Primeras sensaciones en Finlandia

Los primeros días en un lugar desconocido suelen ser muy desconcertantes. Cómo afrontarlos depende mucho de la personalidad de cada persona, pero siempre hay una serie de cosas que, ya sea por los tópicos que tenemos preconcebidos sobre el lugar o por el propio "shock" cultural, nos sorprende a todos.

• El tiempo

Lo primero que me decía la gente cuando les decía que me iba a ir de Erasmus a Finlandia era lo mucho que iba a sufrir con el frío que hace en los países nórdicos. Era algo que yo ya tenía en cuenta y que por cultura popular sabe todo el mundo: en el norte hace bastante más frío que en el sur.

Mirando por internet la temperatura que solía hacer en Turku a lo largo del año me di cuenta de que sí, iba a pasar un frío considerablemente mayor que el que pasaba en mi ciudad, Madrid. Llegué a Finlandia a finales de agosto, y cuando miraba el tiempo en el aeropuerto antes de coger el avión me imaginaba que llegaría y sería una temperatura suave primaveral, ya que rondaba superaba los 20 grados. Aún así llevaba un abrigo normal, pantalón largo... lo normal para un recién llegado.

Mi sorpresa al salir del aeropuerto fue ver que hacía un sol radiante, ni una sola nube, y que el tener que llevar dos maletas con ese sol y ropa de abrigo se iba a hacer una pequeña novatada por sobrestimar el frío escandinavo.

Los días siguientes fueron igual de calurosos, daba la sensación de no haber salido de España aún. Ahí fue cuando me enteré que tuve la suerte de haber viajado a Turku durante los días más calurosos de todo el año. Por suerte, para poder mantener mi estereotipo meteorológico, las semanas siguientes ya empezó a hacer más frío.

• Transporte público

Este es una de las primeras cosas que cualquier persona prueba enseguida en un país extranjero. En mi caso ocurrió nada más llegar al aeropuerto de Helsinki, ya que fui en taxi hasta la estación de autobuses de la ciudad. Normalmente, los taxistas en España suelen interactuar contigo dos o tres veces como mínimo. Y esto siendo un taxista poco comunicativo. Siempre he supuesto que para ser taxista hay que interactuar con los pasajeros al menos para preguntarles dónde van y para cobrarles. En Finlandia me di cuenta de que esto no tenía por qué ser siempre así en todos los lados.

Me subí al taxi y le indiqué en inglés que quería ir a las "bus station", apoyandome en un papel en el que apunté la dirección exacta en finés. El taxista asintió de forma casi inapreciable y empezó a conducir. Durante todo el trayecto no interactuó para nada conmigo. Al llegar a la estación de autobús me señaló el precio en el taxímetro y al pagarle se bajó a ayudarme a bajar las maletas y se marchó. Ni un "moi, moi!" ni nada.

Pero después en el autobús el conductor no parecía ser muy diferente al taxista. Le pedí en inglés que me abriese la puerta del maletero, se bajó a ayudarme y me pidió el billete para saber dónde me tenía que bajar. Se ve que los conductores no son muy comunicativos, pero desde luego son muy amables y serviciales (y más si te ven tan perdido como lo estaba yo en esos instantes).

Luego los autobuses de línea vi que me resultaban especialmente altos para lo que estaba acostumbrado en España. Y es normal, ya que yo mido 1'85m y por allí en Finlandia es una altura bastante común. En ese sentido no me puedo quejar ya que era casi imposible darse en la cabeza en las barras para sujetarse.

• Vida universitaria

En este sentido, el cambio desde la Universidad Complutense de Madrid fue de lo más chocante. Todos sabemos que Finlandia tiene uno de los mejores sistemas educativos del mundo, y esto fue algo que pude comprobar desde el primer día, concretamente desde el segundo, el día en el que tuve que realizar gran parte del papeleo necesario. Lo primero que descubrí fue un campus enorme y moderno, con edificios cuyo interior parecía ser propio de las universidades privadas que había visto hasta el momento.

Las personas que trabajaban como funcionarias de la universidad fueron extramadamente amables (algo que no puedo decir siempre de mi universidad de origen) y atendían a todos los estudiantes Erasmus con una sonrisa, lo que choca con el tópico de "finladeses serios y fríos".

Los primeros pasos dentro de las clases me sorprendió el reducido número de alumnos en muchas de ellas y la gran cercanía entre los profesores y los alumnos. Incluso en algunas asignaturas con clases más masificadas los profesores siempre se muestran muy abiertos a hablar y ayudar a los alumnos en lo que sea. También me chocó, lo cual es triste en gran parte, lo estrictos que son con el plagio y el copiar durante los exámenes. Los profesores siempre se muestran muy amables, pero a la hora de hablar del plagio se ve que van en serio. De hecho te pueden mandar a casa si te pillan copiando o plagiando un trabajo. 

Además Turku es una ciudad con una población my universitaria, por lo que el campus reflejaba vida desde el primer paso que di en él.

• La gente 

Este sería un muy buen tema a tratar, ya que no es fácil decir cómo es la gente de un lugar. Pero en cuanto a la primera impresión que tuve sobre los finlandeses no se alejaba de los estereotipos que venía escuchando desde hacía tiempo.

En los autobuses cada uno por su lado, intentando siempre evitar el contacto con otras personas para no molestar. Muy educados en todo momento, al menos esa fue la primera impresión que tuve.

Físicamente me sorprendió mucho ver como había gente que se teñía el pelo de colores oscuros o negro directamente, cuando los españoles lo que buscamos a veces es el color rubio por eso de ser lo exótico. Pero allí la norma es el rubio platino, claro. Es uno de los primeros ejemplos de "shock" cultural que recibes.

• El aire

Puede parecer una tontería, pero para los que venimos de grandes ciudades es desde luego un regalo. Y se nota bastante rápido, yo desde el primer día. La contaminación del aire en Turku es muy escasa. Al menos cientos de veces más que la de Madrid. La calidad del aire que respiramos es algo que empecé a tener en cuenta desde que estuve viviendo en Turku.

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