Nos vamos a la nieve I

Fin de semana blaco

El viernes 26 de febrero nos fuimos a pasar el fin de semana a Formigal, para disfrutar esquiando y aprovechar la poca nieve que ha caído este año. Lo cierto es que yo no he esquiado demasiado en mi vida, pero iba además de para mejorar poco a poco, para pasar el fin de semana con los amigos de la universidad. Fuimos cuatro personas, Carlos Make, Enrique, Ondicol y yo y voy a contaros un poco todo lo que habíamos preparado, donde dormimos, el presupuesto que llevamos, lo que gastamos… Para aquellos estudiantes erasmus a los que les guste esquiar, creo que puede ser una buena entrada para hacerse una idea de los precios que se manejan en España a la hora de preparar un fin de semana de nieve.

Unas semanas antes...

En primer lugar estuvimos mirando dónde dormir las dos noches que teníamos pensado ir, que fuera un sitio barato, pero cerca de la estación de esquí de Formiga (en el Pirineo Aragonés, provincia de Huesca) y más bien cómodo. Estuvimos mirando varios pero al final nos decantamos por un camping llamado “Valle de Tena”, en un pequeño pueblo cerca de la estación llamado Sabiñánigo. Se trataba de un bungalow de madera para cuatro personas, con dos camas y una litera, con cocina montada y algunos electrodomésticos como horno, microondas, frigorífico… No tenía utensilios para comer ni cocinar pero de eso ya nos encargamos nosotros de cogerlo del piso donde vivimos. Además el bungalow contaba con baño propio, el agua más caliente en el que me he duchado nunca, televisión y una plaza de aparcamiento para dejar el coche justo al lado del bungalow. Todo esto más el forfait (entrada a las pistas), nos costó 100 euros (a cada uno), por lo que el precio estaba muy bien teniendo en cuenta que eran dos noches de bungalow y dos días de ski en el Pirineo Aragonés.

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A estos cien euros que nos iba a costar el alojamiento y la entrada a la estación de ski hay que sumarle unos 20 euros que nos gastamos cada uno en comida y bebida. Creo que nos pasamos un poco comprando y podríamos haberlo dejado en 10 euros cada uno para pasar el fin de semana, pero nos vinimos arriba comprando y se nos fue de las manos. Fiambre, pan, macarrones, salsas, botellas de agua, coca cola, cervezas, pizza, bollos, leche para desayunar, galletas, gusanitos, gel para la ducha, champú, servilletas, papel… Compramos de todo y luego nos sobró también de casi todo, pero para el piso que se vino con nosotros.

Palencia, Pamplona y a Sabiñánigo

Todo esto lo teníamos ya preparado el jueves y el viernes después de comer nos pusimos en marcha y empezamos a prepararlo todo para comenzar el largo trayecto hasta casi la frontera con Francia. Montamos todos los trastos al coche de Carlos Make, bolsas, skis, botas, abrigos, mantas, la comida, la bebida… y nos pusimos en marcha para ir hasta Palencia donde teníamos que coger a Ondicol y cambiar de coche para ir con el suyo hasta Huesca. En menos de una hora estábamos allí y en lo que cambiamos todos los trastos de coche y nos pusimos en marcha para ir lo primero a echar gasolina a su coche, se puso a llover como si fuera el día del juicio final. Nosotros habíamos mirado el tiempo con anterioridad, pero al parecer los días antes de que saliéramos, la predicción cambió y daba lluvia en toda España durante el fin de semana. Fuimos a una gasolinera a las afueras de Palencia, llenamos el depósito (por lo que hay que sumar a nuestra lista de gastos otros 10 euros cada uno), y nos pusimos en marcha por la autovía hasta Pamplona pasando por Vitoria. En Pamplona después de unas cuantas horas de viaje ya estábamos muertos de hambre y no tuvimos otra ocurrencia que parar en un Burguer King a las afueras de la ciudad. Esto nos retrasó un poco, pero realmente nos daba igual, porque ya íbamos con algo de retraso al no poder ir todo lo deprisa que nos gustaría por culpa de la tormenta que teníamos encima. Vamos que no paraba de llover y empezábamos a temernos que se nos fuera a estropear el fin de semana en la nieve por culpa de tanta agua.

Salimos de Pamplona y fuimos por la autovía en dirección Jaca hasta que se nos acabó lo “bonito” y empezamos a circular por carreteras secundarias. Tardamos más de seis horas en llegar hasta el bungalow, casi siete contando con la parada que hicimos en Pamplona, pero lo importante era que habíamos llegado. Nos acomodamos en las camas y las literas (a mi me tocó la parte de abajo de la litera) y a eso de las once de la noche nos metimos en la cama para descansar y al día siguiente levantarnos bien pronto para ir a aprovechar el día en las pistas. Desde el camping donde dormíamos hasta las pistas había menos de una hora, pero había que ir por carreteras que parecían más caminos y encima estarían con nieve, por lo que queríamos ir con tiempo.

Primer día de ski

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Algo antes de las ocho de la mañana sonó el despertador y lo primero que vimos nada más mirar por la ventana fue una capa de nieve de más de veinte centímetros que cubría todo el camping, por lo que nuestros temores de haber tirado el tiempo y el dinero se esfumaron de golpe. Nos preparamos los trastos y fuimos a alquilar algo de material para mí ya que como no suelo esquiar nunca me ha dado por comprármelo. Alquilé para los dos días material por 20 euros en Biescas y desde ahí subimos hasta la estación de Formigal para empezar la jornada de ski. Tuvimos que poner las cadenas al coche, ya que las carreteras estaban llenas de nieve, hielo y además los caminos no es que fueran muy amplios y maniobrables. En subir desde el camping hasta la estación de Formigal tardamos algo así como una hora.

Ya en la estación vimos que las pistas estaban en perfecto estado y que como seguía nevando, cada vez que bajábamos por alguna había nueva nieve virgen. Había entrado un frente de frío polar por el norte de España y ya lo siento por el resto, pero a nosotros y en general a los que estábamos esquiando en Formigal u otras estaciones de ski de España nos vino de maravilla. A eso de las tres la visibilidad ya era mejor, dejó de nevar y salió el sol, pero la nieve seguía estando de lujo.

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Paramos para comer sobre las dos menos veinte de la tarde y fuimos al restaurante de la estación donde nos llevamos una buena “cornada” al monedero. Entre los cuatro nos gastamos 50 euros en cuatro menús. Pero no menús de restaurante con primero, segundo y postre… Bocadillo, más patatas fritas más botella de agua.

"Aprés ski", muy francés...

Después de comer seguimos otro rato esquiando y a eso de las cuatro de la tarde empezamos a ver como que estaban montando algo junto a la estación, una especie de escenario. Poco después dejamos de esquiar y a las cuatro y media de la tarde estábamos tomándonos una copa en el bar de la estación. Veíamos como iban poniendo fuera el escenario, altavoces, alguna barra de bar... Después de habernos tomado un buen gin tonic por 6,5 euros y viendo que la gente según dejaba de esquiar se empezaba a venir al bar de la estación, empezamos a tomar alguna que otra cerveza (los gin tonics se nos iban de precio). Las cañas tampoco eran baratas, salían por 3,6 euros cada una, pero aun así nos quedamos. A eso de las seis o siete de la tarde se llenó tanto el bar de la estación como la explanada que se había dejado delante del escenario donde un dj no paraba de poner música. Pero viendo que llevábamos allí desde las nueve de la mañana, que llevábamos bebiendo desde las cuatro de la tarde y que se habían llegado casi las diez de la noche, decidimos que había llegado ya el momento de volverse al camping, cenar y meternos en la cama si el domingo queríamos levantarnos temprano a esquiar.

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Nada más llegar al bungalow Kikesito (Enrique) preparó una buena perolada de macarrones con chorizo y tomate para cenar, nos duchamos, nos pusimos cómodos, tomamos alguna cerveza mientras veíamos la tele y echábamos una “parlada” y nos metimos en la cama a eso de las doce de la noche para madrugar el domingo y volver a las pistas a aprovechar el último día de ski.


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