Noruega vs Erasmus españoles
Dicen que el hambre agudiza el ingenio y en eso los turistas españoles somos temidos en toda Europa por nuestra increíble capacidad a la hora de regatear, buscar descuentos, pedir gratuidades o directamente escaquearse de pagar. Pero entre la fauna viajera habita una especie aún más temible que el turista español. Un depredador que cuando se propone sobrevivir sin gastar, no conoce país que se resista a su dominio para escurrir el bulto: los Erasmus españoles.
El siguiente relato es la historia real de un viaje que cinco estudiantes de Erasmus españoles en Tartu (Estonia) hicieron a Noruega. El desafío no podía ser más extremo. Noruega, el escenario más hostil para aquellos que viajan con presupuesto reducido iba a encontrarse con los depredadores más dotados del universo mochilero.
La batalla por la supervivencia llagaría a límites jamás vistos. El enfrentamiento Noruega vs Erasmus españoles había comenzado.
Lo primero era abastecerse en el supermercado de Estonia de latas de conserva, frutos secos, galletas, té, sopas chinas y unos vasos con polvitos que al echarles agua caliente se convierten en puré de patatas con tropezones. Después metes la compra en la maleta y descubres que tienes un problema de sobrepeso con el equipaje… ¡Cáspita! ¿Que necesitaré más en este viaje, calzoncillos limpios o latas de sardinas?
Ya con las latas de sardinas dentro de la maleta, la noche antes de partir hacia Noruega, los cinco componentes de la expedición nos reunimos para cenar. Sobre la mesa del apartamento de la residencia se comentan los detalles del viaje mientras los cinco Erasmus españoles van apurando una cazuela con dos kilos de espaguetis acompañados de un kilo de carne picada, dos paquetes de salchichas, varios botes de salsa de tomate y un poco de queso rallado espolvoreado por encima.
- Chicos, lo dejo. No puedo con más espaguetis -
- ¡No, no lo hagas! Bebe un poco de agua y acaba el plato. Nos esperan días duros a base sopas chinas. Esta es nuestra última cena. –
- Está bien maestro -
Después nuestro primer paseo mañanero por Oslo llegó el momento de hacer la primera parada para al avituallamiento. Estábamos a punto de gastar nuestras primeras coronas en cinco cafés.
Un café para un noruego es un gran vaso de algo oscuro que te lo bebes de camino al trabajo para entrar en calor. Sin embargo para un Erasmus español un café es otra cosa. Es un visado para residir durante horas y disfrutar del estado de bienestar del lugar: lavabos, calefacción, televisión, wifi y cómodos sofás donde disfrutar de la sopa china que has preparado con el agua caliente del lavabo mientras ves calentito la televisión y te conectas a internet.
Nuestro afán por degustar la cocina autóctona nos llevó a visitar los mercados de pescado. Había que poner en marcha una de las técnicas de supervivencia más arriesgadas si queríamos comer gratis. Dividimos el grupo en dos parejas. Yo soy lobo estepario y preferí buscar mi presa en solitario. Caminando sigiloso por el mercado, mostrando curiosidad e interés por lo que me rodeaba, esperaba al acecho que un incauto comerciante cayera en mi trampa.
-Buenos días señor. ¿Español? –
- No, soy francés. Estudio un máster MBA y estoy visitando Oslo –
-¡Estupendo! ¿Desea probar un poco de este salmón? – Comenta mientras dirige hacia mí un largo cuchillo con un pedazito de salmón ahumado en la punta.
- ¡Ummmm! ¡Extraordinario!. ¿Este otro de que es? –
- Este está maridado. Y mire, este otro de aquí es a las finas hierbas. ¿Quiere probar también los atunes y el bacalao? – Me preguntó mientras yo amablemente aceptaba encantado todos los pedacitos de la rica variedad de pescados y salazones de la gastronomía noruega.
- Todo muy rico. La verdad es que no sabría decir cual me ha gustado más.-
- No se preocupe, le puedo preparar para llevar un surtido de todos los que ha probado.-
Los días por Noruega pasan y cada vez son más los restaurantes y mercados donde nuestros rostros cuelgan en la mente de los tenderos en la sección de personas peligrosas. Cuando el viaje está a punto de terminar y la victoria por la supervivencia parece alcanzada, surgen las deserciones.
-Chicos no puedo más. Me voy a un restaurante a comer algo recién cocinado.-
-¡No, no lo hagas! Ya queda poco. La victoria está cerca. Ahora mismo entro en un lavabo y te preparo una sopa china. ¡Aguanta por Dios!.-
- No maestro, se acabó. Me voy a un restaurante.-
La guerra final entre Erasmus españoles y Noruega fue ganada, no sin dificultad, por los primeros que vieron como se perdieron algunas batallas.
-¡Buenas tardes! ¿Que desean tomar?-
- ¡Hola! Quiero tres de patatas normales y dos de patatas deluxe con muchos sobres de ketchup.-
- ¿Algo más? –
- Sí, una cosa más. ¿Me puede indicar donde están los lavabos? -
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