De excursión a Ulm
La semana que estuvimos de viaje en Munich nos dio para mucho. Teníamos en mente hacer una visita a alguna ciudad alemana que no estuviera muy lejos de Munich. Al principio pensamos en ir a Augsburgo, pero después pensamos que Ulm era una mejor opción.
Nos decantamos por Ulm por varias razones: en primer lugar, porque es la ciudad donde nació Einstein y eso nos llamaba bastante la atención. En segundo lugar, porque en Ulm se encuentra la iglesia más alta de todo el mundo, se trata de una catedral gótica del siglo XIV. Y por último, porque pensamos que encontraríamos más encanto quizás en una ciudad menos conocida por el resto de la gente, que aunque Augsburgo tampoco es una de las ciudades más famosas, sí que se oye más a menudo que Ulm.
Aun habiendo decidido ir a Ulm por todas estas razones, nuestras expectativas no eran muy altas, simplemente esperábamos pasar el día en una ciudad distinta. Pero como digo siempre, cuando las expectativas no son muy altas, la realidad es muy positiva. Y exactamente fue así, nos sorprendió gratamente Ulm, mientras que en un primer momento esperábamos menos y nada de aquella ciudad.
Fuimos con un bus, de nuevo de la marca Flixbus, porque son los más baratos (no por otra cosa), y bueno sí, también porque tienen bastantes conexiones por Europa. No recuerdo exactamente cuánto tiempo duraba el trayecto, pero no creo que pasaran las dos horas.
Al llegar a “la estación de bus”, o más bien a una parcela de asfalto, nos sentimos un poco perdidos porque normalmente, casi siempre que hacíamos viajes en el autobús, el Flixbus nos dejaban en el centro de la ciudad, o muy cerca, y solo teníamos que andar un poco para encontrarnos. Esta vez, sin embargo, fue diferente, así que echamos mano de nuestro fiel amigo Google maps, y nos indicó el camino hacia el centro de la ciudad. Justo al lado de aquella estación de autobús, había una parada de tranvía, así que fue allí donde cogimos el tram que nos dejaría en la estación de tren justo al lado de la calle principal que llevaba hasta la plaza de la catedral.
Aparte de un monumento a Einstein al principio, la calle principal no tenía en sí nada de especial, solo muchas tiendas y comercios como suele haber en las calles más frecuentadas de las ciudades. La única diferencia es que si mirabas al frente podías ver la altísima catedral a lo lejos. Cuando llegamos a la plaza donde estaba la catedral, pues lo típico, le hicimos algunas fotos, y también observamos que había un círculo en el suelo que indicaba a cuanta distancia de ese punto se encontraban algunas ciudades de Europa, algo que nos resultó interesante. Rodeamos la catedral andando para encontrar una puerta que nos permitiera acceder, el problema era que aún era tan pronto que no la habían abierto al público. Solo tuvimos que esperar unos cinco minutos antes de poder pasar y contemplar aquella iglesia por dentro, que no nos dejó indiferentes a ninguno. Además, creo que se puede subir a lo alto de la catedral por un precio muy bajo, pero el problema es que hay muchísimas escaleras estrechas en forma de caracol no aptas para claustrofóbicos. Y mira por donde, yo soy una. Así que decidí seguir contemplando la iglesia desde un lugar más seguro.
En la misma plaza donde se encuentra la catedral, está la oficina de turismo, así que nos pasamos a coger un mapa para dejar descansar un poco a google maps, que al pobre ya le habíamos hecho trabajar bastante durante todo el viaje.
Lo interesante de los mapas de las oficinas de turismo es que vienen marcados los sitios de interés turístico de las ciudades, y así fue como fuimos visitando las diferentes zonas de la ciudad.
Buscamos una fuente que sabíamos que tenía la cara de Einstein sacando la lengua, porque yo me había encaprichado en hacerme una foto, y aunque estaba un poco escondida por las calles, finalmente la encontré y he aquí mi maravillosa foto:
La zona del río es preciosa, creo que fue mi parte favorita de toda la excursión. Me encantó poder sentarme en un banco y mirar toda la avenida, a personas haciendo deporte, perros de paseo, etc.
Además desde allí se podía acceder al barrio de los pescadores, que me recordó en parte a la Petite France de Estrasburgo, porque era realmente bonito. Todas las casitas, los puentecitos, los árboles hacían del barrio un lugar precioso. Como yo fui en la época de Halloween, también había restaurantes que adornaban las puertas con calabazas, y no sé, a mí me pareció un sitio muy entrañable, y por el que no me importaría pasear más de una vez.
Lo último que cabe destacar de la ciudad es la fachada del ayuntamiento, perfectamente decorada, y en la que se puede ver la bandera catalana pintada si os fijáis. Si no me equivoco, es porque en el pasado, Ulm mantuvo algún tipo de negocio con los catalanes.
Así que si vais por Ulm también os recomiendo pasaros por el ayuntamiento a contemplar la fachada y el edificio en sí.
Por último, antes de coger el autobús de vuelta, comimos en la calle principal, más que nada porque era donde más restaurantes de comida rápida había, y después de hacer rato mirando los distintos comercios y tomándonos algo, volvimos a coger el tranvía para que nos llevara a la estación de autobuses donde nos esperaba nuestro Flixbus para volver a Munich.
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