Navidad en Valencia

La mayoría de los estudiantes erasmus vuelve a casa para las vacaciones de Navidad. Yo, como no sabía si al final podría quedarme un semestre más, quería aprovechar de cada momento de mi tiempo en Valencia -así decidí a quedarme ahí.

Muchos de mis amigos habían vuelto a casa, pero había otros que, como yo, se quedaron en Valencia, bien preparados a pasar unas vacaciones multiculturales. Una amiga polaca nos invitó en su casa donde había una cena internacional: cada uno había preparado una comida típica de su propio país y así los demás podían conocer la comida, pero también la cultura del otro país. Por ejemplo, en Polonia y en Bulgaria, no se puede comer carne la Nochebuena -normalmente comen pescado y unas ensaladas. Creo que tampoco pueden beber alcohol, pero no estoy segura. Athanasia y yo preparamos pollo al horno (no es algo demasiado típico de nuestro país, pero ese día no podíamos pensar en algo diferente) y un postre -algo como trufas de cholocate. Nuestros platon han gustado a todos los que estaban en la cena -muchos nos pidieron las recetas y otros nos dijeron que tendríamos que cocinar las mismas cosas de nuevo y muy pronto.

Cenamos todos juntos, aunque no eramos un grupo de amigos, sino cada uno era amigo de uno o de algunos de los demás. Hablamos de nuestras navidades en nuestros países, jugamos y reímos tanto, que mi amiga que había organizado la cena nos invitó de nuevo la Noche de la Navidad. Fuimos de nuevo. Luego salimos todos y casi no pensabamos en que estábamos lejos de nuestras casas y familias. No eramos amigos antes, pero si que nos convertimos en amigos después de esa noche. Haber pasado los días de Navidad con unas personas hace que ya tenéis recuerdos muy importantes juntos.

La Nochevieja también la celebramos en una casa. Una amiga griega, Marina, nos había invitado en su casa -una casa justo al Centro de la ciudad. Los de nuestro grupo que todavía estábamos en Valencia, es decír Athanasia, Alexandra y yo, fuimos juntas. Llegamos bastante tarde, porque nos equivocamos con los horarios del metro y casi nos quedamos en la estación de Amistat toda la noche -ya cuento esa historia en otra entrada, pero sí, hay que buscar los horarios del metro antes de salir de casa y estar seguro sobre las líneas que puedes coger. El trabajador había ya cerrado las puertas de la estación cuando nos dimos cuenta de nuestro error. Pero, bueno. Al final llegamos a la casa de Marina -y sí, llegamos antes de la media noche. Cenamos, bailamos y gritamos todos a la vez "3,2,1 ...feliz año nuevo!". Había muchos griegos -de hecho, conocí a personas que nunca había visto hasta ese día- pero también muchos erasmus. Por la madrugada, muchos querían salir de fiesta, pero nosotras decidimos de volver a casa. Como ya era bastante tarde y luego tendríamos que caminar hasta nuestras casas, salimos de la casa con los demás, pero les explicamos que ya estábamos un poco cansadas y nos fuimos. Mientras estábamos volviendo a casa, Athanasia, Alexandra y yo, escuchamos la música de los clubes y empezamos a cantar y bailar por la calle. Porque el año nuevo no nos había encontrado en casa, pero nos había encontrado juntas -y eso era suficiente para celebrar.

Nunca he lamentado pasar las vacaciones de Navidad en España. Estar erasmus significa conocer una ciudad nueva. Conocerla al máximo. Y la imagen de una ciudad no es completo si solo la viste durante los días laborales. Hay que verla también durante las vacaciones y las fiestas. La gente se sienta un poco más libre y el camino desde el centro hasta Blasco Ibañez me pareció aún más agradable.


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