Party Club Mirage
La noche varsoviana un viernes cualquiera de octubre, estando de Erasmus, había que aprovecharla. Así que cogimos los abrigos, compramos lo que era menester para calentar los músculos y enriquecer el espírito de júbilo y pusimos marcha a la fría calle polaca. Indispensables las bebidas espirituosas en forma de cerveza o vodka para aguantar el frío polaco noches como esa.
El rumbo lo decidieron nuestras guías particulares polacas, una mentora que teníamos en Lodz y su herana. Era un tal Club Mirage. Muy esnob me sonaba a mí, pero en viendo que tampoco teníamos mucha idea de dónde carajo ir pusimos rumbo allí mismo.
No sin antes ir haciendo los españoles por la calle, como manda el código festivo no escrito que parece que tienen todos los españoles cuando salen de fiesta. Véase: gritar, armar follón, cantar alegremente como si hubiéramos ganado algún evento deportivo lo suficientemente iportante como para afectar al curso lógico y lineal de nuestras existencias: "campeooones, campeoooones, oe, oe, oe". En fin.
El caso es que llegamos entre pitos, flautas, cánticos absurders y demás folclore español lúdico-festivo a la puerta de susodicho club. Y efectivamente, era un club bastante diría yo pijoletis, dentro de los clubs que frecuentábamos normalmente por Polonia.
Pero tampoco era plan de ponerse a discutir en la puerta, con el frío que hacía y viendo que no había posibilidad de ir a otro sitio porque habíamos llegado hasta ahí a propósito para entrar en ese club. No es que fuera una zona de garitos o clubs donde puedes elegir y si no te gusta pirarte a otro y así hasta que muere la noche. Es que estaba en medio de una plaza sin nada más alrededor. Así que era eso o volver al Hostel.
Aún así hubo unas cuantas bajas de los más reservados económicamente hablando. Postura que no compartía, puesto que la entrada al Club Mirage era de veinte zlotys, cinco euros. Que vale, acostumbrados a no pagar por entrar en ningún sitio o pagar precios simbólicos de uno o dos euros pues pagar cinco... se hace un pelín jodidillo. Pero de ahí a elegir volverse andando hasta el Hostel y a tomar por saco la noche lúdico-festiva, tampoco era pan.
Aún así a mi me daba igual quien entrara o quien se volviera. Yo por veinte cochinos zlotys entré con la mayoría de los que íbamos en el grupo que no teníamos ganas de volvernos por lo que cuesta un cubata en cualquier parte en nuestra querida Spain cuando sales de fiesta. Eso sí, otro punto negativo es que al entrar no te daban consumición. Eso ya me tocó un poco las partes nobles.
Pero eh, estábamos ahí de viaje y un día es un día. Así que, al nada despreciable precio de diez zlotys por zumito de cebada (al cambio unos dos euros y medio por medio litro de cerveza, otra vez lo mismo, para ser un club pijete en Varsovia, ni tan mal).
El DJ digamos que era un tanto... peculiar. Ponía desde la mayor bazofia que puedas imaginar hasta clásicos cortándolos en el mejor momento de subidón para meter otra canción que no pegaba absolutamente nada.
Pero bueno, el sitio cumplió su función. Un poco de show, un poco de musiquita, bailoteo y para el Hostel. El ambiente estaba guay, con esa fuente que podéis ver en la imagen de más arriba en medio de la pista de baile. Pista de baile, que manera tan viejuna de llamarlo. Pero vamos sí, donde estuvimos un rato "menando el esqueleto".
Curioso por cierto que tenías que dejar los vasos con bebida (o sin bebida, también) fuera de la zona de baile. O sea, para bajar los escalones que daban acceso a las cercanías de la fuente que era donde estaba la gente bailoteando, no podías hacerlo con bebidas en la mano. Así prevenían que el suelo estuviera pegajoso, que se rompieran basos, que se eche bebida encima de alguien, en fin, lo típico que sí pasa a menudo en las discotecas españolas donde el suelo parece que esté lleno de pegamento a partir de las dos o tres de la noche-mañana.
Y poco más esa noche. Las fotos de postureo como la que ilustra el post y alguna otra que no he puesto, la showgirl entrada en carnes y años que salió a dar un par de vueltas alrededor de la fuente, el DJ mediocre que hizo de las suyas en más de un temazo clásico del rock y los bailoteos como buenamente pudimos. Como buenamente peude cualquier macho español al que le priban de su cubata para bailar. Si ya bailamos un poco cojos, si encima nos quitan el punto de apoyo de la no-vergüenza... no te digo ná.
Y así acabó la noche en el Club Mirage de Varsovia, entre risas y lágrimas (not really, no hubo ninguna lágrima, tal vez un poco del frío al volver, pero ya está).
A la vuelta hice una jugada estratégica para ahorrarme lo que supuse sería una caótica mañana. Llegué y me duché muahaha. En esa bañera victoriana del año catapún sin cortinas en el único aseo con bañera del Hostel.
Ese es, amigos, el secreto para no esperar por la mañana dos horas para poder ducharte y que el baño sea una piscina olímpica desagradable. Como sería el caso a la mañana siguiente...
Pero es otra historia, hasta entonces,
seguiremos informando,
Powodzenia!
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Comentarios (7 comentarios)
Anthony Power hace 10 años
jajajajaja mi cara to corta! buena mamón!
Félix Feligrés hace 10 años
tio es como venía la foto eh! no te vayas a pensar que recorto a nadie, el fotógrafo que era un tipo con criterio parece ser jajajaja
Anthony Power hace 10 años
Ya ya lo see jajajajja lo digo por el fotógrafo que es un amo xD
Naiara Spain hace 10 años
Cualquier otra persona hubiera hecho la foto igual o incluso más cortada, así que no te quejes jajajajjajaja! :P
Carles Najasamed hace 10 años
sólo sale tu parte buena... jajaj
David Esteve Martí hace 10 años
De las mejores fotos...
Silvia Verástegui hace 10 años
Fue muy divertido y el sitio estaba llenísimo.