La vuelta en Valencia, Día 7.
Mi séptimo día en Valencia, ya me tenía que ir. Por la mañana, Irene y Carlos pasaron de la casa de Yani para verme. Me trajeron un regalo de despedida para mi y otro por mi madre que habían conocido durante su viaje en Grecia, como se habían quedado con nosotras en mi casa. Eran dos tazas de la tienda donde trabajaba Irene y había puesto una carta en cada una con un mensaje para mi y otro para mi madre. Después de despedirme de los chicos, volví a casa para preparar las maletas -ya estaba casi lista, pero tenía que mejorar un poco el plazo de las cosas dentro de la maleta, porque, como tenía también la ropa que había dejado en Valencia el verano, el espacio sería limitado. Cuando ya estaba lista, dejé a los llaves dentro de la casa, como me había aconsejado Yani y salí para ir al aeropuerto. Cuando intenté abrir la puerta principal de la casa, no lo podía hacer. Lo intenté varias veces, pero era imposible. Entonces dejé las maletas en la entrada y fui a tocar la puerta en los vecinos de Yani. Después de intentarlo con dos de ellos sin éxito, empezé a estar muy nerviosa, porque a lo mejor no estaría en el aeropuerto a tiempo! Suerta que la tercera señora me abrió la puerta de su casa y, cuando le expliqué lo que estaba sucediendo, ella bajó conmigo para abrir la puerta principal. Ella me explicó que eso pasaba durante los últimos días (aunque a mi no me había ocurrido, por eso estaba tan sorprendida) y ese mismo día esperaban el técnico para arreglarlo. Igual con el llave era difícil abrir la puerta.
Fui al aeropuerto bastante tarde, entonces tenía mucha prisa. Cuando cogí el notebook de mi bolsa para mostrarlo al control, cayó y la batería se destacó de él. La trabajadora del aeropuerto me dejó en una mesa para arreglarlo. Creo que eso no habría pasado en otro aeropuerto de los que he estado. Las personas españolas son muy buenas y eso lo veo especialmente en esos casos -viendo como son en su trabajo... Yo estaba nerviosa y así no lo podía arreglar y fui a la próxima cola para no perder tiempo. La misma señora vino a la cola donde estaba para preguntarme si lo había arreglado. Yo le dije que no, pero le expliqué que eso me había pasado otra vez y sabía que se podía arreglar, porque la batería era muy dura.
Cogí el avión hasta Estambul con la compañía “Turkish Airlines”. El año pasado esa compañía había ganado un premio como mejor compañía de Europa. Cuando llegué a Estambul, salí para ver la ciudad. Eran las siete de la tarde y mi vuelo a Atenas se iba la mañana siguiente a las 06:55, entonces tenía mucho tiempo. Decidí de ver un poco la ciudad y por la noche iba a volver al aeropuerto -porque en todo caso estaba sola y prefería no estar fuera hasta muy tarde. En la entrada del aeropuerto, encontré a una mujer griega, de Salónica. Ella me preguntó que estudiaba, entonces cuando le dije que estaba acabando la carrera de Derecho ella me dijo que también era abogada. Había viajado en España, como yo, para visitar a su hija que estaba de erasmus. El día siguiente se iba por la tarde, entonces por la noche se quedaría en un hotel. Como se iría gratis hasta el hotel en un bus de Turkish Airlines y yo estaba usando la misma compañía, podría ir con ella -solo me pidieron mi boarding pass que ya tenía conmigo. Así pude ver un poco la ciudad de Estambul y pasar unas horas menos aburridas que las que pasaría dentro del aeropuerto completamente sola. Estambul es una ciudad muy buena. Hay el ambiente de otra época, como si fuera en Turquía de los años sesenta, como la veía en unas series de la tele. El puerto es increíble y hay muchas iglesias en el alrededor, porque los Turcos son muy religiosos. Eso me gusta mucho: has leído cosas sobre la historia de un pueblo y luego ya lo ves todo a través de la construcción de la ciudad, de los edificios y la vida de las personas. Había mucha gente por las calles y muchas tiendas. Estambul es una ciudad llena de vida. Un día espero visitarla y quedarme unos días para ver todos los sitios y “entender” mejor su cultura...
Llegando en el hotel de Sra.María, me quedé un poco en la recepción porque el bus se iría dentro de veinte minutos, para llevar al aeropuerto otros clientes de Turkish Airlines. Hablé un poco con Sra.María y luego ya me llamaron para coger el bus. Me despedí de ella y estaba muy contenta de nuestro breve encuentro -esas casualidades siempre me encantan. Vers las 21:30 estaba de nuevo en el aeropuerto y, después de todos los controles necesarios (en Turquía hay más procesos de control en el aeropuerto y mucho más estrictos que en otros países, por razones de seguridad) encontré e una cafetería donde me quedé por el resto de la noche. Por la madrugada, ya cogí mi avión y llegué a Atenas. Había sido un viaje muy bueno y me lo había pasado genial. Llegué a casa muy cansada, porque estaba muchas horas sin dormir, pero muy contenta de lo que había vivido!
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