Siguiendo un poco con el viaje por MARRUECOS, decidí ir a un lugar donde el color AZUL es el protagonista, una ciudad incrustada entre la mitad de las MONTAÑAS DEL RIF, donde todos los días del año sus muros se visten de ese color característico que produce una frescura inagotable.
(fotografía tomada desde el bus)
Les cuento que desde que empecé a planear mi viaje por MARRUECOS uno de mis lugares infaltables era este, CHEFCHAOUEN, podría perderme la visita de algunos otros, pero de este jamás.
Para ir a este lugar viajé desde la ciudad de MARRAKECH, y como llevaba presupuesto de estudiante pues decidí emprender camino por la noche, de esta manera me ahorre el costo de una noche de hostal ( algo que verdaderamente me ayudo a futuro), compré mi pasaje desde internet en una empresa de bus llamada CTM, la cual recomendaban en diferentes blogs que había leído previo al viaje.
Salí de Marrakech a las 2:00 am (no veía la hora de montarme en ese bus y poder dormir, estaba muy cansado ya que días anteriores había hecho un tour por Marrakech y el desierto y me había enfermado un poco ( esa experiencia la contaré en un próximo post) ). El viaje duró toda la noche, llegué a Chefchaouen a las 8.00 am, sinceramente no había dormido muy bien ya que durante el camino se hicieron varias paradas en donde encendían la luz y todo el mundo hablaba duro, pero esto no fue impedimento para sentir una felicidad incomparable al bajarme y saber que estaba en uno de los lugares que siempre había soñado visitar.
Tan pronto me bajo del bus me doy cuenta que el color azul realmente se lo toman muy en serio (hasta los taxis lo tienen). Como iba completamente solo ( cero amigos, cero conocidos) decidí tomarme un tiempo y desayunar económicamente, esto significa una leche de tarro y un ponqué, no era lo que apetecía en ese momento pero necesitaba ahorrar porque aun me faltaban varios días de viaje por el país.
Después de que he recargado energías me pongo en actitud TURISTA, sí, esa de foto aquí y foto allá (tristemente me tocaba a punta de selfies) pero bueno era tener el recuerdo o nada.
Lo primero que visité fue la plaza central donde encontré una estructura con su estilo arquitectónico árabe que me encanto, acá va la foto:
Luego de esto seguí visitando el resto de la ciudad "moderna" y como nunca faltan los problemas pues me metí en varios por fotógrafo imprudente, en una de esas me toco correr porque tomé una fotografía a unas señoras haciendo sus oficios de hogar (la verdad nunca lo hice con una mala intención, pero si debí ser mas precavido) ellas salieron con sus escobas detrás mío, yo jure que iba salir mal de allí, pero logre escapar, y la otra fue por tomarme un selfie frente a una estación de policía.
(Esta es la foto frente a la estación, no quería devolverme sin ella, el paisaje que tenía detrás lo merecía).
El policía se acerco y me pidió que borrara todas las fotos que tenía en mi cámara, a lo que me negué rotundamente y casi que le suplique que me dejara ir prometiéndole que no volvería a pasar, finalmente lo convencí.
Saliendo ya de todos esas experiencias un poco desafortunadas, decido ir en busca de la MEDINA, que es básicamente como el centro histórico de la ciudad, para poder llegar allí es un poco complicado ya que hay muchos laberintos, pero después de un tiempo lo conseguí.
Tan pronto entro me siento en un lugar mágico, como de fantasía, en donde la vida se vive en las calles, los laberintos son amados por los niños, y el comercio es la base de la subsistencia.
Cuando comienzo a recorrerlo me doy cuenta que es una cultura increíble, entregada a su religión, amable y trabajadora pero sobre todo con una identidad muy marcada, algo que creo que le hace falta a muchos otros lugares del mundo.
Acá podía sentirme de todos los tamaños porque mientras caminaba me encontraba con muros y arcos altos, medianos, pequeños, diminutos y puertas de la misma especie.
Estaba completamente feliz, era mucho mas de lo que esperaba, pasé horas perdiéndome entre sus singulares calles y hablando un poco con la gente que me ofrecían sus trabajos artesanos. Como era época del mundial Brasil 2014 y el equipo de Colombia (mi país de origen), iba tan bien en el ranking, pues todo el mundo cuando me preguntaban de donde era de lo único que me hablaban era de futbol y James Rodríguez, nuestro jugador estrella, yo me sentía muy orgulloso y trataba de contarles un poco de todo lo hermoso que tiene COLOMBIA, a lo que ellos siempre me respondieron con gran afecto.
Al llegar la hora de almorzar decidí ir a sentarme a comer a la PLAZA HAMMAN, donde se pueden ver nacionalidades de todo el mundo reunidas en un espacio alegre, confortable y muy típico.
(Fotografía de la PLAZA HAMMAN)
Después de llenar mi estomago con comida muy descomplicada (un sandwich y un jugo) decido regresar porque el bus que me llevaría a mi próximo destino estaba pronto a llegar.
De regreso tuve la oportunidad de apreciar las cosas con mas detalle porque sabía que el volver a este lugar no sería algo de todos los años, pude sentir el cariño de sus pobladores y el arte que corre por cada rincón.
Puedo decir que pasé uno de los mejores días de mi vida, que aunque estuve solo nunca me sentí de esa manera, la acogida que me dieron me hizo sentir parte del lugar y eso no tiene precio, me despedí de CHEFCHAOUEN prometiendo que algún día regresaré, y esta vez no iré solo, porque estoy seguro que después de contar mi experiencia, el alma viajera de muchos pedirá conocerlo.
Mi consejo es que nunca teman viajar, porque las experiencias sean buenas o malas construyen historias inolvidables que marcan la vida para siempre, te convierte en una persona segura y decidida y eso si que lo vale, así que ánimo!
A vivir la vida ERASMUS.