Nuestra aventura en la isla
Nuestras inolvidables aventuras empezaron en cuanto llegamos al aeropuerto Roland Garros en isla Reunión a las 17:00, que esto se traduce en que «surgió nuestro primer desafío».
Habíamos reservado un camping en «L'etang - sale les Bains» meses atrás, a 40 km del aeropuerto, y teníamos la esperanza de que haber calculado los tiempos con precisión nos iba a ser útil para la ocasión. Nos topamos rápidamente con la oficina de información, solo para darnos cuenta de que habíamos perdido nuestro último autobús con destino nuestro camping. ¿Por qué nadie había dicho nada de que los autobuses dejaban de circular después de las 17:00 los domingos? Primera lección del día: nunca des por hecho que el transporte siempre va a estar de servicio.
Así que allí estábamos nosotros, chapurreando en francés para ver qué íbamos a hacer. Los taxis eran excesivamente caros y siempre íbamos cortos de presupuesto, así que pusimos en práctica algo mejor: nos unimos a una joven señora que supuestamente iba en la misma dirección que nosotros y que alquilaba su coche. La idea era dividir los gastos del alquiler del coche, hasta que al poco nos dimos cuenta de que nos había engañado y que podríamos haber alquilado nosotros un coche propio con lo que nos había cobrado. Segunda lección del día: nunca juzgues a una señora por el tipo de coche que alquila.
Llegamos al camping con mucha ilusión para montar la tienda, pero estaba tan oscuro... Llegamos muy tarde después de habernos perdido. ¡Qué pedazo de comienzo!
Era principios de diciembre, así que todavía no había empezado todavía la temporada alta y solo estábamos allí la gente del camping. Pagamos 14 euros la noche por un camping limpio y cerca de la playa. La más cercana se llamaba «Sable noir», que se traduce al español como «arena negra» y sí, si imaginamos que es pleno verano, esta playa se convertiría en lo que describiría como «lo más cercano a andar sobre la superficie del Sol», porque ya de por sí estaba muy caliente. Solo había que sentarse en la arena y que no hubiese sombra, un poco lejos de la orilla, donde unos pocos árboles dan un poco de alivio del calor infernal. Pero bueno, solo había que cruzar este desierto negro para llegar al agua. Era bastante entretenido ver a la gente volver a lo lejos del océano a los distantes árboles, para darse cuenta a mitad de camino de lo que achicharraba la arena y salir corriendo en pánico hasta la calma de la sombra.
Había una bebida en concreto que nos hacía sentir como si estuviésemos en uno de esos anuncios donde la gente se pierde en el desierto y se bebe una bebida muy fría... ¡Radler! Esta cerveza cítrica podía calmar tu sed como no lo hacía nada en la Tierra. Así que fue una total bendición el poder tomarnos una en cualquier bar de la playa después de un duro día de caminar y de explorar.
No había mucho que hacer en L'etang - sale les Bains a parte de ir a la playa, alquilar un tabla de paddle surf, practicar un poco el francés con los habitantes y disfrutar de los preciosos atardeceres. Después de dos semanas durmiendo en el suelo duro del campin y de la arena hirviendo de Sable noir, ya estábamos preparados para movernos.
Nuestro próximo destino era St. Joseph, donde nos encontraríamos con nuestro tutor del «work-away». Para los que no sepan qué es esto, «work-away» es una página web donde ofrecen alojamiento y comida a cambio de un par de horas de trabajo al día. Después de un par de horas en el bochorno de caminar varias manzanas con nuestro equipaje, nos encontramos con nuestro tutor de work-away que era muy simpático. Nos enseñó su casa y la increíble cabaña donde nos íbamos a quedar, que la construyeron él y su pareja, en un precioso jardín botánico donde trabajaríamos las próximas dos semanas. Después de habernos pasado dos semanas durmiendo en el suelo, la cama era demasiado tentadora. La cabaña no tenía ventanas ni puertas, por lo que estaba totalmente abierta, la ducha y la cocina estaban en el jardín y el váter sostenible diseñado para un ambiente natural. El váter era algo nuevo para nosotros: hacer tus cosas, echar serrín hasta que se llenara, limpiarlo y vuelta a usarlo; la verdad es que no estaba tan mal, pero era sorprendente cómo el serrín quitaba el olor. Con esta cabaña parecía que estábamos en mitad de la jungla.
La cosa más increíble sobre isla Reunión es que no hay nada de peligroso en lo que respecta a los animales. Sí, hay alguna que otra araña, pero nada venenoso; no hay serpientes ni ninguna clase de mamífero en la isla. Parece ser que la isla, que es un volcán, era el sitio donde se dejaban criminales para que muriesen, pero después de un par de meses, cuando se fueron a ver cómo estaban, vieron que estaban bien, gorditos y morenitos. Al parecer los presos se habían comido todo lo que estaba disponible en la isla y, por esa razón, ya no hay mamíferos. Así que aquí tienes todo lo increíble de la naturaleza de la jungla sin nada que dé miedo.
St. Joseph es un pueblo muy pequeño, con unas playas y unos alrededores muy bonitos. Todos los días, después de trabajar 4-5 horas en el jardín recogiendo hojas, recogiendo lichis, recogiendo los mangos que se han caído (y de comérmelos), limpiando un poco, vaya, nos damos un paseo por las playas y el pueblo. Los autobuses no pasan con tanta frecuencia así que solo nos quedaba andar, o hacer mucho autoestop. La gente en isla Reunión puede que sean las personas más amables que hayamos conocido, incluso nos habían invitado el tío este y su familia a pasar con ellos las navidades, y nos conocíamos de hace 2 minutos mientras nos llevaba en coche.
Nuestro tutor del work-away era tan hospitalario y nos había enseñado tantísimas cosas de la isla: nos llevó a un restaurante donde habíamos probado tiburón, nos enseñó cómo hacer ron arrangé, que es muy popular en la isla. Puedes comprar paquetes ya preparados con la fruta y las hierbas deshidratadas, que se infusionan en el ron y tienes dejarlo reposar un par de meses, incluso puedes añadir fruta fresca. Nosotros infusionamos lichis, mangos y piña y en un restaurantes probamos un ron infusionado con caramelo. Este paquete ya preparado es un souvenir muy gracioso y un buen regalo para la familia y los amigos. El plato típico de la isla es el «Americain», que es una barra de pan gigante rellena de «bouchons», que son albóndigas rellenas de cerdo, y que por encima de esas albóndigas ponen una capa de patatas fritas junto con una capa de queso, y después se gratina al horno y, por último, se le añade ketchup y mayonesa. Lo más común es encontrarlo en chiringuitos y está exquisito. Y si lo rematas con una cerveza Radler, ya estás listo para irte.
St. Joseph es famoso por sus piscinas naturales y sus cascadas. Algo muy popular entre los lugareños es que, como el agua fluye desde lo alto de la montaña, cada par de kilómetros abajo hay una piscina, y otro par de kilómetros y hay otra, y hay algunos sitios donde puedes hacer una barbacoa o un pícnic justo al lado de las piscinas. Las piscinas tienen agua cristalina, rodeadas por una espesa vegetación, es hipnotizante. Así que si un día quisimos ir a ver la cascada más grande, que estaba en el pico de la montaña, pero no hay autobuses para ir, así que empezamos a caminar y a hacer autoestop. A los 5 minutos, este señor tan simpático y nos llevó. Era muy parlanchín e intentamos seguirle el ritmo aunque no dominásemos el francés, y conseguimos enterarnos de que estaba hablando sobre las piscinas naturales y de historia y en algún momento de la narrativa escuchamos sobre un club y «desnudos» y es que nos quería enseñar la fantástica piscina donde él y su club iban. Por lo que paramos en la piscina y se empezó a desnudar mientras nos contaba una historia y nos dimos cuenta de que estaba hablando sobre un club nudista. Se quedó como vino al mundo, y mi marido pensó: «donde fueres... » y se desvistió también. Yo no era tan valiente pero me uní a ellos con el bikini puesto, y así nos paramos y nos desvestíamos una y otra vez hasta que llegamos a la gran cascada de la cumbre. Nos despedimos de este interesante sujeto que conocimos y proseguimos nuestra marcha para explorar un poco más.
Una de las atracciones estrella y de las cosas que hacer en la isla Reunión es ir a ver el volcán. Como es un volcán activo, hay visitas controladas cuando entra en erupción. No vimos cómo entraba en erupción, pero vimos algunas fotos y parecía todo un espectáculo. Pero decidimos que esto era algo que necesitábamos hacer aunque no fuésemos los mejores senderistas. Otro dato interesante sobre isla Reunión es que está permitido acampar en cualquier sitio de la isla por una noche, pero tienes que irte al día siguiente, así que pensamos en llevarnos nuestra tienda de campaña y pasar la noche acampando en la base del volcán, lo que parece ser muy normal entre la gente.
Después de haber cogido un autobús de 40 minutos y haber hecho senderismo bajo la lluvia durante 4-5 horas y de habernos quedado sin comida en las primeras dos horas, nos llevaron dos ángeles caídos del cielo, y nos quedamos en shock al saber que probablemente hubiésemos debido andar otras 8 horas para llegar a la base del volcán. Llegamos a la cumbre del volcán casi a la tarde-noche, fuimos a una pequeña tienda de golosinas que no tenía muchas cosas, pillamos un paquete de galletas y una botella de vino y eso fue nuestra cena. Nos topamos con el único trozo de verde en el volcán y nos instalamos allí. Disfrutamos comer y beber bajo las estrellas, era espectacular lo cerca que estábamos del cielo, y viendo que no había mucho que hacer, a las 21:00 ya estábamos dormidos. El increíble sol nos dio los buenos días a las 5 de la mañana y empezamos a escalar la montaña. Obviamente no nos llevamos el agua suficiente (¿¡qué nos pasa?!), así que tuvimos que parar y pedir algo de agua por el camino, que gracias a Dios eran personas muy amables. Después de 5 horas lo conseguimos y estábamos reventados.
Lo siguiente que teníamos que hacer era recoger las cosas y ver cómo bajábamos de allí. Después de 40 minutos preguntando por los alrededores, conseguimos que una pareja de señores mayores de Francia nos llevara. Ya te puedes imaginar el hambre que teníamos después de haber cenado solamente unas galletas y no haber desayunado, y cómo se nos iluminó el rostro de felicidad cuando una encantadora pareja nos invitó a comer con ellos en su cuenta. Estábamos tan sobrecogidos por la bondad de la pareja... es que no solo nos pagaron el almuerzo, sino que también nos llevaron de vuelta a la estación de autobuses. Nunca me olvidaré de su amabilidad.
Cuando viajamos, me gusta dejar las últimas semanas abiertas a «lo que surja», ya que nos encanta ver a dónde nos llevan nuestras aventuras. Así que después estar 3 semanas de work-away, nos hacía falta un alojamiento, y resultó que unos amigos de nuestro tutor se habían ido y estaban buscando a alguien que les cuidara la casa en St. Paul. ¡Qué suerte!
Fueron dos semanas tranquilas porque la casa estaba en la montaña y un poco lejos de la ciudad, pero disfrutamos de la soledad. Fuimos a un festival de música en L'etang - sale les Bains y acampamos en la playa por la noche.
Se acercaba Año Nuevo y no sabíamos realmente a dónde ir ni qué hacer. Parece que en Saint - Gilles les bains había un sitio para pasar Año Nuevo, con clubs y fuegos artificiales, así que pusimos un post en Couchsurfing en el que buscábamos fiesta de Año Nuevo a la que pudiésemos unirnos, con la suerte de que alguien que iba a hacer una fiesta en su casa al lado de la playa nos contestó.
Allí es tradición acampar en la playa por la noche y celebrar una fiesta de Año Nuevo alrededor del campamento. La verdad es que era irónico porque hay carteles en la playa que te prohíben acampar pero allí estaba todo el mundo con las tiendas de campaña, que cada una tenía su propia música y sus luces para el momento de la fiesta. Era mágico, y a mitad de la noche toda la playa se iluminó con fuegos artificiales, gente nadando en el océano, DJ y pistas de baile en la playa. Fuimos de tienda en tienda, colándonos en las fiestas de cada tienda que se pudiese ver, tantas que fuimos a fiestas a 4 km a través de la playa. Para las 5:00 estábamos tumbados en la playa mientras los demás seguían nadando y bailando, y con tan solo dos horas de sueño, partimos dirección a la casa, y después de haber esperado más de 4 horas a que viniese el autobús y de haber casi llorado del cansancio y de la calor, conseguimos llegar y dormimos durante el resto del día.
Se acababa nuestro viaje y ya estábamos buscando alojamiento en St. Denis para las últimas dos noches, para visitar la ciudad y porque necesitábamos estar cerca del aeropuerto. Encontramos una persona en Couchsurfing, una de las personas más simpáticas y cariñosas que hayamos conocido nunca. Un día nos llevó al otro lado de la isla y nos enseñó estos preciosos parques con cataratas donde la gente viene a acampar y a hacer barbacoas, con el acceso totalmente gratuito.
También nos enseñó la famosa iglesia de aquella vez hace un par de años que el volcán entró en erupción y la lava cayó justo en frente y la rodeó; fascinante, la verdad. Nos llevó a un restaurante donde nos hizo probar el «palmito», la raíz de las palmeras y que se cocina y se come en la ensalada con mayonesa. ¡Yum! Nos hizo una increíble cena la noche antes de irnos, es maravilloso conocer gente así en los viajes, hace que los recuerdos del viaje sean incluso más preciosos.
Y allí estábamos, listos para hacer el check-in y coger nuestro vuelo cuando el azafato nos dijo algo en francés y ya estábamos pensando: «madre mía, tenemos algo mal en las tarjetas de embarque», pero era que nos habían mejorado el asiento a primera clase, por lo que pudimos disfrutar de café con cruasanes en la sala VIP mientras reflexionábamos sobre estas 5 semanas maravillosas en Isla Reunión. Está claro que ha sido uno de nuestros mejores viajes con diferencia.
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