo el hecho de que nunca antes había estado en Viena, sino que en Viena se celebra una gran fiesta de Año Nuevo. Así que, compré todos los billetes necesarios y uno de mis amigos me ayudó a encontrar un alojamiento adecuado. Como estábamos en temporada alta, puede que costase un poco caro. Si viajáis a Viena desde Polonia, el billete de autobús solo de ida puede costar alrededor de 20 euros y el alojamiento durante una noche rondará los 30 o 40 euros. No obstante, si planificáis el viaje con tiempo, puede que encontréis mejores ofertas.
El viaje
Después de un viaje de 8 horas desde Lodz (Polonia), llegué a la estación central de Viena (Vienna Hauptbahnhof) la mañana del 30 de diciembre. Era la primera vez que viajaba con Leo Express y fue una buena experiencia; los asientos son muy cómodos y te ofrecen una botella de agua gratis durante el viaje. Bueno, lo menciono porque ninguna otra compañía de autobuses hace eso. Sin embargo, de vez en cuando percibía un olor a cerveza; no me quejo de esto, parece que todo el mundo se estaba preparando para dar la bienvenida al año nuevo. Algo extraño que me pasó fue que se me hincharon los pies, algo que nunca me pasa en viajes incluso más largo que este. Lo noté cuando intenté ponerme de nuevo mis zapatos de invierno de caña alta y simplemente mis pies no entraban. Los toqué dos o tres veces y comprobé que, en efecto, eran mis pies. De alguna manera, me las arreglé para ponerme mis elegantes zapatos y salí del autobús.
Primeras atracciones turísticas
En vez de dirigirme directamente al lugar donde iba a alojarme, quise ver las atracciones turísticas que se encontraban cerca de la estación de trenes, como, por ejemplo, le famoso palacio Belvedere, que se encontraba a unos 12 minutos caminando. Por el camino, me encontré también con la iglesia de Santa Isabel que data del mediados del siglo XIX y, de vez en cuando, se la llama la "iglesia roja". ¡Merece la pena visitarla!
El palacio Belvedere, un conjunto de edificios histórico que se construyó básicamente para que fuese la residencia de verano del príncipe Eugenio de Saboya, se encontraba muy cerca de esta iglesia. Consiste en un gran palacio, jardines, establos y un museo. Desde el primer momento, me impresionó muchísimo. Los jardines que se encuentran entre el palacio Belvedere de Arriba y el palacio Belvedere de Abajo me recordaron al parque Vigeland de Oslo, tienen un diseño estructural muy similar; aunque, las esculturas no son nada parecidas.
Di un paseo hasta el palacio Belvedere de Abajo.
Fue una mañana genial y, aparte de los turistas, había muchas personas haciendo deporte. Hice unas cuantas fotos y volví al palacio Belvedere de Arriba.
Si os gustan los jardines como a mí, podéis hace una breve visita a los jardines Alpine o al Jardín Botánico que se encuentran justo al lado del palacio Belvedere.
Una experiencia llena de positividad y amabilidad
Después de este paseo, decidí ir a descansar un poco (mis pies ya estaban en perfectas condiciones en aquellos momentos). El lugar en el que iba a hospedarme estaba un poco lejos, así que, cogí el tranvía. Una mujer me dijo que podía comprar el ticket dentro del tranvía, pero, una vez que ya estaba dentro, me di cuenta de que la máquina solo aceptaba monedas. De hecho, debería haberlo sabido antes porque así es como funcionan los tranvías la mayoría de las veces si pagas una vez dentro. Tenía billetes pequeños, pero no monedas. Le pregunté a una señora si podía cambiarme unas monedas, pero ella tampoco tenía; en cambio, sacó un ticket de su bolso y me dijo "tengo un regalo para ti". Rebosaba de alegría y gratitud por aquel gesto tan amable y cariñoso que tuvo aquella mujer conmigo. Ella se encuentra en mi lista de personas maravillosas que he conocido este año y que me han inspirado con su positividad, su amor incondicional y su compasión hacía los demás. Estas son solo pequeñas obras, pero su impacto no tiene limites.
Mi alojamiento y una nueva amiga
Finalmente, llegué al lugar donde me alojaba. En realidad, era donde vivía la amiga de una amiga e iba a conocerla por primera vez. Era una chica turcomana muy dulce y trabajadora que estaba en Viena gracias a la beca Erasmus. Hablamos de muchas cosas y, después, me ayudó a hacer mi cama. Descansé un poco y, más tarde, comimos juntas. Había hecho una pasta muy buena; nos conocimos un poco mejor contándonos nuestras experiencias durante la comida.
Llegó la hora de explorar Viena
Me preparé para explorar Viena. Me las arreglé para ver las atracciones turísticas más importantes de la ciudad a pie. Voy a escribir sobre cada lugar siguiendo el orden en el que los visité, así podréis ver cómo me las arreglé.
Mi primer destino fue el Stadtpark, o Parque de la Ciudad. Me imaginé lo bonito que tiene que ser este parque en primavera o en verano. El río Danubio, que pasa por Viena, divide el parque en dos mitades.
Aparte de la serenidad que transmite la naturaleza y del graznido de los patos y de los gansos, en este parque hay varios monumentos, como la estatua de Hans Makart, uno de las artistas austriacos más importantes.
La estatua del compositor austriaco Franz Peter Schubert.
Y la estatua de Andrea Zelinka, un alcalde de Viena del siglo XIX.
Después del parque, visité la famosa catedral de San Esteban. Esta catedral data del siglo XII y se construyó sobre las ruinas de dos iglesias anteriores. Este hecho explica el significado que tiene esta catedral y el porqué debe de haber sido testigo de la historia de Austria. Su antigüedad puede verse reflejada en el color de sus torres y en las marquesinas de sus ventanales, pero me alegra que no la hayan restaurado o algo por el estilo porque esto quizás le hubiese quitado su autenticidad y su realeza. Era verdaderamente majestuosa por dentro y por fuera, y se merece ser el símbolo más reconocido de esta gran ciudad. Los tejados pintados me recordaron a la iglesia de Matías de Budapest.
A continuación, le hice una pequeña visita a la iglesia de San Pedro, sin entrar.
El reloj Anker se encontraba a 6 minutos caminando desde esta iglesia y recomiendo que vayáis a visitarlo. Funciona como una enorme caja de música y es algo muy interesante. En su esfera hay 12 símbolos diferentes que representan el amor, la música, el arte, etc., y el escudo de armas de Viena en el centro. Lo más interesante son las figuras parecidas a esculturas delgadas de personalidades históricas famosas; cada figura tiene asignado su propio hilo musical y su propia hora; cuando llega esta hora, las figuras pasan de un extremo al otro del reloj. También son doce, lo cual me parece bastante obvio.
Friedmann Platz no quedaba lejos, pero creo que no había nada interesante que ver allí.
La Ópera Estatal de Viena. En definitiva, no soy fan de la ópera, pero quería echarle un vistazo a la Ópera Estatal porque, después de todo, es una de las atracciones turísticas más famosas de Austria. No entiendo por qué tienen que poner esos posters enormes en la fachada de la ópera; puedo entender que tienen que anunciar los próximos espectáculos, pero podrían hacerlo de otra manera y no arruinar la grandeza del edificio.
El museo Albertina. Si os gustan los museos y el arte, este es un lugar que no debéis perderos. Este museos es mundialmente conocido por poseer una de la colecciones de pinturas y dibujos más grandes del mundo, viejas impresiones maestras y colecciones de pinturas impresionistas. El edificio era nada más y nada menos que un palacio.
Poco después, vi que había mucha gente que se dirigía hacia esta estatua situada detrás del palacio imperial Hofburg y le hacían muchas fotografías. Me acerqué y comprendí de inmediato por qué era tan importante para todo el mundo: era una estatua de Mozart.
El palacio imperial Hofburg data del siglo XIII y está situado en el centro de Viena. Está compuesto por diferentes alas y cada una sirve para un propósito diferente. Actualmente, es la residencia del presidente de Austria, además de su lugar de trabajo. Aquí encontraréis una estatua del príncipe Eugenio de Saboya, quien nació en Francia pero se unió después al ejército del Imperio Austriaco; se le considera sin duda alguna uno de los comandantes más exitosos de la historia moderna de Europa. Pero, hablando del edifico en sí, es un perfecto espécimen de esplendor y realeza. Su nombre significa "castillo real", y seguramente que lo fue.
Justo en frente de este palacio está el Heldenplatz, la plaza de los Héroes. Es una plaza pública que ha presenciado muchos acontecimientos importantes, incluyendo la proclamación de la anexión de Austria al régimen nazi.
Después de cruzar la plaza, os encontraréis en el Volkgarten, un parque público que también forma parte del palacio Hofburg. En este parque hay algunos monumentos, pero el que más me gustó fue el Templo de Teseo, una pequeña réplica de un templo griego de Atenas. Su color blanco puro contrastaba a la perfección con la oscuridad de la noche; esta combinación añadía más esplendor a su simple pero esplendida existencia.
El Rathaus es mi lugar favorito de la ciudad. Este edificio de estilo neogótico es el ayuntamiento de Viena y desde aquí el alcalde desempeña sus funciones. No existen palabras para describir la gracia con la que este edificio brillaba en la noche entre los coloridos mercados de Navidad y de Año Nuevo y las pistas de patinaje; destacaba entre todo lo que le rodeaba.
Votivkirche, conocida como la iglesia Votiva del Divino Salvador en español, se encuentra a 5 minutos a pie del ayuntamiento. Esta iglesia posee el estilo típico de las catedrales góticas y cuenta con un contexto histórico muy interesante. Se construyó para agradecer a Dios el haber salvado la vida de Francisco José I de Austria, quien fue emperador del Imperio austrohúngaro; tras el intento de asesinato fallido contra el emperador, ciudadanos de todo el Imperio contribuyeron donando fondos para construir la iglesia. También puede que os interese saber que fue el asesinato del sobrino d este emperador el detonante de la Primera Guerra Mundial.
Y, por último pero no menos importante, le hice una pequeña visita a la Maria-Theresien-Platz, otra plaza pública de Viena. A los dos lados de la plaza, hay dos edificios idénticos: el Museo de Historia Natural y el Museo de Historia del Arte. Desafortunadamente, no pude entrar en estos museos porque ya estaban cerrados cuando yo llegué; sin embargo, os recomiendo que visitéis el Museo de Historia Natural, especialmente si sois amantes de los animales como yo.
En ese momento, frente a él había un mercado de Navidad y uno de Año Nuevo. Tenía mucha hambre, pero encontrar algo en estos mercados que no contuviera ni alcohol ni carne de cerdo era bastante complicado.
Así que, cogí un autobús y volví al lugar donde de estaba alojando. Y este fue mi primer día en Viena; ¡lo recordaré de por vida!
Galería de fotos
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- English: The Elegance of Vienna
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