Hace un par de añitos, mi primo estuvo de Erasmus en Finlandia, concretamente en una ciudad llamada Vaasa, bastante conocida por su tradición de estudiantes, y cómo no, me tocó conocer aquello un poco.
Lo primero que te preguntan cuando dices que has estado en Finlandia es lo de '¿y qué frío, no?'. Pues bien, doy fé de ello. Aunque yo no llegué a experimentar los -20º que tuvo que sufrir mi primo en diciembre, sí que tuve que forrarme de camisetas térmicas y calcetines gordos para combatir la nieve, los paseitos en bici y las salidas nocturnas.
Aquello podría compararse a una pequeña Salamanca de los países nórdicos, ya que no es una ciudad muy grande pero en su mayoría está invadida por estudiantes extranjeros con ganas de salir a diario. Cada dos calles te encuentras una resi con alguna fiesta dentro sea la hora que sea, las discotecas abren todos los días de la semana y siempre, SIEMPRE, encuentras a algún guiri (aunque allí todos lo éramos) que te invitase a una cerveza.
Al poco de estar allí el frío pasa a un segundo plano, y la vuelta a la resi en bici a las tantas de la madrugada, abrigada hasta las cejas, 'algo achispada', y en compañía de un grupito de locos extranjeros en el mismo estado que tú hacen que no quieras ni meterte en la cama.
Lagos gigantes por los que se puede andar por encima en invierno, parques, parques y más parques y una universidad (Vaasan Yliopisto) construida bajo la estructura de una antigua fábrica de algodón le dan un toque tan acogedor como la gente que te encuentras allí.
Y si a todo esto le añades que puedes ver la Aurora Boreal si tienes algo de suerte... te encuentras con un sitio más que recomendable!
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