Qué lugares no te puedes perder en Azores (parte II)
Qué lugares no te puedes perder en Azores (parte II)
¡Hola de nuevo! Hoy continuo con la segunda parte de mi anterior post: qué cosas no os podéis perder en San Miguel, Azores. En la primera parte os hablo de siete lugares, algunos muy conocidos y otros no tanto. En esta segunda, os quiero hablar de otros seis que tuve el placer de visitar en este febrero de 2019, temporada en la que la afluencia de turistas es baja, y se agradece. La verdad, creo que acerté totalmente con la elección de este destino para mis vacaciones a pesar de que no tuvimos el mejor tiempo atmosférico para visitar muchos lugares de San Miguel.
Fábrica de Té Gorreana
Como buena consumidora habitual de té verde, me vi más que obligada a visitar este campo de té, con su fábrica correspondiente. Curiosamente, Gorreana es el único campo de té de Europa. ¿Por qué? La razón por la que se puede cultivar el té en Azores es porque el clima es bastante permanente, igual, a lo largo de todo el año.
Normalmente los viajeros solo visitan la fábrica, donde se explica detalladamente cómo se recogen las hojas de té. Después, pasan todo el proceso de secado hasta que está completamente listo para su consumo. Sin embargo, nosotros decidimos ir también al campo, que queda al otro lado de la carretera, enfrente de la fábrica. La verdad es que es bastante grande pero aun así, decidimos recorrérnoslo todo, de arriba abajo. Este lugar me encantó y de hecho, me recordó mucho a los campos de té que hay en muchos países asiáticos, como Sri Lanka o Vietnam, donde los cultivos ocupan muchísimo terreno, creando una imagen preciosa al ver esas líneas horizontales que forman las plantas del té.
Después de subir y volver a bajar, algo cansados, fuimos a la fábrica donde nos explicaron minuciosamente cómo se cultiva y se recoge el té. También nos explicaron las diferencias entre el té verde y negro, que yo no las conocía con exactitud hasta que vine aquí. Dentro, el recorrido es corto pero vale la pena. Se puede observar la maquinaria para elaborar el té y también proyectan un vídeo explicativo donde se relata la historia del campo del té, cómo empezó, por qué y por qué es tan importante. Al final del recorrido, ofrecen probar té gratis, de los dos tipos, negro y verde. ¡Probamos los dos tipos! También, hay una tiendita de souvenirs, donde también se venden diferentes clases del té, teteras, etc. Nosotros nos llevamos una bolsita de té verde y otra de té negro con aroma de naranja, muy buenos los dos. Todavía hoy las tenemos en el armario y nos acordamos de San Miguel cada vez que nos preparamos una taza caliente En conclusión, creo que debéis visitar Gorreana porque no solo es interesante cultural y gastronómicamente, sino que sus campos también son una alegría para la vista. Solo hay que ver las fotos.
Playa Mosteiros
A pesar de que en verano tiene que ser mucho mejor porque las temperaturas invitan a bañarse, nosotros decidimos ir a la playa de Mosteiros ya que de todas las fotos que había visto de Azores, estas me llamaron mucho la atención. Es una playa muy salvaje, y más cuando fuimos nosotros porque no había nadie, ni un alma. Hay lava negra por todas partes que destaca con la espuma blanca de las olas, que rompen con mucha fuerza contra las rocas. Me encantó su arena negra, que también contrastaba con las casitas pequeñas y blancas de alrededor.
Lo más particular de esta playa son estas dos rocas enormes que se han ido puliendo con la fuerza del mar con el paso del tiempo. Justo detrás, se encuentra la roca más grande, que si le echas imaginación, tiene forma de monasterio. Supongo que de aquí viene su nombre “Mosteiros” que significa “monasterio” en portugués.
Cualquier persona que vea fotos de esta playa puede imaginarse que pertenece a países como Islandia, por ejemplo, cuya naturaleza es de la más increíble del planeta, virgen y salvaje, fuera de lo común. Pero lo cierto es que como siempre digo “no hace falta irse muy lejos”, pues esta playa volcánica no tiene nada que envidiarle a muchos paisajes islandeses. Sin duda, uno de mis lugares favoritos de la isla. Las fotos hablan por sí solas.
Lagoa do Congro
Esta lagoa no es de las más famosas de la isla pero alguien nos la había recomendado así que decidimos ir. Tuvimos bastante mal tiempo, lluvia y algo de frío, pero eso hizo la caminata más salvaje. Recuerdo que usamos el Google Maps para ver el camino hacia el lago, pero como muchas veces pasa, Google Maps no es perfecto así que el camino no era el correcto y no llegaba al lago, sino que te dejaba en medio del camino, en el medio de la nada. Tuvimos que dar vuelta e ingeniárnoslas para llegar hasta la lagoa. Afortunadamente, nuestro amigo italiano que conocimos allí tenía una aplicación llamada Windy Maps, donde aparecían todas las rutas de senderismo posibles. Siendo así, él sí sabía el camino para llegar así que nos dejamos guiar por él. Estábamos en medio del bosque, pero aun así se intuía el sendero. Fue una caminata bastante salvaje, teníamos que apartar las ramas de los árboles todo el rato. Nos tropezábamos con piedras mientras las hojas húmedas nos golpeaban en la cara. Absolutamente todas las hojas estaban mojadas, llovía bastante, íbamos con nuestras capuchas puestas, podíamos sentir la humedad, y la tierra poco a poco se estaba convirtiendo en lodo. Fue uno de los momentos más aventureros del viaje.
Finalmente llegamos a la lagoa, algo tapada por la niebla. Allí había una especie de muelle para sentarse, así que nos quedamos un rato allí contemplando el lago. Había visto fotos con sol y era bastante bonito, de un color verde, claro que ahora la estampa era diferente, tirando a gris. Aun así, la caminata entre la naturaleza me gustó mucho y valió la pena. Sin duda, acabar el día con tus zapatos manchados de barro es una buena señal. Desgraciadamente, no tengo fotos para enseñaros de este lugar porque como llovía, no me apetecía sacar la cámara, además que fue un momento de bastante desconexión de cualquier aparato electrónico. Y literalmente, porque en todo el camino que hicimos, no teníamos cobertura en ningún punto.
Poço Azul
Este pequeño pozo, se encontraba en el norte de la isla, en Achadinha. Decidimos ir porque habíamos visto fotos y el color azul turquesa del agua parecía de ensueño. Sin embargo, cuando llegamos al pozo, el color azul se había transformado en un color transparente donde podía verse el fondo de color negro, verde y marrón. Aun así, no nos decepcionó porque el camino para llegar era realmente bonito. Fue un camino bastante largo, lo que hizo la vuelta bastante costosa. No estaba para nada preparado, no es un lugar turístico, así que nos movíamos por algunos tramos agarrándonos a los troncos, tallos y ramas de las plantas y los árboles. El sendero no estaba señalizado así que tuvimos que utilizar nuestra intuición para poder encontrar el camino correcto entre tantos de ellos que se entrecruzaban entre sí.
No sé por qué el agua no estaba azul, supongo que quizás es así en verano, por los rayos del sol, no lo sé la verdad. Fue una pena pero aun así, el entorno era muy bonito y de camino, tuvimos vistas tan espectaculares del mar como esta. ¿No os recuerda a Jurassic Park? Realmente, cuando estuve en Azores me pareció una mezcla entre Hawaii e Irlanda. Buena combinación.
En definitiva, cuando llegamos allí y comprobamos que no era azul, decidimos aprovechar y disfrutar del lugar. Estábamos 100% solos y Ángel se dio un baño. Estaba fría, fresca, soportable. Pienso que si tenéis tiempo en vuestro viaje a las Azores, podéis venir hasta aquí y quizás tengáis la suerte de encontraros el lago de color azul. Tendréis que comprobarlo vosotras/os mismas/os.
Maia
Lo bonito de los viajes es cuando llegas a lugares improvisados, que no tenías apuntado en tu itinerario y al final resultan lo mejor del viaje. Llegamos a Maia porque nuestro amigo italiano Carlo (que conocimos en el hostal) estaba allí. Fuimos a buscarlo en coche porque habíamos quedado para hacer una ruta juntos. Decidimos ir a Maia porque nos dijo que era hermoso, así que decidimos hacerle caso.
Maia es un pueblito pequeño, muy mono, que está al lado del mar. Estuvimos paseando por el pueblo un buen rato hasta que hicimos el camino que queda por la costa donde pude sacar fotos como estas, preciosas.
Había un sendero rodeado por vallas de madera desde donde podías contemplar el océano y las colinas verdes que protegen el pueblo. Además, estaban estas plantas con flores que adornaban todo el camino, lo que le daba un toque romántico. Además, justo aquí había piscinas naturales que se formaban en el gran hueco de las rocas. Como era febrero, no pensamos en bañarnos, pero creo que en verano tiene que ser una zona increíble pasa pasar la tarde remojada en el agua salada del océano. Los acantilados también eran dignos de ver y la verdad, fue uno de los lugares que más me gustó de San Miguel. Tranquilo, bonito y diferente.
Después, decidimos parar en un supermercado para comprar comida para los siguientes días. Carlo nos invitó a queso y a un café, que lo tomamos en una cafetería que estaba en medio del pueblo. Era un bar de pueblo total, con señores mayores jugando a las cartas y hablando un portugués cerrado, casi inentendible para muchos hablantes nativos. Pudimos notar que estas personas no estaban acostumbradas a los turistas, lo que hacía que fuesen más simpáticos y amables que otra gente. Por ejemplo, la gente local de Furnas fue mucho más seca y arisca con nosotros ya que allí los turistas son el pan de cada día. Es lógico. Al fin y al cabo, el turismo muchas veces es tan agresivo que los locales se convierten en personas más frías, mucho más reservadas. En cambio, aquí eran tan agradables que el dueño del bar nos vio comer queso y hasta nos ofreció una barra de pan y estuvimos un rato charlando con él. Nos esforzábamos en hablar portugués, lo que siempre se aprecia de buena manera por los nativos. En conclusión, me llevo a Maia en el corazón, hasta su nombre me encanta.
Vila Franca do Campo
En esta parte de San Miguel, hay un pequeño islote bastante conocido, al que se puede ir en barco. Nosotros simplemente nos asomamos para verlo desde la tierra, así que la vista no es tan impresionante como las fotos que habíamos visto sacadas con dron o ir allí en persona, a darte un baño o a pasar el día. Su forma es bastante curiosa, ya que tiene un círculo casi perfecto en medio, cuyo color azul destaca con el color verde que lo rodea. Esta forma circular es el resultado de una caldera completamente inundada en el pasado. ¿No es curioso? Creo que para los amantes de la geografía, no solo este islote, pero Azores al completo tiene que ser un lugar para aprender, disfrutar y hasta emocionarse.
Y hasta aquí el post de hoy, penúltimo de Azores. En los próximos días os traeré el último y definitivo, dando mis propios consejos que creo que son importantes a tener en cuenta si estáis planeando visitar el archipiélago. Ya concluyendo, espero que os hayan gustado las fotos y los lugares. Siempre intento que no sean súper conocidos y salirme un poco de lo habitual, así mis viajes son también diferentes y fuera de lo común. Muchas gracias por leerme y nos vemos en la siguiente entrada con más contenido. Saludos.
Galería de fotos
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- English: Unmissable places to visit in the Azores
- Italiano: Cosa non perdersi ad Azores (parte II)
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Comentarios (2 comentarios)
Fátima chamadoira hace 5 años
No sabía que el único campo de té estaba en Azores, ¡y es verdad que la imagen recuerda al Parque Jurásico! ¡Menudo monográfico sobre las islas que nos estás ofreciendo! Enhorabuena y seguiremos camino.
Claudia Costas hace 5 años
La de cosas que se descubren cuando una viaja.