Universidad de Lyon 2: La vida universitaria: Semestre 1:

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Un semestre entero en Lyon:

Universidad de Lyon 2: La vida universitaria: Semestre 1:

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Después de la fiesta de luces aquí en Lyon, solo me quedaba una cosa por hacer antes de volver a Londres por navidad, el último día de clases, el jueves. Llevaba esperando ese día con impaciencia y a la vez siendo muy paciente. Sería la primera vez en más o menos dieciséis semanas que volvía a Londres. Cada vez se hacía más larga la lista de cosas que echaba de menos. No pude esperar a terminar el jueves y a empezar el fin de semana, así que ese día fui al aeropuerto para coger el último vuelo a Londres Gatwick. Sin embargo, tengo miles de razones por las que me alegraría si el jueves hubiera tardado miles de millones de años en llegar, porque no era un día como otro cualquiera, me estaban esperando tres exámenes las tres primeras clases del día, que eran muy importantes para mí.

Sé que algunas universidades que mandan estudiantes al extranjero durante su año de Erasmus le dan menos importancia a sus exámenes y los estudiantes solo tienen la obligación de ir a clase, pero para la gente como yo, es obligatorio tanto ir a clase como aprobar los exámenes. Por esto, me importaba tanto estudiar mucho para estar seguro de que aprobaría. Me planeé para comenzar a estudiar con semanas de antelación y estudiar varias asignaturas, hice algo, pero no fue suficiente. Como el fin de semana de antes de los exámenes empezó la fiesta de las luces, estaba bastante preocupado. Además, a eso hay que añadir que tuve problemas con mi portátil, se me borró el trabajo que tenía hecho para historia de la prensa. Intenté recuperar desesperadamente los documentos y me descargué programas que pudieran servir, pero al final, desperdicié un tiempo precioso y no me quedó otra opción que hacer el trabajo de nuevo. Por esto, tuve que hacerme un pequeño plan de los días siguientes organizándome las cosas que debería haber leído y lo que debería haber leído antes del jueves.

Tras haber pasado unos días muy estresantes, finalmente llegó el jueves. Jamás me terminó de agradar la hora a la que tenía que levantarme para poder llegar al campus Porte des Alpes a las ocho de la mañana. Semana tras semana era algo que odiaba cada vez más, era una hora horrible, era muy temprano y con el tiempo no se hacía más ameno. Daba igual a qué hora me acostara la noche de antes, porque al final siempre sentía que necesitaba quedarme unas horas más en la cama cuando sonaba el despertador, que sonaba como si fueran los gritos de un Nazgûl del Señor de los Anillos, pese a que puse de tono una canción lenta de Laura Marling. Pero, ese jueves, con suerte, sería la última vez que me tuviera que levantar a las seis de la mañana, aunque no estaba seguro de lo que me esperaba cuando comenzase el segundo semestre, pero si puedo elegir, ¡creo que evitaré las clases que empiecen a las ocho!

Me dirigí a clase y aún estaba oscuro como de costumbre. Pese a haber dejado la ropa que me pensaba poner ese día encima de la mesa y de haber preparado la mochila por la noche, por la mañana iba con prisas y perdí el autobús de las 7:45, así que me tocó esperar en la parada con el frío que hacía al siguiente autobús que fuera a Perrache. Dos minutos después más o menos cuando decidí mirar el panel donde ponía cuánto le quedaba al siguiente autobús. Leí un terrible mensaje que decía que debido a la huelga del sábado, los transportes públicos se verían afectados. En ese momento, no era consciente de la repercusión que eso tendría. El sábado era el único día que necesitaba usar el transporte público porque iba al aeropuerto y no quería tener ningún problema con la maleta. De pronto me vinieron los miedos y la preocupación. En un mundo perfecto no tendría ninguna preocupación porque habría hecho ya los tres exámenes que me esperaban al llegar a la universidad. Era una distracción indeseable, así que intenté no pensar en otras cosas en lugar de darle más vueltas, pero decirlo es una cosa y hacerlo es otra.

Era muy raro que por la mañana pudieras encontrar un sitio en los treinta minutos de viaje en tranvía sin pelearse con otros pasajeros. Conseguí sentarme, así que me puse a leer mis apuntes para estar entretenido el resto del viaje. Cogí mi archivador y empecé a leer. Al rato, decidí echar un vistazo al tranvía y casi todos los estudiantes estaban con libros y papeles subrayados. Supongo que hicieron lo mismo que yo, intentar obtener la máxima información posible sobre sus asignaturas ya que los exámenes serían más tarde ese día.

Al final, me sentí mucho más segura tras hacer el examen de francés, que que resultó no ser tan difícil como creía, pero no sabría la nota hasta pasados unos meses. Me tocó esperar porque salí demasiado pronto, me dio tiempo de releerme los apuntes de historia de la prensa. No tenía ni idea de lo que tendría que haber hecho para este examen porque la última semana se canceló la última clase. Pese a eso, he estudiado mucho y siento que me se todo lo necesario. Respondí las dos primeras preguntas sin ningún problema, me resultó muy fácil pero claramente algunos alumnos tuvieron problemas ahí. Sin embargo, la última pregunta fue más difícil porque no tenía muy claros algunos detalles de esa ley, pero me sabía el contexto de la pregunta así que respondí algo sobre eso, que es mejor que nada. He de decir que durante el examen pasaron ciertas cosas que me desconcentraron. Diez minutos después de haber empezado el examen comenzaron a salirse alumnos de la clase. Supongo que no habrían estudiado. Cuando terminé el examen unos minutos antes de que terminara la hora, solo quedábamos cinco alumnos y yo. Además, me sorprendieron bastante las condiciones del examen. El profesor no controló mucho la situación durante el examen, algunos estudiantes se pusieron a hablar y otros buscaron las soluciones en Internet con los móviles, ¡no creo que entendieran muy bien las "reglas de un examen"!

A las doce de la mañana ya llevaba hechos dos exámenes y ya solo me quedaba el último antes de navidad. Antes de empezar el último examen que era de literatura francesa comí un poco de chocolate así que iba con un poco más de energía. Tenía miedo porque nunca se me había dado del todo bien literatura, ni siquiera en inglés. Unas semanas antes hice un comentario de texto de un extracto del texto de Cyrano de Bergerac y lo hice lo mejor que pude, estaba un poco decepcionado. Pero ahora no contaba ni con el lujo de la ayuda de Internet para la comprensión del texto ni con el lujo del tiempo porque tan solo tenía una hora y media para acabar el examen. No espero sacar buena nota.

Nos dieron a elegir entre dos extractos, uno era de Flaubert (Tres cuentos) y el otro de Marcel Prout (En busca del tiempo perdido). Después de haber leído una redacción sobre Proust y la influencia del impresionismo, algo que me interesaba y de lo que sabía, elegí el extracto de Marcel Proust. Intenté hacer el examen lo mejor posible analizando el fragmento metiendo todo lo que podía hasta que se acabó el tiempo.

Después de esto, me sentí muy aliviado tras haber acabado los exámenes que tenía antes de navidad. Tan solo me quedaba una clase para acabar el día, la de lenguas y culturas del mundo. Tengo el examen de esta clase en enero, así que me propuse desconectar un poco hasta que acabaran las vacaciones para volver a ponerme a estudiar. Como siempre, la clase era muy lenta, parecía que llevaba allí más de dos horas. Imagino que el hecho de que fuera la última clase del semestre no ayudaba mucho, estaba impaciente por volver a mi residencia donde tengo mis maletas hechas para volver a Inglaterra. Cada vez que miraba el reloj pensando que habían pasado ya diez minutos, tan solo habían pasado cinco.

La clase acabó, y cuando ya nos habíamos aprendido el tema de las lenguas indoeuropeas principales que existían desde antes del nacimiento de Cristo, el profesor nos dio información sobre el examen de enero. Al principio, el examen parecía fácil y sencillo porque cada respuesta tenía varias opciones. Sin embargo, esta vez sería diferente, porque por cada respuesta mal o sin contestar, te quitaba un punto. ¡Así que sin presión! Ahora tengo que trabajar más durante las vacaciones para poder aprobar.

En resumen, creo que mi primer semestre en Lyon 2 ha ido bien, salvo por la horrible exposición que hice para historia de la prensa. No he tenido que hacer muchos trabajos, y he podido lidiar con las cosas que he tenido que hacer sin problemas. Cada vez tenía más la sensación de estar en un instituto lleno de adolescentes en lugar de estar en el campus Porte des Alpes, pero supongo que el hecho de que tuviera todas las clases el mismo día no ayudaba mucho. La mayoría de mis clases eran bastante pequeñas, menos la de lenguas y culturas del mundo, donde me sentía como una vieja en comparación con los demás estudiantes ya que tenían entre dieciocho y diecisiete años y se pasaban toda la clase hablando con sus amigos en lugar de escuchar al profesor. A menudo creo que algunos estudiantes, sobre todo los de historia de la prensa, no están preparados para estar en la universidad. En Inglaterra creo que eso no pasa, ya que cada año vale unas diez mil libras esterlinas.

De hecho, a mí no me costaba seguir las clases y entendía siempre a los profesores sin dificultad, pero ya ni hablemos de los atuendos de algunos estudiantes. No creo que haga falta venir a clase como si fueras a irte de discoteca todos los días con esos tacones despampanantes. Me parece que es más importante ir cómodo, la universidad no es como un desfile de moda. En Inglaterra los estudiantes tienden más a ponerse esos zapatos de esquimal (de la marca Ugg), pantalones de chándal y una sudadera con capucha, pero ya lo sé, no hay que juzgar a los demás por su ropa. Otra cosa que me cuesta entender es la organización en la universidad, si le preguntas algo a un profesor, raro es si consigues una respuesta, como en el caso del profesor de lenguas y culturas del mundo, que me enteré de la fecha del examen pero no de dónde y a qué hora era.

El día ha sido muy largo y se me ha hecho difícil de llevar porque no me gusta la hora a la que me he tenido que despertar y la cantidad de gente que hay había en el tranvía, sobre todo por la mañana y a mediodía, cuando lo único que me apetecía era llegar a casa tranquila después de un día duro. Pero después, tan solo pensar que podía desconectar durante el fin de semana me relaja y me hace sentir feliz. Con suerte, tendría la posibilidad de estudiar en el campus que hay cerca del Ron, tener clase a las ocho no se me haría tan difícil porque estaría a tan solo veinte minutos. Pero, aun me queda esperar hasta enero para ver qué cosas me deparará el segundo semestre, estoy preparada para cualquier cambio, porque al final el primer semestre ha resultado ser tranquilo y fácil, ojala tenga un semestre como este de nuevo.

Me ha gustado mucho haber estudiado en Lyon hasta ahora, pero, he de decir que es otro mundo en comparación con la universidad de Roehampton. Echo de menos el verde y la belleza del campus de Roehampton, con sus lagos, sus estanques y el viejo edificio que hay cerca del lago grande. He echado mucho de menos el espíritu de comuna de los estudiantes y de estar seguros de que si conocíamos a una persona, seguro que conocíamos a alguien que conociese esa persona. Es muy difícil llegar a sentirse solo, a diferencia de Lyon, que creo que es bastante fácil llegar a sentirse solo. En mi caso, he tenido algunas dificultades a la hora de relacionarme con otros estudiantes franceses porque me cuesta expresar en francés algunas de las cosas que quiero decir y es más difícil encontrar a alguien que quiera escucharme. Los franceses son muy reservados y de hecho conozco más estudiantes extranjeros que han tenido los mismos problemas que yo.

Un día a mediodía, estaba en el tranvía de vuelta a casa después del entrenamiento de fútbol y hablaba con un amigo mío inglés. Nos interrumpió una chica francesa que no vivía en Lyon y acababa de llegar para ir a la universidad. Nos preguntó acerca de nuestra estancia en Lyon y nuestra experiencia como estudiantes Erasmus. También nos preguntó si habíamos hecho amigos franceses en Lyon y ni mi amigo ni yo pudimos responder que sí. Hemos aprendido mucho, pero no hemos hecho amigos. La chica respondió que era normal con los franceses, que hasta ella siendo una chica francesa había tenido problemas para hacer amigos.

He tenido algunas oportunidades de practicar francés. Por ejemplo, el hombre que vive en la habitación que hay en frente de la mía tan solo me habla en francés, así que no me queda otra. Creo que le encanta charlar y siempre encuentra un momento para preguntarme si estoy bien o para darme algún consejo. Además, también le doy clases de inglés a este hombre francés, Henri, es una persona mayor y muy interesante que va a mi clase de literatura francesa. Le gusta la ópera y la música clásica y ha conocido al presidente de Francia, François Hollande. Yo le ayudo con su trabajo de traducción mientras nos tomamos un café en la Brioche Dorée, me cuenta muchas cosas sobre la cultura francesa.

Durante los últimos cuatro meses, jamás he sentido esa presión al trabajar por los plazos de entrega, y me gusta esa ausencia de presión de tener que hacerlo todo bien en la universidad en Lyon. En cambio, no paro de escuchar las quejas de mis amigos ingleses sobre los trabajos que tienen que hacer para acabar el último año de universidad mientras que en mi caso estoy en un modo perezoso pero sin dejar de ser serio estudiando cosas que estudian los de primer año de Francia, así que no me puedo quejar. Las clases son muy interesantes y me gusta el hecho de que los estudiantes Erasmus puedan estudiar un amplio abanico de cosas, pero pese a eso estoy impaciente por cambiar el segundo semestre en enero.


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