Queridos viajeros, hoy quiero hablaros del grave problema que está convirtiendo un monumento histórico en algo similar a un oriniario público. Desde aquí hago un llamamiento a las autoridades alemanas responsables y, sobretodo, a la ciudadanía alemana que parece haber olvidado el concepto de "civismo", ya que, sin lugar a dudas, este hecho se debe a una crisis de valores... Comencemos.
La catedral de Ulm es el principal foco turístico de la ciudad alemana del mismo nombre, situada en el río Danubio, en Baden-Württemberg, siendo además la catedral más alta del mundo, con una altura aproximada de 162 metros de altura. La iglesia luterana de estilo gótico (siglo XIV), preocupa por su acelerado deterioro debido a desechos biológicos varios dejados por trasnochadores poco comprometidos con nuestro patrimonio. Los fundamentos de piedra del monumento se están erosionando por las sales y los ácidos de la orina sobre sus paredes.
Aunque parezca increíble, ya existe una denominación para el fenómeno de orinar al aire libre, el “wildpinkler”, un problema que en el último año ha llevado a duplicar las multas para aquellos que hayan sido sorprendidos.
Si bien desde la alcaldía son conscientes del peligro que esto conlleva, parecen no proponer demasiadas medidas de prevención, justificándose en que el problema persistirá "mientras existan las personas". Las multas, de hasta 109 euros, parecen no funcionar como medida disuasoria, puesto que algunos individuos siguen dejando sus huellas biológicas sobre el centro.
Durante las fiestas o eventos al aire libre, como el mercado de Navidad que tiene lugar en la plaza Münsterplatz, los organizadores deberían instalar baños portátiles gratuitos, siendo partícipes del cuidado de un patrimonio que es de todos.
Está prohibido por ley hacer necesidades fisiológicas en cualquier espacio público, por razones obvias de salud pública y salubridad, pero además, también por el derecho de disfrutar de un espacio limpio y no degradado. Es evidente que es necesario incrementar la contratación de personal de seguridad, mantenimiento y vigilancia, que salvaguarden el monumento y las plazas y calles contiguas.
Además, también podrían implantarse cartelas que enunciasen el delito y la posible multa como medida disuasoria, cámaras de vigilancia o incluso verjas preventivas móviles o definitivas que impidan estos actos incívicos durante épocas festivas o eventos varios.
Otra posible solución, más original, que puede complementar las medidas mencionadas anteriormente, es el uso de Ck-Splash Back o un producto similar. Se trata de un repelente que impide que la orina sea absorbida por la piedra en la que se aplica y además produce un efecto rebote de la orina, manchando los pantalones o los zapatos de aquellos que acaben haciendo uso de la vía pública como orinal.
Ck-Splash Back es un líquido transparente creado por una empresa victoriana. Cada vez son más los ayuntamientos (Victoria, San Sebastián, Pamplona…) que prueban este sistema normalmente en superficies porosas. Para limpiar los poros llenos de orina, es necesario utilizar agua a presión, que también puede dañar las paredes.
Independientemente de las medidas legales y preventivas aplicables a la protección del bien, hay que reeducar a la sociedad, enseñando pautas de convivencia ciudadana y civismo. Es necesario hacer un ejercicio de puesta en valor de nuestro patrimonio. Hay que entender el patrimonio como fundamento de la identidad cultural de una sociedad, fomentando su investigación y valorización.